En Des Plaines, Illinois, las semanas previas al 11 y 12 de diciembre se llenan de fervor y devoción, conforme cientos de miles de personas se preparan para las celebraciones de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Estos días representan el punto culminante de la fe y la gratitud, con peregrinos que llegan para agradecer a Nuestra Señora por su intercesión y renovar sus corazones. Las peregrinaciones anuales previas a esta festividad son una expresión profunda de amor y devoción mariana. El 30 de noviembre de 2024, la primera de estas queridas tradiciones tuvo lugar con la Peregrinación Anual de Camiones. Cerca de 200 camiones llegaron al Santuario, decorados con pancartas e imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe. Estos vehículos transportaban más que mercancías: llevaban las esperanzas, oraciones y sacrificios de innumerables conductores y sus familias. La procesión fue un testimonio de la profunda confianza en Nuestra Señora como protectora y guía. En el Santuario, los camioneros participaron en una misa especial, ofreciendo oraciones por seguridad en el camino, fortaleza en sus labores y bendiciones para sus seres queridos. Para muchos, esta peregrinación fue una oportunidad sagrada para encomendar su trabajo y sus vidas al cuidado de la Virgen María. La devoción continuó al día siguiente, 1 de diciembre, cuando el Santuario recibió más de 150 vehículos durante la peregrinación anual de camionetas. Familias, amigos y comunidades se reunieron, algunos viajando largas distancias para participar. Cada camioneta representaba la gratitud de una familia por las bendiciones recibidas durante el año. Decoradas con flores, rosarios e imágenes de Nuestra Señora, estos humildes vehículos simbolizaron la vida cotidiana de los fieles que confían en Nuestra Señora para encontrar fortaleza y protección. A medida que se acercaba la fiesta del 12 de diciembre, llegó la última y más colorida peregrinación el 7 de diciembre: la peregrinación anual a caballo, conocida como la Cabalgata. Más de 900 jinetes, vestidos con trajes tradicionales, partieron desde una reserva forestal cercana al Santuario. El trayecto, que tomó aproximadamente tres horas, fue un homenaje impresionante a la fe, la cultura y la herencia latina. Durante el recorrido, el sonido rítmico de los cascos se mezcló con oraciones, cantos y expresiones de amor por Nuestra Señora. Al llegar al Santuario, los jinetes concluyeron su peregrinación con reverencia, ofreciendo su esfuerzo como un acto de devoción mariana. Estas tres peregrinaciones, cada una única en su expresión, destacaron la diversidad y la unidad de la devoción mariana en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines. A través del rugido de los camiones, la tranquila fuerza de las camionetas y la gracia intemporal de los caballos, los fieles prepararon sus corazones para las celebraciones guadalupanas. Sus viajes fueron actos de agradecimiento, esperanza y renovación, transformando al Santuario en un lugar de encuentro sagrado para aquellos que miran a Nuestra Señora de Guadalupe como su madre celestial y guía.