Padre Claudio Díaz Jr.

Mantener los ojos en el Buen Pastor

viernes, septiembre 30, 2022

Los trágicos eventos del 11 de septiembre de 2001 y del 4 de Julio de 2022, entre otros, han cambiado nuestras vidas como nación. Fueron actos luciferinos que privaron de la existencia a miles de personas, sin contar sus familiares que padecieron el dolor de perder un ser amado de una forma tan violenta. Todavía se habla de los efectos de esta acción y recordamos… En cierto momento, debido a las repercusiones del mismo, quizás como humanidad nos sentimos como “ovejas sin pastor”, perdidos.

¿Por qué sucedió esto? ¿Por qué tanto odio? ¿En dónde fallamos? Considero que la razón principal por la cual un ser humano ataca a otro se debe a que no ven un Cristo en el prójimo. Cuando bloqueamos el rostro de Dios en su creación, cuando fallamos en no ver ni respetar la belleza y bondad en otros no damos vida, ¡la arrebatamos!

Al quitar la vida no vemos el rostro de Dios sino el rostro del enemigo, un rostro oscuro, vacío, falto de amor, lleno de soberbia y maldad, vemos el rostro de Lucifer. En medio de ese vacío tenemos que responder. Nuestra nación al igual que nuestras vidas tiene que llenar ese vacío con luz, sabiduría, entendimiento y esperanza. Somos un pueblo creyente fundado en la esperanza: esperanza de un futuro mejor para nuestras vidas. Somos un Pueblo escogido por Dios, un pueblo de esperanza como católicos. La muerte, la enfermedad, la pobreza no representan la última palabra y sabemos que detrás de la cruz hay un sepulcro vacío como testimonio de la luz de la resurrección de Cristo. Tenemos un lugar en la gloria del cielo y nada ni nadie nos lo puede arrebatar.

Así pues, entendamos que la única respuesta a la falta de amor es precisamente eso: el amor. No estamos solos. Nos tenemos el uno al otro en esta jornada hacia lo Divino. Ciertamente tenemos a Dios. Reconozcámoslo como el centro de nuestras vidas y sanación para un mundo en conflicto. Acudamos a Él, para salvarnos de actos aparentemente arbitrarios de violencia y división. Con la fuerza del Espíritu Santo pidamos por sabiduría divina para que nuestra nación y nuestras vidas personales estén amparadas en un Dios Todopoderoso. Veamos en Dios el origen de todo lo que es vida, bondad y belleza: el origen del amor. Que podamos ver en los demás el rostro de Dios que es Jesucristo su unigénito Hijo y nuestro Salvador.

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