Con un grupo de jóvenes venidos de las parroquias de Inmaculada Concepción, San Miguel y Nuestra Señora de Guadalupe, el barrio de Sur Chicago conmemoró una vez más las Estaciones de la Cruz el 14 de abril. Últimamente se habla mucho sobre la necesidad de traer a los jóvenes a las actividades de la iglesia. Nosotros quisimos platicar con los chicos de Sur Chicago y darles a ellos la palabra. Abrirles las puertas Luis tiene 23 años. De muy joven, desde la ventana de su casa veía pasar el viacrucis por las calles de su barrio. Le llamaba la atención pero no se animaba a participar. “La verdad la pensé” dice. “No sé, como me conocían muchos por aquí me daba ‘cosa’ y a la vez me animaba. Hasta que hablé con mis papás, ellos me dijeron que en México mucha gente quisiera ser Jesucristo en los viacrucis, que es una bendición, y que yo todavía lo estaba pensando, que lo hiciera, que me iba a gustar. Y sí, me gustó y aquí sigo, todavía ayudándole a la comunidad.” Luis (omitimos el apellido) tiene cuatro años participando en el Viacrucis de Sur Chicago, dos veces ha interpretado a Jesucristo y dos veces, incluido esta, ha sido capitán. Un capitán, explica, es el que manda a los soldados durante la crucifixión. “He sido capitán y he sido Jesús, así que he estado en los dos lados de la historia” dice entre risas. “Para mi significa una bendición” agrega, y dice que fue la señora Anita González, recientemente fallecida, quien lo trajo a la iglesia, “ella me invitó al grupo de jóvenes latinos aquí en la comunidad y de allí me invitaron a ser parte del viacrucis.” Él pertenece a los llamados dreamers. Iba al grupo juvenil al salir de la escuela, allí encontró buenos amigos. “Me ayudaba mucho a des estresarme” dice. “Hablábamos, nos daban muchos temas diferentes. Y la verdad, si una parroquia abre las puertas a los jóvenes, los jóvenes van a venir.” “Yo vivo en esta comunidad desde los siete años” dice, “y la verdad sí hay muchas pandillas y muchas drogas, son los problemas más grandes en este barrio. “Aquí a muchos jóvenes les decíamos ‘vénganse, vamos a hacer un paseo, pero necesitamos que vengan a misa’, pues lo hacían, si uno los premiaba lo hacían.” La percepción de los jóvenes Suzanne Mota tiene diecisiete años. Ha terminado la educación preparatoria e irá a la Universidad de Valparaíso en Indiana en unos meses. Tiene seis años participando en el viacrucis, y esta ocasión interpreta a María Magdalena. Le preguntamos qué le llama la atención de la historia que narra el viacrucis. “Al principio no me gustaba mucho” responde, “porque en verdad no estaba tan cerca de Dios, pero mi mamá me decía ‘sigue yendo a la iglesia’. Gané mucho, porque me enseñó cómo Jesús sufrió por nosotros.” Dice que al principio de su adolescencia no le gustaba participar en esta actividad. “Mis amigos se burlaban ‘oh, eres muy fresa’ ‘nadie hace eso’ y cosas así” recuerda. “Lo hacía porque mi mamá me decía que lo hiciera. Pero conforme pasaron los años, dejó de ser algo que hay que hacer me di cuenta de que hay de hecho un mensaje detrás.” Dicho mensaje, dice Mota ha moldeado su vida de una manera diferente ahora. “Porque antes yo hacía lo que quería. Como María Magdalena, ella fue conocida por ser una prostituta, hasta que tuvo la valentía de precipitarse hacia la cruz y adorar la cruz. Yo relacionaba su historia con la mía en el sentido de que podía hacer lo que quisiera sin preocuparme de lo que mis padres me dijeran. Pero al mismo tiempo, estoy en la iglesia cada domingo. Esto me cambió, y cambió mi percepción sobre Dios. Me ha guiado por medio de muchas cosas.” “Siempre tenemos la percepción de los adultos criticando a los jóvenes porque están en la calle y cosas así” dice Mota, “y cuando van a la iglesia dicen ‘¡oh, es un milagro!’ no todos los adultos, pero la mayoría critican a los jóvenes y dicen que son un mal ejemplo, dicen que los jóvenes no escuchan a sus padres.” “Nosotros aquí les damos una oportunidad” continúa Mota, “entendemos sus antecedentes, algunos tienen familiares en pandillas y cosas así. Pero les damos la bienvenida, para al menos tratar de cambiar, que cambien la senda.” Meterse en el papel Iván López tiene 21 años, es estudiante universitario. Es parte también del grupo juvenil y desde hace tres años participa en el viacrucis. “Esto es algo que me tiene ocupado” dice, “es una forma de ayudarme a mí mismo y ayudar a otras personas, especialmente a los jóvenes.” Dice que a él el Viacrucis le llega mucho porque se mete en el papel que está representando. “No solamente es actuar el personaje, sino que también entender lo que hay detrás de ese personaje.” López explica qué le llama la atención de la historia que narra el Viacrucis: “Hay un humano que es Jesús. Él quiso dar su palabra y darle la palabra a otra gente, poder ayudarles en su fe, obviamente hay gente que no cree o no quiere creer, porque no lo ve.” “Pero lo que me llamó la atención fue la actitud de Jesús” continúa, “que decidió tomar este camino aunque lo golpearan, a pesar de todo lo que le hicieron, pero él siguió con su fe, tenía una misión y la cumplió.” López agrega que “ahora nos toca a nosotros por medio de esa fe seguir ayudando a la gente. Yo creo que por eso él hizo todo eso, para que nosotros viéramos y realizáramos que no siempre hay mal en el mundo y la gente que le hizo mal, él la perdonó, Su padre la perdonó, eso es lo más importante.” El grupo creció Alexis González tiene 21 años, y es líder del grupo de jóvenes de Inmaculada Concepción. Él es de los primeros miembros del grupo juvenil, invitado por la fundadora Anita González. “Me pareció muy interesante lo que estaba haciendo” dice. Cuenta González que el grupo comenzó con apenas tres jóvenes y ahora tienen alrededor de cincuenta. “He visto crecer este grupo” dice. “En el Viacrucis tengo más de cinco años, entonces he sido ayudante de sonido, vestuario, desde liderar y manejar todo el proyecto del viacrucis.” Le preguntamos a González qué hace falta, según él para que los jóvenes se involucren en la iglesia. “Yo creo que los jóvenes ya lo estamos haciendo” responde, “este grupo de los jóvenes busca enseñarles que no están solos, que tienen el apoyo de la iglesia, con los programas, los paseos y también las enseñanzas de nuestro Dios. Enseñarles más de la iglesia en general.” Este año González tiene sobre sí el foco de atención, pues le ha tocado representar a Jesús. “Estoy muy contento, es mucha responsabilidad” dice. Antes de despedirnos, González quiso recordar de manera especial a la señora Anita González, la fundadora del grupo juvenil, quien falleció recientemente. “Ella hizo muchas cosas por la comunidad de Sur Chicago” dice. Y su esfuerzo da frutos, pues el grupo juvenil es cada vez más numeroso, y el viacrucis cada vez más popular en el barrio.