Los círculos de paz son un ejercicio pastoral donde la gente puede expresarse y ser escuchada. (Foto cortesía de Pastoral Migratoria)
Con el fin de dar acompañamiento y apoyo a la comunidad migrante hispana, la Pastoral Migratoria ha organizado una serie de círculos de paz en varias parroquias de la Arquidiócesis de Chicago. Se trata de un ejercicio pastoral donde la gente puede expresarse y ser escuchada. El círculo de paz crea un ambiente seguro y de confianza donde la persona puede compartir sus retos, miedos y esperanzas, de manera que los asistentes analicen por medio de su fe lo que está sucediendo en su vida y en su comunidad. Desde el comienzo de la administración del presidente Donald Trump las comunidades inmigrantes, particularmente los latinos y los originarios de países musulmanes, han vivido en la incertidumbre y la tensión, con el miedo a que las políticas migratorias se traduzcan en familias fragmentadas, como ya ha estado ocurriendo. “Empezó con la inauguración de Donald Trump” dice José Torres, representante de la Pastoral Migratoria de la Arquidiócesis de Chicago. “Fue el diácono de San Toribio quien vio la urgencia en el pánico, la ansiedad de nuestra comunidad; y de allí sugirió hacer un diálogo, que la gente pudiera expresar cómo se sentía en ese momento. Se trataba de tranquilizar las aguas, porque era como una tormenta.” Torres visitó el programa Una comunidad católica de fe, que se transmite los sábados de 8:30 a.m. a 9:30 a.m. en WSBC (1240-AM) y en WCFJ (1470-AM). Allí habló con Al Castillo, conductor del programa y gerente de Católico. “Estábamos incrédulos’ recordó Torres, “nunca pensamos que Trump fuera a ser nuestro presidente, sabiendo todo lo que él había dicho sobre la inmigración.” Agregó que apenas dos días después de la victoria republicana organizaron el primer círculo de paz. En la conversación, Torres estuvo acompañado por Cecilia García, coordinadora de la Pastoral Migratoria en San Toribio; Martha Rodriguez, que coordina en Sta. Rita y brinda apoyo en el área de la pastoral migratoria y por Rosalba Ascencio, coordinadora de la pastoral migratoria en San Gall. “Las tres están haciendo un gran trabajo acompañando a nuestros hermanos inmigrantes en estos días” explicó Torres. “Para mí la pastoral migratoria es una responsabilidad con nosotros mismos” dijo Rosalba. “Para salir de nosotros mismos y ayudar a los demás, para el bien común.” En la conversación, los invitados de Pastoral Migratoria hablaron de los tres componentes de los círculos de paz: el elemento pastoral, pues es un ejercicio grupal de acompañamiento; el elemento informativo, que incluye la presentación sobre temas legales, asuntos de inmigración y educativos, entre otros; y el elemento social, pues en estos círculos se comparten recursos comunitarios. Torres comentó que además de los círculos de paz, la pastoral migratoria organiza talleres para que la comunidad conozca sus derechos legales. “Pero también tenemos talleres de formación donde aprendemos sobre las escrituras” agregó, “sobre las enseñanzas de la Iglesia conectadas con la justicia social.” Torres dijo que los programas de su oficina varían según las necesidades de las parroquias. “Por ejemplo” explicó, “si el problema es violencia doméstica, hablamos con el padre Chuck (Dham) y hacemos un taller con ese tema. O talleres para los papás sobre cómo lidiar con los adolescentes.” En dicho programa, se preguntó a Torres cómo se integra la fe en las conversaciones de los círculos de paz. “Se integra con las preguntas que se hacen” respondió, “y cómo la gente expresa qué es lo que esperan. Ellos empiezan a compartir sus problemas y cómo se sienten.” “Al final de esa jornada nosotros como líderes estamos viendo cuáles son esas necesidades y qué es lo que están diciendo” agregó. “Es entonces cuando vemos que la fe está allí dentro, en cada círculo. Porque a pesar de lo que está pasando, ellos tienen la esperanza de que va a cambiar, que la situación va a ser diferente.” Torres dijo que también es posible percibir mucha tristeza en los círculos. “Están pensando en que van a ser deportados, qué va a pasar con sus hijos, y que si los dos (padres) son deportados, ¿qué va a pasar? Nosotros lo único que podemos dar es aliento a salir adelante, y ayuda en cómo pueden manejar esa situación.” Un mensaje importante de estos grupos es que la gente sepa que no está sola, comunicar un sentimiento de solidaridad apoyándose unos a otros. “Donde estamos nosotros allí está Dios también” dijo Torres. “Una pregunta es ¿qué es lo que nos está diciendo Dios en esa realidad? Y la otra pregunta es ¿qué es lo que podemos hacer? Pues permanecer unidos, compartir información importante, apoyarnos, escucharnos rezar unos por otros.” Al respecto, Rosalba agregó que la fe es lo más importante. “Qué es lo que queremos nosotros y qué es lo que queremos proyectar, qué es lo que queremos dar a nuestros hijos” comentó. “Allí es cuando nos damos cuenta de que sí necesitamos nuestra fe.” Se les preguntó en la conversación cómo se promocionan los círculos de paz en las parroquias, y Qué tanto éxito han tenido. “En el sur, que es donde yo me desempeño” dijo Rosalba, “en cada parroquia donde hemos organizado un círculo de paz siempre tenemos mucha gente. Tenemos entre sesenta y noventa personas por cada círculo de paz.” Agregó que ellos reparten información en las parroquias, se agregan en los diferentes boletines, y también reparten flyers al salir de misa. “Ya llevamos treinta y un círculos” dijo Torres, “y tenemos treinta más ya agendados.” Agregó que la mayoría se están llevando a cabo en las iglesias, pero también tienen que pensar en las personas que no asisten a misa. “Muchos de ellos son católicos, entonces nosotros vamos a ellos. Por eso Cecilia ya organizó uno en una secundaria y muy pronto vamos a hacer uno en el community center de Cícero y en otras escuelas”.
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