En las bancas del río Jordán, los pecadores se acercaban a San Juan Bautista… Las personas en esos días, como en los días presentes, buscaban la verdad. En un momento dado estos individuos tuvieron un encuentro con Dios y consigo mismos. Haciendo un alto en sus vidas, cambiaron el orden de los eventos de su existencia, aceptando un bautismo de purificación, iluminación y liberación. Buscaban su salvación y la encontraron. Es allí donde Jesús, desde la realidad de su vida privada en Nazaret, se mueve a la luz maravillosa de su vida pública. Como signo de tal realidad se deja bautizar por san Juan Bautista, no porque lo necesitase, sino para establecer el ejemplo de lo necesario para adquirir la salvación. Esto fue el principio del reconocimiento de su vocación, su ministerio público y de nuestra salvación a través de las aguas del bautismo. Esta solemnidad es un recordatorio de la vocación a la cual todos estamos llamados: vocación a nuestra humanidad, a la salvación y al servicio al prójimo. Quizás el día de tu bautismo los cielos no se abrieron ni la tierra tembló, ni una voz desde lo alto declaró en una Teofanía tu identidad, propósito y vocación. Pero aun así la proclamación de que somos hijos e hijas de Dios sigue siendo cierta. Ese día, Dios nos hizo Pueblo de Reyes, Asamblea Santa y Pueblo Sacerdotal. Ese día Dios nos hizo parte de su propiedad, elevando nuestra condición humana a una estirpe elegida trasladada de las tinieblas a su admirable luz. Pero esta relación tiene que ser solidificada, fortalecida y nutrida a lo largo de nuestras vidas. Durante nuestro bautismo una vela fue encendida para que recibiéramos la luz de Cristo. La voz del Señor nos llama desde nuestras realidades para hacer tangible la realidad de Cristo en nuestras vidas y de maneras cotidianas. El ser “miembro de la familia de Dios” significa el ver “pedacitos de Cristo” en nuestra rutina diaria. Oremos incesantemente para recordar nuestra vocación, vivirla en lo diario, expresándola en un ministerio y servicio a la iglesia y por ende al prójimo.