Padre Claudio Díaz Jr.

Quién es el Buen Pastor

miércoles, marzo 27, 2024

Un buen pastor atiende responsablemente a sus ovejas. Las cuida, las lleva a verdes praderas y al agua fresca. Las busca cuando se pierden y las obliga a seguir el redil. El ejercicio de su autoridad sobre ellas no es por razones de poder o un caprichoso ejercicio de su voluntad. No. Él ejercita su autoridad como una manera responsabilidad amorosa. Hace todo lo necesario para que sus ovejas estén protegidas, guiadas y seguras. El buen pastor se asemeja a Jesús, quien hace lo que tenga que hacer para garantizar el bienestar de su rebaño.

Jesús es el Buen Pastor. Él ilumina, corrige, alienta, apoya, perdona y ultimadamente salva a quienes escuchan su voz y lo siguen. Hizo todo lo posible en su deseo por la redención de la humanidad, inclusive la muerte de cruz. El mundo no comprendió este tipo de amor y misericordia: “Incompresible para los griegos y un escándalo para los judíos”. En ocasiones el rebaño, la comunidad no comprenden los designios del Buen Pastor; y aun así él nunca desiste de su deseo de redención por su pueblo.

En los evangelios las ovejas representan al pueblo, a la comunidad de creyentes que se deben unir a un solo rebaño. Es un solo grupo, único y diferenciado de varios que busca el camino correcto hacia la salvación. Pero para que esta salvación se haga tangible y alcanzable, el rebaño necesita tener un conocimiento real y profundo de su pastor y de su propia identidad como individuos y como grupo. Es el entender la salvación como algo individual, “Dios me salva”, y colectiva, “Dios salva a su pueblo”.

¡Somos cristianos católicos! Nuestra Iglesia, nuestro gremio, es la única Iglesia fundada directamente por nuestro salvador, nuestro Pastor, sobre la persona de Pedro, nuestro primer Papa, Vicario de Cristo aquí en la tierra y nuestro primer pastor terrenal.

El aceptar a Cristo como Hijo de Dios, como nuestro salvador y pastor implica conocerle, tener una relación intencional con él y escuchar su voz. Implica saber “quien es el buen pastor”. El mundo nos bombardea con voces, propuestas y mensajes que pretenden garantizarnos felicidad, poder, dinero, estatus, belleza e influencia sobre los demás. Lo que estas voces no nos dicen son las consecuencias o el precio que se paga por escucharlas con sus valores efímeros, irreales y temporales. Lucifer no te dice las consecuencias o el resultado de una vida egocentrista, superficial y vana: soledad, adicciones, prepotencia, vacío y ultimadamente desamor.

No basta con tener “sentimientos religiosos”, ejercitar una actitud piadosa acartonada o decir que simplemente creemos en Dios y eso es suficiente. San Pablo nos indica que “la fe sin obras es fe muerta”. La confesión de nuestra fe, la declaración de nuestras más profundas creencias no es simplemente con los labios. Hay que hacerla real, pública y contextualizarla en la vida que nos toca vivir. Sólo así sabemos quién es el Buen Pastor y cuál es su voz.

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