Padre Claudio Díaz Jr.

Epifanía, viaje al corazón

miércoles, noviembre 30, 2022

Al contemplar la Epifanía de nuestro Señor, celebramos la universalidad y el sentido de inclusión del Verbo hecho hombre. En primer lugar, vemos en el pesebre a Jesús, Divinidad cubierta en frazadas de humanidad. Simultáneamente tenemos la representación de la humildad que se mantuvo en cooperación con el plan de Dios en María y José. Tenemos también los poderes celestiales en la miríada de ángeles proclamando “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres”. Vemos además la naturaleza representada en los animalitos del pesebre como el buey, las ovejas, los camellos, caballos y otras criaturas vivientes en la escena, ya sea por referencia bíblica o por la tradición culturad de quien esté montando la escena. Toda la creación ha sido redimida por Cristo y glorifica su Santo Nombre.

Tenemos en este cuadro además a los enajenados y pobres de la sociedad en ese momento, los pastores. Ellos también fueron invitados a venir a ver la gloria de Dios en este niño y respondieron con fe más allá de sus expectativas, ganándoles un lugar en el pan de Dios. Finalmente, tenemos a los Magos, los poderosos, los sabios que caen de rodillas frente al pequeño y vulnerable infante, Jesús. La sabiduría produce sabiduría y la verdadera sabiduría puede identificar la sabiduría que viene de lo alto. Todas las clases sociales, orígenes, naciones, niveles de conocimiento humano y toda clase de criaturas y poderes celestiales están presentes en armonioso balance. Pero hay otro componente o presencia necesaria en el pesebre: ¡nosotros! Nosotros los espectadores. Nos convertimos en parte de esta Epifanía al celebrar y vivir con la presencia de Jesús en nuestras vidas. La Epifanía es un viaje.

Esta historia es relevante sosteniéndose en su momento y en todo momento. Esta historia, la Epifanía, es la jornada de nuestra fe. Esta jornada siempre va en busca de la verdad y requiere que en varios instantes nos salgamos de nuestras zonas cómodas y encontrar a Jesús hasta en lugares inusuales. Desde la cama de muerte de una persona hasta las amargas lágrimas de una víctima de guerra, desde la lujosa  boda de una hija hasta la sencillez de un humilde y olvidado pesebre tenemos que ver a Jesús. Seamos parte de esta escena y después vayamos al mundo  haciendo a otros partícipes de nuestro gran tesoro. Cristo entre nosotros, Cristo en nosotros.

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