Domingo de Pascua, domingo de vida

martes, marzo 30, 2021

¡Ha comenzado la temporada de Pascua! ¡Hoy celebramos a un Jesús resucitado! Nos hemos despojado de nuestro luto, de nuestras vestiduras púrpuras, de nuestra abstinencia y disposición sacrificial, para dar la bienvenida al amanecer de una nueva realidad y un nuevo orden. Y damos un paso hacia la luz del primer día de la nueva creación. La piedra ha sido removida y todo lo que nos separaba de Dios también fue removido. Ha ocurrido una gran hazaña: Cristo resucitó de entre los muertos en su presente, alterando el pasado y remodelando el futuro.

La Pascua anuncia que hay un camino para salir de las tinieblas del sepulcro y del pecado a medida que avanzamos hacia la luz maravillosa de la visión beatífica, la Nueva Jerusalén, el reino de Dios.

En la resurrección de Jesús, Dios ha hecho una promesa. Como sus seguidores, Dios soplará la eternidad en nuestros huesos. La vida humana no está limitada por el ciclo de nacimiento y muerte. La Pascua es la promesa de que tenemos un futuro más grande que nosotros mismos. Al abrir nuestro corazón a la gracia de Jesús, debemos darnos cuenta de que no debemos temer a la tumba. Oh muerte, oh muerte, ¿Dónde está tu aguijón? La muerte no tiene la última palabra. ¡La última palabra la tiene Dios!

En el misterio de la Encarnación, Dios se solidariza plenamente con nosotros. Dios toma una realidad humana que nos permite entrar en comunión con Él. En el misterio de la cruz Jesús experimenta la muerte en nuestra humanidad para que podamos experimentar la vida eterna en su divinidad. ¡El misterio de su resurrección es un regalo!

La mejor manera de agradecer a Dios por tan magnífico don, el don de la vida eterna, es abrir nuestro corazón a Jesús resucitado y dejarnos enviar al mundo proclamando la Buena Nueva del amor de Cristo. Debemos apreciar a Dios y a Él en los eventos ordinarios y en los que nos rodean.

En una ocasión, cuando era pequeño, en la mañana de la Pascua, después de asistir a misa, todos los nietos iban a desayunar con mis abuelos. Seguido, mis abuelos nos reunían en la sala de estar. En medio de nuestras risitas el abuelo traía una caja y la abría frente a todos los nietos dejando salir al menos una docena de pollitos teñidos de azul, para los niños y rosa para las niñas. Toda la paz y el decoro se rompían. Estos polluelos corrían por toda la sala de estar y nosotros los perseguíamos para alegría de los adultos y consternación de la abuela. Quizás la resurrección de Jesús fue como tal: confuso, dramático, deliberado, caótico, alegre y esperado.

Al regresar a casa, celebremos con nuestros seres queridos nuestras tradiciones de Pascua; los huevos y conejitos de Pascua, los panes y productos horneados de Pascua, los colores primaverales, y las cenas familiares. Con el mismo espíritu volvamos al mundo con nuestros vecinos, amigos, compañeros de trabajo y conocidos. ¡Aleluya! ¡Jesús ha resucitado! ¡Recordemos que todos seremos transformados en la participación del Señor resucitado!

Advertising