Padre Claudio Díaz Jr.

¡Estén atentos! ¡Velad!

jueves, diciembre 3, 2020

Vivimos en un mundo lleno de vicisitudes. Vemos cómo instituciones han caído, como la corrupción se ha convertido en la norma del día para muchos, cómo los valores fundamentales de la familia, el creer en Dios, la preservación de nuestra cultura y el respeto están siendo amenazados por ideas pragmáticas, modernas y desprovistas de toda dignidad. En nuestro país no se ha resuelto el dilema de una reforma migratoria integral para nuestros hermanos indocumentados, el aborto se presenta como una forma de “resolver un problema” y la incidencia de suicidios ha aumentado en nuestra juventud, quienes se pierden porque no tienen una identidad cultural y religiosa claras. Y está por demás mencionar todas las consecuencias causadas por esta crisis de salud.

En medio de todo esto la Iglesia nos provee de una pausa. Un espacio litúrgico para esperar la venida del Hijo de Dios. La venida del Hijo del Hombre tiene sus raíces con el profeta Daniel. Desde el Antiguo Testamento, Dios nos pide preparación y vigilancia permanente. Dios nos pide que no abandonemos la oración, la sobriedad en nuestra conducta y fidelidad. En el Evangelio de este domingo la Iglesia nos pide el discernir los signos de los tiempos. Tenemos que prepararnos…

Quizás nos preguntemos, ¿Por qué repetir por dos mil años esta misma exhortación? ¿No será “lo mismo del año pasado”? Es necesario activar la memoria histórica. Necesitamos recordar que Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros. Dios en Jesús adoptó nuestra condición humana para hacerse uno con su creación y por amor ofrecerle la salvación. Necesitamos distinguir y discernir lo que está ocurriendo en nuestras vidas para poder apreciar lo que Dios ha hecho por nosotros. Dios se volvió un ser humano como tú y como yo. De esa manera dispuso que todo aquel que creyese tuviese vida eterna.

¡Este es el tiempo del Adviento! Tiempo de preparación intencional para recibir y celebrar el nacimiento del Nino Dios, la Palabra Encarnada, la Sabiduría que viene de lo alto… Al decorar nuestras residencias, al organizar nuestras fiestas y al montar nuestros nacimientos, también preparemos el corazón con lo que necesite. El perdonar, el tener misericordia, el sacramentalizar nuestra unión conyugal o el encontrarnos con Jesús en la confesión son maneras de leer los signos de los tiempos y de prepararnos. Por este tiempo adjunto a nuestra espera y preparación, sigamos la estrella que nos conduce a nuestra salvación y adorémosle.

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