Padre Claudio Díaz Jr.

¡Celebremos el nacimiento de nuestra Iglesia!

miércoles, mayo 29, 2019

Con la fiesta de Pentecostés celebramos el nacimiento de nuestra Iglesia. Desde sus orígenes humildes y simples, Jesús seleccionó a un grupo de hombres para llevar a cabo su misión de llevar el evangelio a todo el mundo. No escogió a los eruditos ni a los poderosos ni a los socialmente capacitados. Fueron más bien una tripulación abigarrada. Jesús eligió a los pescadores, recaudadores de impuestos, los inexpertos y jóvenes para que caminaran con él durante tres años y aprendieran la voluntad de Dios a través de Su hijo y nuestro salvador.

Pero después de todo este tiempo, los milagros, sermones, teofonías, crucifixión, resurrección y la comisión, todavía tenían miedo. Había entre ellos un sentimiento de abandono, de imprevisibilidad e incertidumbre. Es posible que se hayan hecho la pregunta, ¿ahora qué?

Así que imagina a este grupo de hombres fuertes, ásperos y de temperamento violento acurrucados en una habitación por temor a los líderes religiosos judíos y quizás a las autoridades romanas. Pedro estaba allí, el mismo Pedro que no dudó en golpear a un soldado con una espada durante el arresto de Jesús. También estaba allí Mateo, quien antes de encontrarse con Jesús no pensó dos veces en explotar al pueblo judío, devorando las casas de las viudas y los muy pobres. ¡Estaban todos allí y tenían miedo!

Pero cuando estando en oración con la Virgen María en el aposento alto, un toque de luz, un viento rugiente y un momento de iluminación los tomó por sorpresa. El Espíritu Santo descendió sobre todos ellos y cambió sus vidas, dando a estos hombres, una vez tímidos e inseguros, el coraje de ir a las calles, al mundo y predicar la Palabra de Dios. No sólo se transformaron en una nueva conciencia y disposición que todos entendieron. Salieron de esa sala inteligibles, confiados y vivos para reclamar su vocación de crear comunidad, ser mensajeros y amar.

A través de la historia de la Iglesia, el Espíritu Santo ha guiado los corazones de aquellos que están abiertos a su mensaje. El Espíritu Santo estaba con Catalina de Siena cuando ella abogó por el regreso del papado de Aviñón a Roma. Fue el Espíritu de la vida, lo que llevó a San Francisco de Asís a traer renovación y a fundar su orden mendicante y así el ser custodios de los lugares santos en Tierra Santa. Fue la acción del Espíritu Santo lo que inspiró a Juan XXIII a convocar al Concilio Vaticano II en su deseo de aggiornamento, actualizando las prácticas de la Iglesia y la teología operativa.

Pero el Espíritu Santo todavía no ha terminado. A la luz de estos recientes escándalos, denuncias y frenesí de los medios de comunicación que involucran a algunos miembros de nuestro presbiterio, él nos dejará saber qué hacer. Él descenderá, una vez más sobre Su Iglesia y nos dará el coraje y la sabiduría necesarios para hacer lo correcto, lo que se necesita y lo que es justo. Él nos enseñará cómo retribuir a las víctimas y ayudarlas, cómo llevar a los perpetradores ante la justicia y cómo actuar con compasión y una actitud de sabiduría orante, sin buscar respuestas rápidas, no confundir los problemas, pero una vez más reconstruyendo el Cuerpo de Cristo.

Como podemos ver claramente, el Espíritu Santo tiene mucho que hacer. Al reflexionar sobre nuestra apertura para recibirlo, permitámosle que nos forme a nosotros y a su Iglesia. “Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor”. ¡Feliz cumpleaños Iglesia!

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