Padre Claudio Díaz Jr.

El 4 de junio celebramos Pentecostés

jueves, junio 1, 2017

Con la celebración de Pentecostés celebramos el cumpleaños de la Iglesia. Dentro de los orígenes humildes y sencillos, Jesús seleccionó un grupo de hombres como Apóstoles para llevar  a cabo la misión de llevar el Evangelio y la Buena Nueva a todo el mundo. Jesús no seleccionó a los letrados y poderosos ni a los de alta posición social o económica de su tiempo. Al contrario, selecciona a un grupo de hombres no prominentes dentro de la sociedad Galilea como pescadores, un cobrador de impuestos, inexpertos y jóvenes para caminar con él por tres años y aprender la voluntad de Dios a través de su Hijo y nuestro Salvador.

La verdad del caso fue que a pesar de haber pasado todo ese tiempo con el Maestro, haber visto sus milagros, escuchado sus sermones, ser testigos de varios signos y expresiones extraordinarias de su amor, presenciado sus teofanías, después de vivir su crucifixión y resurrección todavía tenían miedo. Todavía para ellos había un sentido de abandono, de lo impredecible e incierto. Seguramente la pregunta que se hacían fue, ¿Y ahora qué?

Imaginémonos este grupo de hombres fuertes, ásperos, volátiles, “de armas tomar”, todos amedrentados, esquinados en el aposento alto por miedo al liderazgo judío y la autoridad romana. Pedro estuvo allí, el mismo Pedro que no titubeó en atacar a un criado con la espada durante el arresto de Jesús. Mateo estuvo allí, el cual antes de conocer a Jesús seguramente no lo pensaba dos veces en colectar impuestos del pueblo judío, devorando las casa de los pobres. Todos estaban allí y todos tenían miedo.

Pero al estar unidos en oración con la santísima Virgen María, un punto de luz, una ráfaga de viento y un momento de iluminación los sorprendió. El Espíritu Santo descendió sobre todos ellos y cambió el significado de sus vidas dándoles a este grupo de hombres inseguros y temerosos el valor de ir a las calles, ir al mundo y predicar la Palabra de Dios. No simplemente fueron transformados con una nueva concientización y disposición porque pudieron entender sino también pudieron ser entendidos por los demás.

 

A través de la historia de la Iglesia el Espíritu Santo ha guiado los corazones de aquellos quienes están abiertos a su mensaje. El Espíritu Santo estuvo con Santa Catalina de Siena cuando ella le insistió al papa que regresara el papado que se encontraba en Aviñón, Francia, a Roma. Fue el Espíritu de Verdad quien movió a San Francisco de Asís en traer la renovación de la Iglesia y fundar su orden religiosa, los franciscanos, y así llevar a cabo una reforma espiritual en la Iglesia muy necesitada en su momento. Fue el Espíritu Santo quien inspiró al Papa Juan XXIII a llamar a colación el Concilio Vaticano II en su deseo por un aggiornamiento (poner al día) de las prácticas y la teología operativa de la Iglesia.

Pero el Espíritu Santo no ha terminado. Él continúa asistiéndonos a nivel de la Iglesia y a nivel personal. Mientras la vida nos presenta situaciones, retos y desafíos que ni siquiera nos imaginábamos, el Espíritu nos orienta, ilumina y nos indica el camino a seguir. Al avanzar la tecnología y el conocimiento humano, cambia la vida, evoluciona, creando nuevas situaciones. A la luz de desafíos recientes y situaciones no previstas el Espíritu Santo, el mismo nos dejará saber lo que tenemos que hacer. Él descenderá nuevamente sobre su Iglesia, sobre nosotros, dándonos el valor y la sabiduría para poder hacer lo que es correcto, lo que es necesario, lo que es justo… Él nos enseñará cómo hacer retribución a las víctimas de cualquier abuso y ayudarles cristianamente. Él nos mostrará cómo llevar a la justicia a aquellos que cometen crímenes contra Dios y el prójimo. Él nos guiará en operar con compasión y en una actitud de oración, no buscando por soluciones rápidas ni de naturaleza draconianas, que soluciones donde reine la sabiduría, el bien común y que sean llenas de claridad y entendimiento reivindicando el Cuerpo de Cristo tan fragmentado.

Queda claro que el Espíritu Santo tiene mucho trabajo que hacer en nuestro país, nuestra Iglesia y nuestras vidas. Al reflexionar sobre nuestra apertura hacia Él permitamos que Él modele y remodele nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestra Iglesia y nuestras vidas. “Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor”. ¡Feliz cumpleaños querida Iglesia!

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