Monseñor Michael Boland

Tomar conciencia sobre el problema de la pobreza

sábado, diciembre 31, 2016

“Entre nuestras tareas, como testigos del amor de Cristo, está la de dar voz al clamor de los pobres…” las palabras poderosas del Papa Francisco son un recordatorio importante durante el mes de enero, designado como el mes de la concientización sobre la pobreza. Al empezar un nuevo año, el mes de la concientización sobre la pobreza nos anima a ser más “conscientes” de la pobreza a nuestro alrededor.

Para aclarar, todos sabemos que la pobreza existe. Vemos la pobreza en la calle, o escuchamos las últimas estadísticas económicas y de la pobreza en las noticias. Sin embargo, el Papa Francisco nos urge a ser “conscientes” de la pobreza a un nivel más profundo, personal y espiritual. Nos pide abrir nuestros corazones en solidaridad con los pobres, parándonos con ellos y tomando acción para eliminar el sufrimiento humano porque ellos son nuestros hermanos y hermanas en Cristo.

Su Santidad ha pedido repetidamente a los fieles desafiar la creciente tendencia de indiferencia –el ver la pobreza pero actuar como si no fuera nuestro problema. Como el buen Samaritano, debemos intervenir con la preocupación de ayudar a los a que nunca hemos conocido, pero están unidos a nosotros en el Reino de Dios.

Nuestra relación con los pobres toma un nuevo significado cuando nos damos cuenta de que Cristo se nos presenta a menudo envuelto en la pobreza. Lo encontramos en el hombre sin hogar, el niño hambriento, la persona vulnerable de tercera edad y la madre soltera que lucha por sobrevivir. Lo encontramos en el veterano discapacitado en busca de un hogar, el refugiado que comienza una vida nueva en una tierra extraña y el joven con problemas que necesita orientación y apoyo. Detrás de cada llamada de ayuda esta una persona que nos evangeliza a Cristo. Dar la bienvenida y cuidar de los necesitados es una manera hermosa de acercarnos a Él y descubrir todo el bien que Él ha planeado para nosotros.

En septiembre, el Papa Francisco canonizó a Santa Madre Teresa. No puedo pensar en un ejemplo más poderoso de cómo estar “consciente” de la pobreza con todo el corazón y el alma de uno, que este santo querido. Todo lo que hizo, lo hizo con gran amor. Cuidaba a los más pequeños entre nosotros, buscando a los que habían sido hechos a un lado sin tener nada aparte de su pobreza. Ella proporcionaba ayuda material muy necesaria y lo hacía con una profunda compasión que restauraba la dignidad humana a aquellos en necesidad desesperada.

Uno de mis pasajes favoritos de los escritos de Santa Madre Teresa me inspira más cada vez que lo leo “… Cristo viene con un disfraz angustiante, en el hombre hambriento, en el hombre solitario, en el niño sin hogar y buscando refugio. Dios se ha identificado con los hambrientos, los enfermos, los desnudos, los desamparados; Hambre, no sólo por pan, sino por amor, por cuidado, por ser alguien para alguien; Desnudez, no sólo de vestimenta, sino desnudez de esa compasión que muy pocas personas dan a lo desconocido; Sin techo, no sólo por un refugio hecho de piedra, sino por la falta de vivienda que proviene de no tener a nadie que pueda llamar suyo.” Sí, los pobres necesitan de nuestra ayuda, pero también necesitan nuestro amor y aceptación. Todo el mundo es digno en los ojos de Dios; Nadie debe ser excluido u olvidado.

Durante este mes de la concientización sobre la pobreza, tomemos el reto ofrecido por el Papa Francisco de estar en solidaridad con los pobres, ofreciendo no solo nuestra caridad, sino nuestra compasión y amor. Seamos verdaderamente “conscientes” de la pobreza, reconociendo a Cristo en los más necesitados. A medida que levantemos a nuestros hermanos y hermanas en necesidad, tal vez incluso nos demos cuenta que ellos son los que realmente nos levantan a nosotros.

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