Internacional

La palabra de Dios, la misericordia, debe ser compartida con todos, dice el papa Francisco

Por Carol Glatz
viernes, febrero 3, 2023

El papa Francisco celebra un servicio de oración para marcar el fin de la Semana de Oración por la Unidad Cristiana en la Basílica de San Pablo, en Roma el 25 de enero. Foto: Vatican Media/CNS

VATICAN CITY (CNS) -- La Palabra de Dios, que sana y levanta a las personas, es para todos, dijo el papa Francisco.
Jesús “quiere llegar a los lejanos, quiere sanar a los enfermos, quiere salvar a los pecadores, quiere reunir a las ovejas perdidas y levantar a los que tienen el corazón cansado y agobiados”, dijo el Papa.
“Jesús ‘va más allá’ para decirnos que la misericordia de Dios es para todos”, dijo en su homilía durante la misa en la Basílica de San Pedro el 22 de enero, día de la celebración del domingo de la Palabra de Dios en la Iglesia.
Durante la misa, el Papa también instaló formalmente a siete hombres y mujeres en el ministerio de catequistas y otros tres en el ministerio de lectores. El papa Francisco entregó una Biblia a cada uno de los lectores y un crucifijo a los catequistas.
En su homilía, el Santo Padre dijo que el Señor invita a todos a la conversión e invita a sus discípulos a que “transmitan también a los demás la luz de la Palabra”.
Jesús está “siempre en movimiento, en camino hacia los demás”, dijo el Papa. “En ninguna ocasión de su vida pública nos da la idea de que sea un maestro estático, un doctor sentado en una cátedra; al contrario, lo vemos como itinerante, lo vemos peregrino, recorriendo pueblos y aldeas, encontrando rostros e historias”.
Jesús predica en lugares donde hay “pueblos sumidos en las tinieblas: extranjeros, paganos, mujeres y hombres de diversas regiones y culturas”, mostrando que su palabra “no está destinada sólo a los justos de Israel, sino a todos”.
“Además, si la salvación está destinada a todos, incluso a los más lejanos y perdidos, entonces el anuncio de la Palabra debe convertirse en la principal urgencia de la comunidad eclesial, como lo fue para Jesús”, dijo.
“Que no nos suceda profesar la fe en un Dios de corazón ancho y ser una Iglesia de corazón estrecho; me atrevo a decir que ésta sería una maldición”, dijo. “Que no suceda predicar la salvación para todos y hacer impracticable el camino para recibirla; que no nos pase sabernos llamados a llevar el anuncio del Reino y descuidar la Palabra, distrayéndonos en tantas actividades secundarias”.
“Pon tu vida bajo la Palabra de Dios”, dijo. “Todos, incluso los pastores de la Iglesia, estamos bajo la autoridad de la Palabra de Dios. No bajo nuestros propios gustos, tendencias y preferencias”.
La palabra de Dios “nos moldea, nos convierte y nos pide estar unidos en la única Iglesia de Cristo. Así pues, hermanos y hermanas, podemos preguntarnos: ¿dónde encuentra dirección mi vida?”
Cuando las personas reconozcan la presencia de Dios y den cabida a su palabra, “cambiará la perspectiva de sus vidas”.
“¿Qué debemos dejar atrás? Nuestros vicios y nuestros pecados, por supuesto, que son como anclas que nos sujetan a la orilla y nos impiden remar mar adentro”, dijo, pero también aquellas cosas que impiden “vivir plenamente, por ejemplo, los miedos, los cálculos egoístas, las garantías que provienen de mantenerse a salvo, viviendo una vida mediocre”.
Pidió a la gente que reflexione sobre “cuáles son las cosas materiales, las formas de pensar, las actitudes que necesito dejar atrás para decirle ‘sí’ como María y seguir mejor a Jesús”.

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