Internacional

Declaración del cardenal Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago, sobre la carta encíclica del papa Francisco ‘Fratelli Tutti’

Por Cardenal Blase J. Cupich
jueves, octubre 8, 2020

El papa Francisco firma su nueva encíclica en Asís, Italia, el 3 de octubre de 2020. Foto: Vatican Media/CNS

Fratelli tutti: sobre la fraternidad y la amistad social está destinada a ser un documento decisivo y cuerpo de enseñanza para el pontificado del papa Francisco. Con esta poderosa carta encíclica, dirigida a todas las personas de buena voluntad, el Santo Padre nuevamente nos recuerda por qué es considerado un prominente maestro moral —y en un momento extraordinariamente crítico y tenso de la historia humana.

“Fratelli tutti” representa una síntesis de la enseñanza social del papa Francisco. La encíclica se basa profundamente en escritos anteriores, particularmente “Laudato si’: sobre el cuidado de la casa común”, y sus alocuciones, especialmente aquellas dirigidas a la comunidad internacional. Su marco de trabajo es cristiano, pero su enfoque también es deliberadamente ecuménico e interreligioso. Por ejemplo, se basa en su colaboración con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb (vea el “Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común”, Abu Dhabi, 2019) y hace referencia a fuentes judías.

El papa comienza identificando los desafíos que resultan de la fragmentación y división que aquejan a la humanidad a nivel personal, nacional e internacional. Estos incluyen la violencia, la posibilidad de guerra y disturbios civiles, el racismo, la degradación del medio ambiente, el “descarte” de los pobres y vulnerables, las crisis provocadas por la migración de personas desesperadas, economías que benefician a grupos privilegiados, y una estridencia y tosquedad que marcan nuestro discurso público y comunicaciones privadas e incapacitan las posibilidades para una conexión humana real. El título de este primer capítulo captura el tono: “Las sombras de un mundo cerrado”.

Él ofrece después una penetrante reflexión sobre la Parábola del Buen Samaritano en el segundo capítulo, “Un extraño en el camino”, que involucra a cada uno de nosotros y a la comunidad global en un autoexamen de conciencia: “Enfrentamos cada día la opción de ser buenos samaritanos o indiferentes viajantes que pasan de largo”.

En su tercer capítulo, “Pensar y gestar un mundo abierto”, comienza un proyecto constructivo que ocupa el resto de la encíclica al volver a imaginar una manera nueva y esperanzadora de vivir juntos, una que está en última instancia enraizada en el amor y respeto por la dignidad de todas las personas. Él termina este capítulo con estas poderosas palabras: “…si se acepta el gran principio de los derechos que brotan del solo hecho de poseer la inalienable dignidad humana, es posible aceptar el desafío de soñar y pensar en otra humanidad. Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos. Este es el verdadero camino de la paz, y no la estrategia carente de sentido y corta de miras de sembrar temor y desconfianza ante amenazas externas. Porque la paz real y duradera sólo es posible ‘desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana’” [“Discurso sobre las armas nucleares”, 2019].

Esta visión nueva y esperanzadora involucra una apertura y un interés hacia aquellos que son diferentes, llevando al enriquecimiento que surge del intercambio de dones (capítulo 4), un mejor tipo de política (capítulo 5) y una cultura de diálogo y amistad. La visión que describe tiene marcado contraste con una manera predominante de hacer negocios políticos: venganza por pérdidas pasadas, el uso de la fuerza y una visión de la ganancia económica como primordial (capítulo 6).

Al final, el papa Francisco invoca al santo que impulsó sus reflexiones y el título de la encíclica, San Francisco. Pero, fiel al deseo del papa de involucrar a la comunidad global en esta crucial conversación, él se asocia con personas fieles más allá del mundo católico que dan testimonio de fraternidad y amistad social: Dr. Martin Luther King Jr., Desmond Tutu, Mahatma Gandhi y muchos otros.

Asumamos esta conversación como hermanos y hermanas.

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