Internacional

Mensaje del Papa Francisco al pueblo de Chicago

Por Vatican City
martes, abril 4, 2017

Querido Hermano:
Por favor transmita al pueblo de Chicago que los he tenido en mi mente y en mis oraciones. Estoy enterado de que muchas de sus familias han perdido seres queridos a causa de la violencia. Quiero decirles que estoy cerca de ellos, que comparto su dolor y ruego a Dios para que a través de su gracia puedan vivir y experimentar la sanación y la reconciliación.

Quiero asegurarle que el compromiso que usted y muchos otros líderes locales están teniendo para promover la no violencia como una forma de vida y un camino para la paz cuenta con todo mi apoyo. Sé que están señalando ese esfuerzo con una invitación a todas las personas de buena voluntad, para caminar por la paz el Viernes Santo en aquellas zonas afectadas por la violencia. Ese día, mientras realice mi propio Vía Crucis en Roma, acompañaré con mi oración a todos aquellos que caminen con usted y a todas las personas que han sido víctimas de la violencia.

Lamentablemente, como usted me dijo, personas de diverso origen étnico, social y económico hoy son víctimas de discriminación, indiferencia, injusticia y violencia. Debemos rechazar esa exclusión y ese aislamiento y dejar de pensar en cualquier grupo como los “otros”; mejor pensemos en ellos como nuestros propios hermanos y hermanas. Esta apertura, de corazón y de mente, debe ser cultivada y nutrida en los hogares y en las escuelas.

Andar el camino de la paz no siempre es fácil, pero es la única respuesta autentica a la violencia. Como afirmo el Dr. Martin Luther King Jr., la humanidad “debe hacer evolucionar un método para todos los conflictos humanos, que rechace la agresión y la venganza. El fundamento de ese método es el amor”.

Invito a todas las personas, especialmente a los hombres y mujeres jóvenes, a dar respuesta a las proféticas palabras del Dr. King, y a que sepan que una cultura de la no violencia no es un sueño inalcanzable, sino un camino que ha producido resultados decisivos. La práctica constante de la no violencia ha roto barreras, ha reparado heridas, ha sanado a naciones, y puede curar a Chicago.

Pido a nuestro Señor que el pueblo de su hermosa ciudad nunca pierda la esperanza, que trabajen unidos para convertirse en constructores de paz, mostrando a las generaciones venideras el verdadero poder del amor.

También le pido que rece por mí.

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