Internacional

El Papa promueve al arzobispo Cupich al Colegio Cardenalicio

Por Cindy Wooden
miércoles, noviembre 30, 2016

Ciudad del Vaticano - en la víspera de la clausura del Jubileo de la Misericordia, el arzobispo Cupich se unió al Colegio Cardenalicio durante un servicio en la Basílica de San Pedro en Roma el pasado 19 de noviembre. Esa mañana el Papa Francisco promovió a 17 hombres al Colegio Cardenalicio.

Durante la hora y 15 minutos que duró la liturgia de la Palabra, el Papa Francisco pidió a estos hombres declarar su fidelidad a la iglesia católica universal.

Después de hacer el juramento de fidelidad al Papa Francisco y a sus sucesores, cada cardenal se acercó al Papa y se arrodilló ante él. El Papa entregó a cada uno de ellos los símbolos del cardenal: un birrete rojo, un anillo y una iglesia en Roma.

La asignación de una iglesia es señal de que ahora son miembros del clero de la diócesis papal.

Durante su homilía, el Papa Francisco dijo a los cardenales que deben perdonar a sus enemigos.

“Nos encontramos frente a una de las características más propias del mensaje de Jesús, allí donde esconde su fuerza y su secreto; allí radica la fuente de nuestra alegría, la potencia de nuestro andar y el anuncio de la buena nueva. El enemigo es alguien a quien debo amar”, señaló. “en el corazón de dios no hay enemigos, dios tiene hijos e hijas. Nosotros levantamos muros, construimos barreras y clasificamos a las personas.”

El Papa Francisco también advirtió a los nuevos cardenales acerca de “fuertes cuestionamientos e interrogantes a escala mundial” que plagan el mundo de hoy.

“El virus de la polarización y la enemistad se nos cuela en nuestras formas de pensar, de sentir y de actuar. No somos inmunes a esto y tenemos que velar para que esta actitud no cope nuestro corazón, porque iría contra la riqueza y la universalidad de la iglesia que podemos palpar en este Colegio Cardenalicio”, manifestó el Papa. “Venimos de tierras lejanas, tenemos diferentes costumbres, color de piel, idiomas y condición social; pensamos distinto e incluso celebramos la fe con ritos diversos. Y nada de esto nos hace enemigos, al contrario, es una de nuestras mayores riquezas.”

El color rojo del gorro y las vestiduras de un cardenal simbolizan la voluntad del cardenal para derramar su sangre por la fe. El anillo, que lleva una imagen de los Santos Pedro y Pablo, simboliza su conexión con el sucesor de Pedro.

La iglesia asignada al Cardenal Cupich es la Basílica de San Bartolomé en la isla, que se encuentra situada de manera singular en una pequeña isla en el río Tíber. El Cardenal George tuvo asignada la misma iglesia. El Cardenal Cupich no tendrá ayuda alguna en cuanto al funcionamiento del día a día de la parroquia, pero se espera que ofrezca apoyo financiero y de otro tipo a la iglesia y hará visitas regulares allí cuando se encuentre en Roma.

Se espera que los cardenales sirvan al Papa hasta que alcanzan la edad de 80 años, cuando ya no pueden votar en un cónclave. Cuatro de los hombres nombrados cardenales el 19 de noviembre tienen más de 80 años y fueron nombrados cardenales honorarios debido a su destacada labor dentro de la iglesia.

Uno de ellos, de 87 años de edad, el Cardenal Sebastián Koto Khoarai, obispo emérito de Mohale’s Hoek, Lesoto, fue nombrado cardenal a pesar de que no pudo viajar a Roma.

Después del servicio, el Papa Francisco llevó a los nuevos cardenales para que saludaran al Papa emérito Benedicto XVI en el monasterio Mater Ecclesiae, su residencia en los jardines del Vaticano. El Papa emérito saludó a cada cardenal, les dio las gracias por visitarlo y les aseguró, “Mis oraciones los acompañarán siempre”.

El Cardenal Mario Zenari, embajador del Papa en Siria, habló en nombre de los nuevos cardenales, prometiendo al Papa Francisco que ellos y toda la iglesia seguirían siendo enviados de la misericordia de Dios, inclinándose para ayudar a los que “son dejados medio muertos al borde de la carretera, heridos en cuerpo y alma”“.

La lectura del Evangelio en el concilio fue la versión de San Lucas del sermón de Jesús a sus discípulos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman”.

“Son cuatro acciones que fácilmente realizamos con nuestros amigos, con las personas más o menos cercanas, cercanas en el afecto, en la idiosincrasia, en las costumbres”, explicó el Papa Francisco. Pero Jesús, sin andarse con rodeos, llama a sus seguidores a más.

“Con quien está delante de nosotros como un adversario, como un enemigo”, dijo el Papa, “nuestra actitud primera e instintiva es descalificarlos, desautorizarlos, maldecirlos; buscamos en muchos casos «demonizarlos», a fin de tener una «santa» justificación para sacárnoslos de encima”.

En Dios, dijo, no hay enemigos. Sólo hay hermanos y hermanas para amar.

Todas las personas son acogidas por el amor de Dios, expresó. “Nosotros levantamos muros, construimos barreras y clasificamos a las personas”.

Así como Dios ama y perdona al papa y a los cardenales por su pecaminosidad, dijo, así mismo deben amar y perdonar a los demás, deben experimentar “conversión para nuestro pobre corazón que tiende a juzgar, dividir, oponer y condenar”.

Muchos católicos y dignatarios de Chicago viajaron a Roma para participar en el concilio y la clausura del Jubileo de la Misericordia el pasado 20 de noviembre. Extensión Católica, una organización con sede en Chicago que apoya “la misión diocesana” en los Estados Unidos, llevó una gran peregrinación a la Ciudad Eterna. De acuerdo con los estatutos de la organización, el Arzobispo de Chicago ejerce como canciller de Extensión Católica. El Padre Jack Wall, presidente de la organización, se alegró por la promoción del arzobispo a cardenal, dijo.

Durante el concilio, el Papa Francisco estaba llamando a los cardenales a ser uno con su misión, expresó Wall durante una recepción que se realizó para los cardenales en el Colegio de América del Norte posterior a la liturgia.

“Creo que eso es lo que me emociona sobre el Cardenal Cupich, porque creo que abraza totalmente la misión del Papa Francisco”, manifestó Wall. “De una manera muy particular, Extensión Católica es una de las expresiones de eso. Su misión integral es la de llegar a los márgenes y a las periferias de la sociedad estadounidense y de nuestra propia cultura”.

Lauren Tang asistió al concilio como parte de una peregrinación de adultos jóvenes de la Catedral del Santo Nombre. La peregrinación fue planeada hace más de un año, por lo cual Tang consideró que era providencial que los peregrinos pudieran asistir a la ceremonia. Ella también se sorprendió de lo corto que fue el servicio.

A pesar de tener boletos para estar sentados, para el momento en que el grupo de peregrinos pasó la seguridad todos los asientos estaban ocupados, por lo que los adultos jóvenes observaron el servicio mirando por encima de las barricadas de madera que separaban los asientos del resto de la basílica.

“Desearía haber estado un poco más cerca para poder ver un poco mejor, pero he visto lo suficiente como para sentirme incluida y sentir como si hubiese tenido una buena experiencia, estar en el mismo edificio y haber sido parte de la misma ceremonia que el Papa y todos los cardenales”, comentó.

De cara al futuro, Tang tiene algunas expectativas del Cardenal Cupich.

“Espero que sea más cercano a la feligresía común y corriente en lugar de que sea lejano. El temor que tengo de la gente que asciende en jerarquía es que se alejan físicamente de su rebaño”, expresó. “Espero que se quede cerca de nosotros, sencillo, humano para nosotros”.

Ann Wilson, tía del Cardenal Cupich, estaba entre un gran contingente del extenso círculo familiar del Cardenal Cupich que asistió al concilio.

Su nuevo papel no la sorprendió y “no va a cambiarlo”, afirmó.

“Yo sabía que iba a ser cardenal”, manifestó. “Blase siempre será Blase.”

Aportaciones: Cindy Wooden, Catholic News Service

Ciudad del Vaticano - en la víspera de la clausura del Jubileo de la Misericordia, el arzobispo Cupich se unió al Colegio Cardenalicio durante un servicio en la Basílica de San Pedro en Roma el pasado 19 de noviembre. Esa mañana el Papa Francisco promovió a 17 hombres al Colegio Cardenalicio.

Durante la hora y 15 minutos que duró la liturgia de la Palabra, el Papa Francisco pidió a estos hombres declarar su fidelidad a la iglesia católica universal.

Después de hacer el juramento de fidelidad al Papa Francisco y a sus sucesores, cada cardenal se acercó al Papa y se arrodilló ante él. El Papa entregó a cada uno de ellos los símbolos del cardenal: un birrete rojo, un anillo y una iglesia en Roma.

La asignación de una iglesia es señal de que ahora son miembros del clero de la diócesis papal.

Durante su homilía, el Papa Francisco dijo a los cardenales que deben perdonar a sus enemigos.

“Nos encontramos frente a una de las características más propias del mensaje de Jesús, allí donde esconde su fuerza y su secreto; allí radica la fuente de nuestra alegría, la potencia de nuestro andar y el anuncio de la buena nueva. El enemigo es alguien a quien debo amar”, señaló. “en el corazón de dios no hay enemigos, dios tiene hijos e hijas. Nosotros levantamos muros, construimos barreras y clasificamos a las personas.”

El Papa Francisco también advirtió a los nuevos cardenales acerca de “fuertes cuestionamientos e interrogantes a escala mundial” que plagan el mundo de hoy.

“El virus de la polarización y la enemistad se nos cuela en nuestras formas de pensar, de sentir y de actuar. No somos inmunes a esto y tenemos que velar para que esta actitud no cope nuestro corazón, porque iría contra la riqueza y la universalidad de la iglesia que podemos palpar en este Colegio Cardenalicio”, manifestó el Papa. “Venimos de tierras lejanas, tenemos diferentes costumbres, color de piel, idiomas y condición social; pensamos distinto e incluso celebramos la fe con ritos diversos. Y nada de esto nos hace enemigos, al contrario, es una de nuestras mayores riquezas.”

El color rojo del gorro y las vestiduras de un cardenal simbolizan la voluntad del cardenal para derramar su sangre por la fe. El anillo, que lleva una imagen de los Santos Pedro y Pablo, simboliza su conexión con el sucesor de Pedro.

La iglesia asignada al Cardenal Cupich es la Basílica de San Bartolomé en la isla, que se encuentra situada de manera singular en una pequeña isla en el río Tíber. El Cardenal George tuvo asignada la misma iglesia. El Cardenal Cupich no tendrá ayuda alguna en cuanto al funcionamiento del día a día de la parroquia, pero se espera que ofrezca apoyo financiero y de otro tipo a la iglesia y hará visitas regulares allí cuando se encuentre en Roma.

Se espera que los cardenales sirvan al Papa hasta que alcanzan la edad de 80 años, cuando ya no pueden votar en un cónclave. Cuatro de los hombres nombrados cardenales el 19 de noviembre tienen más de 80 años y fueron nombrados cardenales honorarios debido a su destacada labor dentro de la iglesia.

Uno de ellos, de 87 años de edad, el Cardenal Sebastián Koto Khoarai, obispo emérito de Mohale’s Hoek, Lesoto, fue nombrado cardenal a pesar de que no pudo viajar a Roma.

Después del servicio, el Papa Francisco llevó a los nuevos cardenales para que saludaran al Papa emérito Benedicto XVI en el monasterio Mater Ecclesiae, su residencia en los jardines del Vaticano. El Papa emérito saludó a cada cardenal, les dio las gracias por visitarlo y les aseguró, “Mis oraciones los acompañarán siempre”.

El Cardenal Mario Zenari, embajador del Papa en Siria, habló en nombre de los nuevos cardenales, prometiendo al Papa Francisco que ellos y toda la iglesia seguirían siendo enviados de la misericordia de Dios, inclinándose para ayudar a los que “son dejados medio muertos al borde de la carretera, heridos en cuerpo y alma”“.

La lectura del Evangelio en el concilio fue la versión de San Lucas del sermón de Jesús a sus discípulos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman”.

“Son cuatro acciones que fácilmente realizamos con nuestros amigos, con las personas más o menos cercanas, cercanas en el afecto, en la idiosincrasia, en las costumbres”, explicó el Papa Francisco. Pero Jesús, sin andarse con rodeos, llama a sus seguidores a más.

“Con quien está delante de nosotros como un adversario, como un enemigo”, dijo el Papa, “nuestra actitud primera e instintiva es descalificarlos, desautorizarlos, maldecirlos; buscamos en muchos casos «demonizarlos», a fin de tener una «santa» justificación para sacárnoslos de encima”.

En Dios, dijo, no hay enemigos. Sólo hay hermanos y hermanas para amar.

Todas las personas son acogidas por el amor de Dios, expresó. “Nosotros levantamos muros, construimos barreras y clasificamos a las personas”.

Así como Dios ama y perdona al papa y a los cardenales por su pecaminosidad, dijo, así mismo deben amar y perdonar a los demás, deben experimentar “conversión para nuestro pobre corazón que tiende a juzgar, dividir, oponer y condenar”.

Muchos católicos y dignatarios de Chicago viajaron a Roma para participar en el concilio y la clausura del Jubileo de la Misericordia el pasado 20 de noviembre. Extensión Católica, una organización con sede en Chicago que apoya “la misión diocesana” en los Estados Unidos, llevó una gran peregrinación a la Ciudad Eterna. De acuerdo con los estatutos de la organización, el Arzobispo de Chicago ejerce como canciller de Extensión Católica. El Padre Jack Wall, presidente de la organización, se alegró por la promoción del arzobispo a cardenal, dijo.

Durante el concilio, el Papa Francisco estaba llamando a los cardenales a ser uno con su misión, expresó Wall durante una recepción que se realizó para los cardenales en el Colegio de América del Norte posterior a la liturgia.

“Creo que eso es lo que me emociona sobre el Cardenal Cupich, porque creo que abraza totalmente la misión del Papa Francisco”, manifestó Wall. “De una manera muy particular, Extensión Católica es una de las expresiones de eso. Su misión integral es la de llegar a los márgenes y a las periferias de la sociedad estadounidense y de nuestra propia cultura”.

Lauren Tang asistió al concilio como parte de una peregrinación de adultos jóvenes de la Catedral del Santo Nombre. La peregrinación fue planeada hace más de un año, por lo cual Tang consideró que era providencial que los peregrinos pudieran asistir a la ceremonia. Ella también se sorprendió de lo corto que fue el servicio.

A pesar de tener boletos para estar sentados, para el momento en que el grupo de peregrinos pasó la seguridad todos los asientos estaban ocupados, por lo que los adultos jóvenes observaron el servicio mirando por encima de las barricadas de madera que separaban los asientos del resto de la basílica.

“Desearía haber estado un poco más cerca para poder ver un poco mejor, pero he visto lo suficiente como para sentirme incluida y sentir como si hubiese tenido una buena experiencia, estar en el mismo edificio y haber sido parte de la misma ceremonia que el Papa y todos los cardenales”, comentó.

De cara al futuro, Tang tiene algunas expectativas del Cardenal Cupich.

“Espero que sea más cercano a la feligresía común y corriente en lugar de que sea lejano. El temor que tengo de la gente que asciende en jerarquía es que se alejan físicamente de su rebaño”, expresó. “Espero que se quede cerca de nosotros, sencillo, humano para nosotros”.

Ann Wilson, tía del Cardenal Cupich, estaba entre un gran contingente del extenso círculo familiar del Cardenal Cupich que asistió al concilio.

Su nuevo papel no la sorprendió y “no va a cambiarlo”, afirmó.

“Yo sabía que iba a ser cardenal”, manifestó. “Blase siempre será Blase.”

Aportaciones: Cindy Wooden, Catholic News Service

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