Estados Unidos

Obispo recuerda vidas de migrantes en una misa sobre las aguas de Rio Bravo

Por Rhina Guidos
miércoles, noviembre 30, 2022

Migrantes de Venezuela caminan por una vereda después de cruzar el Río Grande en Del Rio, Texas, en mayo de 2022. Foto: Marco Bello, Reuters/CNS

WASHINGTON (CNS) -- Desde un altar colocado en una plataforma justo sobre las aguas del Río Bravo, el cual divide EE. UU. y México, el obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, celebró una misa el 5 de noviembre para recordar a los migrantes que murieron, llevados por la corriente, tratando de cruzar el rio o a lo largo de la frontera en 2022.

En particular, recordó a una niña de 5 años llamada Margareth Sofía, quien murió unos días antes en el río.

“Ella venía de un pueblo pobre del sureste de Guatemala”, dijo el obispo en su homilía, recordando las noticias de su muerte. “La niña de 5 años soñaba con trabajar algún día en Kansas, donde tenía parientes. Quería ganar suficiente dinero, junto con su madre, para ayudar a su hermano discapacitado de 9 años”.

Tratando de alcanzar ese sueño, comenzó a cruzar el río, guiada por la mano de su madre el 24 de agosto. En cuestión de momentos, la corriente se la llevó.

Autoridades recuperaron su pequeño cuerpo del río.

“Normalmente el Río Grande/Río Bravo, no tiene suficiente agua para ser una amenaza para nadie”, dijo el obispo. “Pero recuerdas las fuertes tormentas que tuvimos a fines de agosto”.

Los medios locales en español en El Paso informaron que Margareth Sofia fue la cuarta menor de edad en morir en el río en un lapso de 24 horas a fines de agosto en el paso popular para los que cruzan la frontera.

La misa del fin de semana, solo unos días después del Día de los Muertos, marcó la 25ª vez que las ciudades fronterizas de El Paso, Las Cruces, Nuevo México y Ciudad Juárez, México, se han reunido para orar por los que han muerto tratando de llegar a los Estados Unidos.

Hasta la fecha, este año, dijo Monseñor Seitz, las autoridades fronterizas han informado de 853 muertes de migrantes solo en el lado fronterizo de los Estados Unidos. Es un número que no incluye a los que han muerto en el Tapón del Darién, una espesa jungla que conecta América del Sur y Central por donde viajan muchos migrantes tratando de evitar a las autoridades.

Las estadísticas tampoco muestran quiénes han muerto a manos del crimen organizado en México y Centroamérica, dijo.

“Hoy, al reunirnos, somos conscientes de que hay muchos que no han llegado sanos y salvos a este destino terrenal temporal”, dijo Monseñor Seitz. “Es posible que sus historias nunca se cuenten hasta que los encontremos en el reino de Dios… Cada una de estas muertes marca a un ser querido perdido, pero nunca olvidado, un dolor que nunca terminará, una historia que merece ser contada”.

Monseñor Seitz, quien se convertirá en el presidente del comité de migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos a mediados de noviembre, se unió a los obispos José Guadalupe Torres Campos de Ciudad Juárez, México  y Peter Baldacchino de Las Cruces. Concelebraron la Misa.