El arzobispo de Filadelfia, Nelson J. Pérez, saluda al final de su Misa de toma de posesión en la Catedral Basílica de los santos Pedro y Pablo en Filadelfia el 18 de febrero de 2020. Foto: Sarah Webb, CatholicPhilly.com/CNS
FILADELFIA (CNS) -- El arzobispo Nelson J. Pérez, de 58 años, fue instalado como nuevo arzobispo de Filadelfia el 18 de febrero en la catedral Basílica de San Pedro y San Pablo, convirtiéndose en el arzobispo católico más joven de los Estados Unidos y el tercer arzobispo de la nación de ascendencia hispana. Sus padres emigraron desde Cuba. Un grito, que subió de la desbordante congregación de más de 2,000 reunidos en la basílica además de los innumerables que lo veían en la televisión e internet, confirmó no solo una mera bienvenida para un arzobispo, sino una bienvenida a un hijo del pueblo. El arzobispo Pérez había sido ordenado sacerdote de la arquidiócesis de Filadelfia en esta misma catedral en 1989. En una salida del protocolo que dicta que el celebrante espere al final de la procesión para entrar en la iglesia antes de la Misa, el arzobispo Pérez se detuvo a la puerta de la catedral saludando a los cientos de sacerdotes arquidiocesanos y diocesanos con cálidos apretones de mano, abrazos y sonrisas. Se encontraba entre los suyos. Y eso no sería la única expresión de este tipo del día. El arzobispo reconoció la presencia de los dos anteriores arzobispos de Filadelfia ahora retirados, el cardenal Justin Rigali y el arzobispo Charles J. Chaput, a quien elogió por su “gran firmeza” al tomar difíciles decisiones sobre la vida parroquial y las finanzas arquidiocesanas durante los ocho años de su administración, “que le atrajeron gran sufrimiento y críticas”, dijo el arzobispo Pérez. Elogió “la fidelidad y el valor” de su predecesor y dijo que la arquidiócesis “debe a este hombre una deuda de gratitud”, lo que provocó el aplauso en pie de la congregación. No esquivó la crisis de abuso sexual del clero, a la que llamó, “una triste traición de algunos de los nuestros, que hirió profundamente a quienes precisamente deberían estar sirviendo”. “Lo sentimos profundamente”, dijo, prometiendo “trabajar con esperanza, para que seamos la fuente de sanación”. La esperanza y en particular “Jesús, esperanza del mundo”, fue el tema de la homilía del arzobispo Pérez.