Estados Unidos

Obispo de la frontera denuncia palabras de odio, militarización de la frontera

Por Rhina Guidos
martes, agosto 1, 2017

El obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, toca las manos de personas en México a través de una cerca fronteriza después de una misa en Sunland Park, N.M., en esta foto de archivo de 2014. (Foto CNS/Bob Roller)

WASHINGTON (CNS) – Denunciando la "demonización de los migrantes”, la retórica de odio, la militarización de la frontera y un sistema que divide familias, el obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, llamó a los católicos a prestar atención a las enseñanzas de la iglesia de dar la bienvenida a los migrantes.

En una carta pastoral del 18 de julio "Sorrow and Mourning Flee Away” (La tristeza y el luto huyen) sobre la migración y dirigida a la "Gente de Dios en la diócesis de El Paso", el obispo Seitz, quien da servicio a una comunidad fronteriza cerca de México, dijo que la seguridad del país no puede ser usada como un “pretexto para construir muros y cerrar puertas a los migrantes y refugiados”.

"Dios no creó un mundo que carece de espacio para todos en el banquete de la vida”, escribió.

Dice que a pesar que algunos pueden cuestionar sus reflexiones, “no estoy sustituyendo política por las enseñanzas de la iglesia”, pero como pastor, su “deber es con el Evangelio de Jesús Cristo”, escribió. Y el Evangelio en el Viejo Testamento es claro, dijo: “Trataras al extraño que reside con ustedes no diferente de los nativos nacidos entre ustedes”.

El obispo Seitz también criticó un sistema que "permite que algunos detengan a los seres humanos por lucro", mientras erosionan "el compromiso histórico a los refugiados y buscadores de asilo" del país.

En la carta, compartió anécdotas personales. Una involucra a una adolescente llamada Aura que conoció en una parroquia hermana en Honduras que luego decidió hacer el viaje hacia el norte para escapar la pobreza extrema y la violencia. Ella fue capturada por autoridades de inmigración y terminó en un centro de detención en El Paso pero no sin antes experimentar "serias heridas físicas y psicológicas".

Ella dejó Honduras por Estados Unidos porque había sido esclavizada por una pandilla y luego terminó siendo tratada como una criminal cuando buscaba refugio en Estados Unidos, escribió el obispo. También escribió acerca de una devota feligresa de Texas llamada Rosa, quien además de las largas horas como voluntaria, trabaja muchas horas cuidando a personas con discapacidades así como también limpiando casas para criar a su familia sola después que su esposo fue deportado.

"¡Aura es tu vecina! ¡Aura es tu hermana!", escribió el Obispo Seitz, y cuando se trata de Rosa, preguntó: "¿Quién puede negar que nuestra comunidad será disminuida sin la fe, el trabajo duro y las contribuciones de Rosa y su familia?

Él dijo que momentos de encuentro con dichos hermanos y hermanas migrantes pueden proveer oportunidades para una conversión pero lamentó que en cambio, la gente continúa con las viejas maneras de ver el mundo, con indiferencia, incluyendo una indiferencia hacia Dios.

"Esta creciente indiferencia hacia Dios parece existir lado a lado con una creciente frialdad hacia los pobres y los que sufren, como si no existieran”, escribió.

El obispo Seitz dijo que a pesar que el sistema de inmigración está roto y no ha sido arreglado en gran parte porque los “líderes electos todavía no han tenido el valor moral para promulgar una reforma de inmigración integral y permanente”, los migrantes no deben ser los que paguen el precio. 

"Sin embargo, los migrantes son tratados, como dice el Papa Francisco, como los ‘peones en el tablero de ajedrez de la humanidad’. Su trabajo y talentos son explotados pero se les niega las protecciones de la ley y son usados como los chivos expiatorios de nuestros males sociales y económicos”, escribió. 

Él alabó el trabajo de las comunidades fronterizas al dar la bienvenida a los extraños, y dijo que lugares como su diócesis, están llenos de “individuos heroicos, familias, pastores, religiosos, parroquias e instituciones que se dedican ellos mismos al servicio de los migrantes y refugiados” que sienten conflicto, hambre y persecución. Ellos también abogan por “leyes justas y contra la militarización de nuestra frontera”, escribió.

Como el pastor de una comunidad fronteriza, señaló que, él pidió a Dios que lo ayude a consolar, denunciar la injusticia y anunciar redención.  

"Soy pastor de una diócesis dividida por muros y puntos de control que separan a individuos de sus seres queridos. Soy obispo de un rebaño atemorizado por las luces intermitentes de los carros de policía en el retrovisor, que se pregunta si esta salida familiar o ese viaje a la casa desde el trabajo será el último”, escribió. "Yo soy (un) padre espiritual para miles de agentes de la Patrulla Fronteriza e ICE, que ponen en peligro sus vidas para detener el flujo de las armas y las drogas y aquellos que las llevan”.

"Muchos agentes tienen problemas de conciencia por la retórica política divisiva y los nuevos edictos llegando de Washington, D.C.", añadió el obispo Seitz. "Soy un ciudadano de una comunidad donde los niños se preocupan si su mamá o papá estará allí cuando regresen de la escuela".

Los migrantes, escribió, no solamente están buscando una vida mejor “sino la vida misma”.

Él pidió compasión y solidaridad con los migrantes y dijo que la iglesia “no puede permanecer de lado en la lucha por la justicia”.

A los hermanos y hermanas migrantes, dijo “¡Estamos con ustedes!”.

"Como su obispo, prometo mi compromiso de estar con ustedes en este tiempo de ansiedad y miedo. Prometo escucharlos, celebrar con ustedes, romper el pan con ustedes, orar con ustedes y llorar con ustedes”, escribió. “Ustedes poseen una dignidad que ninguna ley terrenal o corte puede quitar. Sus familias enriquecen nuestra comunidad y fortalecen nuestras parroquias. Su perseverancia, dedicación y entusiasmo por un futuro mejor renuevan nuestra esperanza”.

El obispo Seitz anunció que está estableciendo el Fondo Soñador para ofrecer asistencia financiera a los niños de las familias migrantes de tal manera que puedan asistir a escuelas católicas en la Diócesis de El Paso.

La Iglesia Católica, escribió, se considera a sí misma una madre para todos y por lo tanto ningún ser humano puede ser ilegal a sus ojos, agregó. Él motivó a las parroquias a convertirse en lugares de oración, estudio y diálogo sobre el asunto, “donde los católicos pueden participar en el trabajo de construir una frontera más humana a través de la educación y el apoyo”. 

"Debemos continuar denunciando el mal de la separación de familias, la militarización de nuestras comunidades fronterizas, la detención de inmigrantes con fines de lucro, el maltrato de los que buscan asilo y el menosprecio de nuestros hermanos y hermanas musulmanes", dijo.

El motivó a otros a aprender del trabajo y cultura de las comunidades fronterizas.

"Nuestra frontera es hermosa, rica en historia y cultura, fe y maravillas naturales. Este es un lugar donde personas de muchas culturas, idiomas y nacionalidades coexisten y progresan”, dijo el obispo Seitz. 

"Invito a los jóvenes, voluntarios, abogados y otros profesionales a pasar tiempo con nosotros en las oportunidades de servicio disponibles a través de nuestras muchas iglesias y organizaciones comunitarias”, concluyó. “La voz de las comunidades fronterizas debe ser tomada en consideración en la formación de políticas de control fronterizo y en los debates sobre la reforma migratoria. Rechacemos una mentalidad de hostilidad y trabajemos juntos en una cooperación generosa por el bien común”.