Llevar las riendas del proveedor privado de servicios humanos más grande del Medio Oeste durante el COVID, así como en la actual etapa de regreso a la estabilidad en un entorno de inflación elevada y necesidades cada vez mayores, no es tarea para temerosos. La urgencia de nuestros tiempos Los niveles de necesidad en nuestro país y en nuestra región nunca habían sido tan elevados. Cincuenta años de un crecimiento económico sin precedentes tan solo han exacerbado la inequidad salarial. El índice de pobreza se ha mantenido sin cambios, rondando el 12 por ciento, aunque con el doble de población. Y no son solo las familias por debajo del umbral de pobreza quienes pasan dificultades. Se estima que un 40 por ciento de la población, lo que asciende a 137 millones de personas, no consigue llegar a fin de mes. Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Chicago también ha experimentado cambios. Entre 1995 y 2015, conforme los gobiernos a todos los niveles privatizaban la provisión de distintos servicios humanos, nosotros ampliamos drásticamente nuestros programas y servicios. En nuestra etapa más álgida, administrábamos entre 200 y 250 distintos contratos y programas gubernamentales. El desafío consiste en que las condiciones políticas que impulsaron este crecimiento han cambiado. La financiación no le ha seguido el paso a la inflación desde 2015. Muchos contratos ya no cubren la totalidad de sus costos, y la complejidad de los sistemas internos que evolucionaron para dar servicio a los diversos contratos creó una estructura de costos que resulta difícil sostener. Cuatro años de decisiones difíciles, aunque importantes Así que, para Caridades Católicas, han sido cuatro años de decisiones difíciles: un equilibrio entre cómo servimos hoy y cómo garantizar que seguiremos aquí para servir mañana. En mi caso, liderar a Caridades Católicas durante esta etapa ha significado muchas noches de sueño agitado y alguna que otra lágrima al amanecer cuando le pedía a Dios que me guiara. Y sin embargo, también ha sido una época de profundo crecimiento espiritual. Mi confianza en el Espíritu Santo y mi comprensión de nuestra misión y llamado se han profundizado de maneras extraordinarias, en particular conforme he llegado a conocer a María, Desatadora de Nudos. Sobre los nudos y cómo desatarlos El entorno de esta manifestación mariana suele asociarse a un noble alemán del siglo XVII que intentaba salvar su matrimonio en crisis. He llegado a observar “nudos” no solo en los desafíos que presenta un matrimonio, sino también en la complejidad que creamos los humanos siempre que establecemos un vínculo. Ya se trate de un matrimonio, de una familia, o de desarrollar y mantener una organización, siempre llegamos a complicar las cosas con el tiempo. Como estudiosa de las organizaciones, me consta que el desafío de largo recorrido que enfrentan las organizaciones de cualquier sector es manejar la complejidad que se acumula con el tiempo. Formularios, sistemas, normativas, rutinas, archivos: todo esto siempre va en aumento y puede convertirse en la ruina de una organización. Para remediarlo se requiere desprendimiento, simplificación, reenfoque… estar abiertos a nuevas maneras de ser, hacer e interactuar. María ha estado a nuestro lado en Caridades Católicas. Nuestro llamado sigue claro: estamos aquí para atestiguar un mensaje de misericordia y esperanza a un mundo necesitado. Sin embargo, la manera en que llevamos a cabo esta misión debe cambiar a lo largo de los años. En la actualidad contamos con una estructura más sencilla, a medida que nos equipamos para el futuro centrándonos en tres áreas de impacto fundamentales: Programas comunitarios para ayudar a las personas con necesidades inmediatas de alimentos, ropa y asistencia con la vivienda Programas a largo plazo para fortalecer y empoderar a madres con bajos ingresos y sus familias Comunidades habitacionales y otros tipos de apoyo para personas mayores con bajos ingresos, para que puedan envejecer con dignidad y honra El desafío que presentan todos los vínculos humanos y las organizaciones consiste en que deben seguir adaptándose para mantener su vitalidad y relevancia. Y es por ello que necesitamos a María, Desatadora de Nudos, santa patrona de la complejidad relacional y, si se me permite, del cambio organizacional.