Nunca se me olvidará mi primer día de trabajo en Caridades Católicas, hace ya más de 22 años. Como mamá soltera en aprietos, tratando de cumplir con mis obligaciones, no tenía el auto más fiable. Como era de esperarse, después de una mañana caótica con mis hijos, mi carro dejó de funcionar. Temía no llegar a tiempo al trabajo o no poder llegar. Un amigo me hizo el favor de llevarme al último minuto, pero ya estaba agotada cuando llegué. Llegar a Caridades Católicas fue como dar un paso hacia un oasis tranquilo. Mi nuevo supervisor me dio la bienvenida y me dijo lo feliz que estaba de que yo estuviera allí. ¡No solo calmó mi ansiedad, pero insistió que me fuera temprano para que pudiera arreglar mi auto! El resto del día yo miré atentamente al personal tratar a cada cliente con la misma compasión y respeto con el que me trataron a mí. En ese momento decidí que Dios me trajo a mi “hogar de siempre” en Caridades Católicas. He tenido varias posiciones en Caridades Católicas, pero he pasado la mayoría de mi carrera profesional trabajando en nuestras despensas de alimentos. Actualmente superviso la operación de nuestras once despensas ubicadas en los condados de Cook y Lake. Es trabajo arduo, pero me encanta. Este es mi ministerio. Cada día tengo la oportunidad de enseñarle el mismo amor y compasión que Jesús le enseñó a personas que enfrentan desafíos en su vida, situaciones no tan diferentes como las que yo enfrenté. En el año fiscal 2022, servimos un promedio de 3,500 hogares cada mes, a través de nuestras once despensas de alimentos, y continuamos sirviendo a muchas más personas que antes de la pandemia. Los crecientes costos de comida y la inflación han impactado a todos, pero los hogares de bajos ingresos han sido más afectados. Más y más, nuestros vecinos tienen que tomar decisiones difíciles, entre ponerle gas al auto, pagar la renta y calefacción, comprar medicina o comida. Muchas personas a menudo deciden no comprar carne y verduras frescas y compran comidas más baratas y menos saludables. Aun cuando la mayoría de las familias que atendemos tienen por lo menos un adulto trabajando, no ganan los ingresos suficientes para mantener su hogar en esta economía. Y más de la mitad de nuestros clientes son personas de la tercera edad que viven con ingresos fijos que no han aumentado con los precios de ahora. El proporcionar comida nutritiva a personas en necesidad es un privilegio que no tomamos a la ligera. Sabemos que la buena nutrición es esencial para el desarrollo de la vida humana y el primer paso en su jornada para obtener el potencial dado por Dios. Caridades Católicas toma un método holístico, al conectar clientes a otros servicios de apoyo como consejería, entrenamiento de trabajo, servicios para personas de la tercera edad, y asistencia de alquiler o utilidades cuando se necesiten. Cada día nos esforzamos a crear ese oasis que yo experimenté en mi primer día: un lugar donde la gente se siente querida, bienvenida, y sienten la seguridad que sus vidas se mejoraran. Caridades Católicas depende mucho de la ayuda de voluntarios para apoyar nuestras despensas, y en donaciones de fondos y alimentos para mantenerlas surtidas. Desafortunadamente, después de las fiestas, hay una baja en voluntarios y donaciones. ¡Dado el aumento de personas que necesitan nuestros servicios, realmente nos vendría bien su ayuda! ¿Quizás considere patrocinar una colecta de alimentos en su escuela o trabajo, haciendo una contribución monetaria, o uniéndose a nuestro equipo de voluntarios? Vaya a catholiccharities.net o ccofchicagovolunteer.com para más información o envíe un correo electrónico a [email protected]. Nos encantaría que se unieran a nosotros, ayúdenos a ser testigos del mensaje de misericordia y esperanza a personas en gran necesidad. Historia de María: María es una residente de la comunidad de Englewood y ha sido cliente de Casa Catalina por los últimos cinco meses. Trabaja de tiempo completo en un restaurante de comida rápida y asiste a un colegio comunitario. María busca ser psicóloga y trabajar con jóvenes en riesgo. No tiene auto y depende de la transportación publica con su hijo de cuatro meses. Buscó ayuda de Casa Catalina al prepararse a tener su hijo. “Con la próxima llegada de mi hijo, quise ahorrar dinero para pañales y otras cosas que iba a necesitar. Pronto me di cuenta de que tenía que exprimir cada dólar y necesitaba ayuda con comida. El costo de la comida ha subido y si no fuera por la despensa de Casa Catalina, probablemente tendría que escoger entre pañales y artículos para mi niño o comida.” María está pensando en pasar las fiestas con su bebé, ya que será su primera navidad.