Cary Rositas-Sheftel, Ph.D.,

¡Vámonos!, un llamado a la acción

viernes, julio 2, 2021

Cuando el COVID-19 comenzó a pasar factura, mis colegas y yo empezamos a usar la expresión ¡Vámonos!, como un llamado de convocatoria a salir a los barrios para ayudar a los que más lo necesitaban, porque realmente había mucho por hacer.

Las desigualdades históricas se agravaron por el COVID-19, devastando a las comunidades de color. Debido a un gran porcentaje de empleados en trabajos mal pagados y “esenciales” que no se podían hacer desde casa; una mayor densidad de población; menos oportunidades económicas; y el acceso inadecuado al equipo de protección y a los recursos de atención de la salud, dichas comunidades experimentaron índices más altos de infección, más pérdidas de vidas y mayores pérdidas de empleos.

Con la ayuda de donantes, voluntarios, parroquias y socios comunitarios, Caridades Católicas continúa trabajando con estas comunidades, proporcionando cantidades sin precedentes de alimentos, asistencia para el alquiler y el entierro, asesoramiento de salud mental, equipo de protección personal y educación culturalmente sensible sobre el virus y cómo detener su propagación. La forma en que tantas personas y organizaciones se unieron rápidamente para ofrecer ayuda a sus vecinos fue nada menos que increíble.

Cuando la vacuna estuvo disponible, sabíamos que Caridades Católicas podría desempeñar un papel vital para garantizar que llegara a las comunidades desatendidas. Una vez más, Caridades Católicas y nuestros socios en toda la Arquidiócesis entramos en acción, convirtiendo de manera rápida y segura nuestros sitios de servicio en sitios de vacunación, siguiendo los protocolos de Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en ingles). ¡Vámonos!

Hasta la fecha, Caridades Católicas ha participado en 77 clínicas de vacunación y se han dado más de 9,800 dosis. Las clínicas se han celebrado los sábados y después de las horas de trabajo para que el mayor número posible de personas puedan asistir. Los voluntarios de cada comunidad local y parroquia ayudan al personal de las clínicas y proporcionan servicios de traducción para sus vecinos. Los hospitales locales y los grupos médicos proporcionan las vacunas. Caridades Católicas, las parroquias y otras agencias comunitarias organizan y supervisan los eventos.

A medida que muchos “volvemos a la normalidad” después de la vacuna, debemos recordar que el regreso no será fácil para todos. El enorme terreno educativo perdido por los niños en las comunidades de color, junto con la reducción de los ingresos familiares y la movilidad social debido a la pérdida de empleos, la continua falta de oportunidades económicas y atención médica de calidad, y el hecho de que algunas familias perdieron a sus principales proveedores de ingresos familiares a causa del virus, significa que todavía queda mucho por hacer.  Así como lo hemos hecho desde el inicio de la pandemia, podemos hacer este trabajo juntos.  ¡Vámonos!

Cary Rositas-Sheftel, Ph.D., es Directora de Asuntos Latinos/Latinx

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