Tierra Santa es a menudo llamada “El Quinto Evangelio”. Así como las páginas de los cuatro Evangelios canónicos nos hablan de Jesús, de su obra y de su tiempo, así lo hace la tierra en la que nació, en la que vivió discretamente durante treinta años, en la que actuó públicamente a través de la predicación y la sanación para dar a conocer el plan Dios de para salvar al mundo; el lugar en el que fue crucificado, muerto, sepultado y en el que resucitó de entre los muertos, les habla a todos aquellos que lo ven. Poder ver los lugares que Jesús vio, caminar por los lugares que recorrió y donde vivió, crea imágenes en nuestra mente que cambian la manera en que leemos los Evangelios mismos. Visitar Belén, Galilea, Cafarnaúm, Betsaida, Nazaret, el Mar de Tiberiades, el Monte de las Bienaventuranzas y Jerusalén misma es experimentar la sensación de pisar las huellas de Jesús y asimilar la parte del mundo que fue suya. Sin embargo Tierra Santa hoy en día, aún cuando es visitada por peregrinos, es también hogar de ciudadanos de Israel, Jordania y de los territorios palestinos; y sus prolongados problemas políticos y sociales tiñen la vida diaria. Los obispos estadounidenses desde hace mucho tiempo han solicitado al gobierno de los Estados Unidos, que aún tiene cierta influencia en todas las partes en conflicto, que ayude a la creación de un acuerdo que sirva como base para resolver los conflictos de tan larga duración. Este es un proyecto que el Secretario de Estado Kerry se ha comprometido personalmente a llevar a cabo en las siguientes semanas. Sus esfuerzos merecen nuestras oraciones. Las siempre frágiles conversaciones se ven a menudo amenazadas por actos violentos en ambos lados. Misiles palestinos son disparados desde la franja de Gaza hacia Israel, y los ciudadanos israelíes atacan a los palestinos desde Cisjordania. Hay fuertes minorías en ambos lados que tratan de socavar las negociaciones, con la esperanza de que la parte opositora desaparezca en el aire o en el mar. El debilitamiento de las negociaciones es literalmente un callejón sin salida; Es necesaria una paz justa y duradera para el futuro de todos aquellos que viven en Tierra Santa. El Papa Francisco tiene previsto visitar Tierra Santa del 24 al 26 de mayo. Ha expresado la “esperanza de que ambas partes resolverán, con el apoyo de la comunidad internacional, tomar medidas audaces para encontrar una solución justa y duradera a un conflicto que necesita urgentemente terminar”. Cualquier solución duradera debe ser no solamente política sino que también debe reconocer las aspiraciones legítimas de las tres religiones de Tierra Santa. La comunidad cristiana es cada vez más vulnerable en los países vecinos de Israel, Jordania y los territorios Palestinos. Mencionemos tan sólo a Irak, Siria e incluso Líbano. El porcentaje de cristianos que pueden vivir en paz en Oriente Medio sigue disminuyendo. La persecución de cristianos a causa de su credo continúa en aumento. Los cristianos de Tierra Santa continúan emigrando en número significativo debido a condiciones intolerables. La paz podría estabilizar su situación y asegurar su presencia en una tierra que está en el corazón de nuestra fe. Si los cristianos residentes en Tierra Santa se vieran forzados a hacer las maletas e irse, los templos se convertirían en simples museos para visitantes. Los últimos años han visto resueltas de manera significativa situaciones aparentemente insolubles. Irlanda del Norte y Sudáfrica son ejemplo de ello. Los pueblos en conflicto de Oriente Medio no deben de ser abandonados por la comunidad internacional. Tradicionalmente, cada Viernes Santo, se realiza la colecta para Tierra Santa y para el mantenimiento de los templos allí. Permitamos que la generosidad de este año vaya acompañada de la oración ferviente, que los corazones sean conmovidos y las mentes sean abiertas. Que el Señor bendiga al Papa Francisco durante sus días de peregrinaje y que Dios escuche y responda a nuestras oraciones por la paz en Tierra Santa.