Cardenal Francis George, O.M.I.

Escuchando al Papa

lunes, septiembre 30, 2013

Una de las señales del impacto pastoral que tiene el Papa Francisco en la Iglesia y en el mundo es la buena disposición que tienen las personas para escuchar lo que dice, ya sea con gestos o con palabras. Incluso dentro de la Iglesia, personas y grupos que habitualmente han dicho que debemos ignorar la enseñanza papal, incluyendo su forma solemne de encíclica, ahora están diciendo que debemos escuchar al Papa Francisco. ¡Esto no es un logro menor, ni tampoco una pobre victoria pastoral!

A pesar de la recién descubierta voluntad de los antiguos aborrecedores de la oficina papal para escuchar al Papa Francisco, aún queda un desafío más profundo de lo que él mismo desearía. Antes de su elección, el Cardenal Bergoglio advirtió a sus hermanos cardenales sobre el peligro de una Iglesia “autorreferencial”, una Iglesia ensimismada que habla más acerca de sí misma que de Cristo. Hoy, paradójicamente, parece que muchos están hablando ¡más sobre el Papa que de la Iglesia o de Cristo!

Entonces, ¿qué es lo ha dicho el Papa Francisco que ha ocasionado este cambio radical en la opinión del mundo? Irónicamente, una vez más, el Papa ha dicho que debemos prestar atención a Cristo, quien desea perdonarnos y cuyo amor está siempre a nuestra disposición. El Papa comenzó su entrevista publicada recientemente con la declaración de que él es un pecador. Esta es la primera verdad que se enfatiza en los Ejercicios Ignacianos y en el Evangelio mismo. Lo que necesita un pecador es perdón, lo que demanda el santurrón es aprobación. El farisaísmo, o santurronería, es el pecado bíblico contra el Espíritu Santo.

El Papa no es ni un liberal estadounidense, ni un conservador estadounidense. Él es un discípulo de Jesucristo que ha experimentado el perdón y la misericordia de Dios y que quiere contarle al mundo acerca de ambas cosas. Sus palabras caen fuera de las categorías del discurso público estadounidense; esto es porque perdón es la única palabra que no se puede mencionar públicamente en nuestra sociedad. “Justicia”, en la forma de castigo, es el tema de la mitad de los programas de televisión y de tres cuartas partes de nuestras emisiones de noticias. El Papa, por el contrario, nos invita a confesar nuestros pecados y a probar la misericordia de Dios. Luego, en una vida dedicada a no volver a pecar, la enseñanza doctrinal y moral de la Iglesia encuentra su lugar.

Lo que también encuentra su lugar en la vida de una persona convertida a los caminos del Señor es la oración. Algunos de los pasajes más conmovedores de la larga reflexión del Papa Francisco detallan los hábitos de oración que le mantiene unido a Jesús: los salmos de la Liturgia de las Horas, el sacrificio de la Misa, el rezo del Rosario, la meditación, por lo general ante Jesús, presente en el Santísimo Sacramento.

El Papa habla de la actitud del sacerdote en el confesionario, que es aceptar a cada penitente y hablarles sobre la misericordia de Dios. Él ha alentado a los sacerdotes en muchas ocasiones a pasar más tiempo en el confesionario, porque está seguro de que los penitentes se acercarán al sacramento si lo hacemos más disponible. Estas convicciones tienen su origen en el acto de confesión que hizo cuando tenía dieciséis años, en la fiesta de San Mateo, el 21 de septiembre de 1953. San Mateo fue un pecador público, el recaudador de impuestos, a quien Jesús sorprendió con un llamado a seguirlo.

El joven Jorge Bergoglio experimentó el llamado de Dios al confesar sus pecados: “Esta fue para mí una experiencia de encuentro. Encontré a alguien que me esperaba... Me estaba esperando desde hacía tiempo... Y esta es precisamente una gracia grande: encontrar a alguien que te está esperando. Tú vas pecador, pero Él te está esperando para perdonarte... Cuando le buscamos, hallamos esta realidad: que Él es quien nos espera, para acogernos, para darnos su amor. Y esto te lleva al corazón un estupor tal que no lo crees, y así va creciendo la fe, con el encuentro con una persona”.

El Papa habla a menudo de una “cultura del encuentro”. El encuentro fundamental que da forma a la vida de cada ser humano y a toda la historia humana es el encuentro con Dios mismo. Al vivir ellos mismos en ese encuentro, los responsables de gobernar la Iglesia en el nombre de Cristo, deben discernir lo que hay que hacer viendo todas las cosas grandes y pequeñas, a la luz del Reino de Dios, con una preocupación especial por los pobres. Una persona de discernimiento es paciente, constante en su propósito y por lo tanto, siempre lleno de esperanza. Al hablar de cómo se gobierna, el Papa presenta un modelo útil para el examen de conciencia de cada pastor. Lo que él ha hablado y escrito es un desafío y un consuelo.

El 21 de septiembre de este año, la fiesta de San Mateo, pecador convertido y apóstol, celebré el vigésimo tercer aniversario de mi ordenación como obispo de la Iglesia católica. Fui llamado por el Papa Juan Pablo II al servicio de la Diócesis de Yakima en el centro del estado de Washington, y doy gracias a Dios por la gracia que he recibido para responder a ese inesperado llamado. Doy las gracias también a todos los que me felicitaron esta semana y prometieron tenerme presente en sus oraciones. Todos ustedes están en las mías.

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