Cardenal Francis George, O.M.I.

Cuaresma 2011: oración y preparación para orar

jueves, marzo 31, 2011

La oración, el ayuno y la limosna son actividades que dan forma a la celebración de la Cuaresma de la Iglesia. El ayuno es, obviamente, una práctica de penitencia y la limosna, aunque sea de ayuda positiva a otra persona, implica sacrificio y es de penitencia. Cuando oramos, también “renunciamos” a algo que apreciamos mucho: nuestro tiempo. A menudo las personas no oran porque están demasiado ocupadas para hacerlo, pero también es cierto que están demasiado ocupadas para hacerlo porque la oración puede hacernos sentir incómodos.

Entrar en la presencia del Dios vivo es una cosa aterradora. En la oración, dirigimos nuestro tiempo hacia Dios y escuchamos. Ponemos nuestra vida delante de Él y escuchamos de nuevo. Después, en la adoración y la acción de gracias, reconocemos quién es Dios y le devolvemos lo que nos ha dado, no sólo de nuestro tiempo, sino de nosotros mismos. El amor hace la abnegación gozosa, pero nuestro amor es a menudo tibio y la oración es una penitencia, un sacrificio de un tiempo que preferiríamos utilizar para nuestros propios fines.

Todo nuestro modo de vida puede volvernos hacia la oración o alejarnos de ella. Si la oración es una actividad completamente separada y nuestra vida está llena de distracciones de toda clase, la oración poco a poco irá desapareciendo de nuestras vidas. Si esto aplica a las distracciones lícitas, ¿cuánto más difícil es orar cuando nuestra vida está llena de distracciones pecaminosas? Los hábitos del pecado hacen que sea difícil orar. La promiscuidad sexual habitual, la corrupción en la vida económica o política, la falta de honestidad en la vida familiar sin duda destruirán la voluntad para orar.

Existe una razón por la cual los personajes de las series de televisión casi nunca se muestran orando; los estilos de vida que presentan son con frecuencia pecaminosos, llenos de violencia hacia los demás, de aberraciones sexuales y de una pretensión de superioridad moral. En el mejor de los casos, la oración sería considerada una actividad esotérica que podrían respetar a regañadientes; en el peor de los casos, considerarían a la oración un reproche y algo que debe evitarse a toda costa. Nuestra penitencia cuaresmal ayuda a debilitar el poder del pecado en nuestra vida y nos da la libertad de orar, de acercarnos al Señor con un deseo de unidad, de intimidad con él.

Sin embargo, Dios no se da por vencido con nadie y la invitación a orar es siempre parte de la vida. Durante la Cuaresma es bueno ser honestos con nosotros mismos y volvernos a preguntar si nuestro estilo de vida nos prepara para orar bien, tanto en privado como en la Iglesia. La conversión de la vida es el propósito de la celebración de la Cuaresma.

La invitación pública a orar en público nos lleva a los rezos de las novenas y las oraciones devocionales, así como a la celebración de los sacramentos, especialmente la Sagrada Eucaristía. La oración pública de la Iglesia es más fructífera cuando se engrana con nuestra vida espiritual interior. De la misma manera en que tenemos que prepararnos para la oración personal, así debemos prepararnos en conjunto para rezar bien en público. A menudo escucho que una Misa de “enseñanza”, aquella en la que el sacerdote, o alguien más, explica cada parte de la Misa es de gran ayuda en nuestras parroquias o escuelas. En ocasiones es fácil, especialmente para los sacerdotes, olvidar lo mucho que damos por sentado cuando hablamos acerca de la Misa y los sacramentos. Una mayor instrucción es apreciada por aquel que desea rezar bien la misa.

En este momento la Iglesia está invitando a todos los católicos a renovar su comprensión y aprecio por el sacrificio de la Misa con el fin de recibir una nueva traducción al idioma inglés del Misal Romano.. La nueva traducción representa un momento ideal para renovar nuestra comprensión respecto a lo que sucede en la Misa. Me siento especialmente orgulloso de lo que se está haciendo en la Arquidiócesis de Chicago para ayudar a los católicos a participar de manera orante en la Misa. Nuestra Oficina del Culto Divino, dirigida por el Sr. Todd Williamson, está llevando a las parroquias sesiones de estudio relacionadas a la nueva traducción del Misal Romano. Monseñor Richard Hynes y el Padre Lou Cameli están supervisando dichos programas, ayudados por los materiales publicados por Liturgy Training Publications, a cargo del señor John Thomas. En el sitio web de Liturgy Training Publications, www.LTP.org podrá encontrar más información en relación a la nueva traducción del Misal Romano y a su implementación; esta misma información también está en español. Los materiales publicados por LTP son sumamente buenos, pues están orientados a toda la parroquia para que como comunidad de fe se reciba la nueva traducción del Misal Romano. LTP ha publicado dos folletos respecto a este proceso de preparación e implementación de la nueva traducción del Misal Romano, Preparing Your Parish for the Revised Roman Missal y Preparando su parroquia para la revisión del Misal Romano (Liturgy Training Publications, 3949 South Racine Avenue, Chicago IL 60609). El Instituto Litúrgico del Seminario de Mundelein también ha creado materiales muy profundos, espiritual y teológicamente. Su guía se titula, Mystical Body, Mystical Voice: Encountering Christ in the Words of the Mass (Cuerpo místico, voz mística: encontrando a Cristo en las palabras de la Misa; texto publicado en inglés por LTP). Sus materiales presentan la nueva traducción del Misal Romano en el contexto de la renovación litúrgica que se ha venido dando durante los últimos ochenta años.

Somos muy afortunados de tener estos excelentes materiales de apoyo que nos ayudarán a prepararnos para este nuevo momento en el desarrollo de la oración litúrgica de la Iglesia. Incluso los pequeños cambios en el lenguaje de la oración pueden hacer una gran diferencia, para bien o para mal, en la vida de los católicos. La diferencia será para el bien si el cambio está bien preparado. La traducción al castellano se está realizando como un esfuerzo de colaboración entre las Conferencias Episcopales de España y México.

Espero que esta Cuaresma sea no sólo un tiempo para la oración, sino un tiempo para prepararse para la oración, tanto personal como comunitaria, privada y litúrgica. Si la preparación es buena, Dios se ocupará de que la oración nos una a él. Cuando está en su mejor nivel, el tiempo de oración es el momento más feliz de nuestra vida. Por favor, manténganme presente en sus oraciones; ustedes están en las mías.

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