Cardenal Francis George, O.M.I.

“Lo que hemos visto...”

viernes, abril 30, 2010

Durante este tiempo pascual, la Iglesia presenta, en la liturgia eucarística, las distintas apariciones del Cristo resucitado. Oímos cómo, incluso los que lo conocían bien, no pudieron reconocer a Jesús cuando se apareció después de su resurrección de entre los muertos. El cuerpo de Jesús había cambiado. Había vencido a la muerte. Su cuerpo mortal se había convertido en inmortal, ya que estaba lleno del poder del Espíritu Santo.

Sin embargo, una vez que pudieron verlo, los apóstoles también cambiaron: “... lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo”. (1 Juan, 1:3-4) Ver el cuerpo de Cristo resucitado hizo que los apóstoles confirmaran el camino a la santidad y los envió en su misión al mundo.

Lo que vemos, cambia la forma en que pensamos y nuestra forma de vida. A medida que cada diócesis EE.UU., y ahora la Iglesia en todo el mundo, continúa auxiliando a las víctimas de abuso sexual por parte de algunos sacerdotes y obispos, muchos se han empeñado en comprender más a fondo las circunstancias que rodean este crimen y pecado. Con la intención de asegurar que ningún niño sea abusado una vez más, los que analizan estos relatos de abuso han visto que sobresalen ciertas constantes. Por lo general, una víctima potencial es “preparada” durante algún tiempo antes de ser realmente abusada. A fin de bajar las defensas de una persona joven, ocurre con frecuencia que el depredador le ofrezca alcohol y le muestre pornografía.

Hace unos meses la Oficina Arquidiocesana para la Protección Infantil, patrocinó un seminario sobre los efectos de la pornografía. En los últimos años, la pornografía ha crecido enormemente debido al fácil acceso que se tiene a ella a través de Internet. Cada año se filman alrededor de 11,000 películas pornográficas y se gastan más de cuatro millones de dólares anuales en pornografía en video. Para algunas personas, más de lo que se pensaba anteriormente, ver pornografía se convierte en algo adictivo. Esto aísla a la persona y, por lo tanto, daña o destruye las relaciones, incluso las relaciones de pareja. Más allá de los daños psicológicos, parece que ver pornografía puede cambiar los patrones neuronales del cerebro.

Cuanto más joven es el espectador de pornografía, más profunda es la desensibilización emocional y los patrones neurológicos. Mostar pornografía a los niños es en sí mismo un acto abusivo, independientemente de que le siga, o no, un acto sexual físico. Mary Anne Layden, del Centro de Terapia Cognitiva en la Universidad de Pennsylvania, escribe: “En general, el conjunto de investigaciones sobre la pornografía revela una serie de actitudes y conductas negativas que están relacionados con su uso. Funciona como un maestro, uno que da permiso y un disparador de estas conductas y actitudes negativas”.

Con el fin de evitar el abuso sexual de menores la Arquidiócesis ha llegado al punto de solicitar los antecedentes penales de todos los obispos, sacerdotes y diáconos, así como de los profesores, empleados laicos y hasta de los voluntarios. Todo aquel que participa o está en contacto con niños debe pasar la capacitación Virtus, un programa diseñado para ayudar a los adultos a reconocer las señales del abuso sexual en niños. A los propios niños se les enseña a reconocer y protegerse contra los depredadores. Con la intención de ayudar a quienes han sido víctimas de abusos para que puedan sanar y recuperar la libertad personal, el Ministerio de Asistencia a Víctimas de Abuso Sexual de la Arquidiócesis proporciona ayuda psicológica y espiritual y lleva a cabo programas que permiten a las víctimas a hablar entre sí en un ambiente seguro. La sensación de aislamiento que sigue al abuso es a menudo devastadora. Si bien existen patrones, cada víctima es única y debe ser escuchada antes de que un terapeuta o consejero pueda ser de ayuda. Reconocer el papel que desempeña la pornografía en “preparar” a los jóvenes para el abuso es reconocer una pieza más en la compleja madeja que significa proteger a los niños y ayudar a las víctimas. Darse cuenta de cómo se usa la pornografía para abusar de niños también podría llevarnos a examinar sus efectos nocivos en otras circunstancias.

Lo que vemos cambia nuestras vidas, para bien o para mal. Cuando los apóstoles vieron a Cristo resucitado, se convirtieron en misioneros y nació la Iglesia. Gran parte de lo que se ve hoy en día, por el contrario, destruye la inocencia y conduce a la gente al pecado. La Pascua nos muestra, sin embargo, que las ataduras del pecado son destruidas por Cristo y que no es necesario que nos aprisionen.

La Pascua comienza con el Bautismo de los catecúmenos durante la Vigilia Pascual. Ellos vieron y escucharon algo que cambió sus vidas y los llevó a pedir el Bautismo. El don del bautismo les permite a ellos y a nosotros, a vivir de una manera nueva, con la vida del Señor resucitado.

Después que Jesús le dio al hombre ciego de nacimiento el don de la vista, le dijo: “Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven se vuelvan ciegos”. (Juan 9:39) Nuestras vidas, aquí y allá, se ven cambiadas por lo que vemos. Sin embargo, incluso ante el rostro del mal, la Pascua nos muestra cómo Dios genera vida de la muerte, bien del mal.

Advertising