Cardenal Francis George, O.M.I.

Puestos de trabajo, hogares y la dignidad humana

miércoles, septiembre 30, 2009

Incluso con algunas señales alentadoras de recuperación económica en el futuro próximo, por lo cual todos podemos estar agradecidos, el número de personas sin trabajo sigue aumentando y las ejecuciones hipotecarias de viviendas siguen siendo una amenaza para las familias. El desempleo y la falta de vivienda son dos marcadores de sufrimiento individual y familiar que afectan el sentido de quiénes somos como seres humanos y de lo que estamos llamados a ser como discípulos de Jesucristo.

El trabajo es mucho más que una forma de hacer dinero, el trabajo es una forma de ganarse la vida. El trabajo da dignidad no sólo porque un trabajo bien hecho es algo noble, sino porque la persona que trabaja, es un ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios. Trabajar es un modo de participar en la creación de Dios, la actividad divina. Los ministerios dirigidos a los trabajadores han sido parte de la vida de la Arquidiócesis de Chicago. Además de los capellanes tradicionales para los trabajadores, o los sacerdotes obreros en las principales industrias, los diáconos y sacerdotes de la Arquidiócesis en los últimos años han sido pioneros en desarrollar ministerios especiales para conductores de camiones y trabajadores del circo.

El movimiento para proteger los derechos humanos de los trabajadores tiene profundas raíces en la doctrina social de la Iglesia.. La sindicalización de los trabajadores es una forma de luchar por los derechos, junto con otros medios sociales y jurídicos. El movimiento obrero ha cambiado mucho en los últimos años, porque nuestra economía depende menos de la fabricación y los esfuerzos de organización han cambiado para incluir la agricultura y las industrias de servicios. Muchos de los objetivos del movimiento obrero organizado se han realizado, al menos en parte. El trabajo infantil es ilegal, la semana de trabajo es limitada, los empleadores asumen la responsabilidad de condiciones de trabajo peligrosas; las vacaciones pagadas y las licencias por enfermedad son parte de la mayoría de los contratos a tiempo completo para los trabajadores. Los principios detrás del movimiento obrero, sin embargo, siguen siendo tan importantes como siempre en una economía globalizada.

Junto con las empresas y las instituciones financieras, los sindicatos y los organismos reguladores son parte indispensable de una economía dirigida hacia el bien común. A pesar de que la confianza tanto en los negocios como en las organizaciones laborales se ve socavada por historias de corrupción interna, estas instituciones siguen siendo necesarias para tener un orden económico justo.

El Papa Benedicto XVI ha hablado de una economía globalizada que ofrezca "la esperanza de una participación más amplia en el desarrollo”, pero también ha observado que la globalización económica corre el riesgo de "empeorar la desigualdad económica". En otras palabras, cualquier economía debe servir a la gente y no al revés. Obviamente, una economía no está sirviendo de manera adecuada a las personas cuando sucede que muchos de sus miembros se encuentran sin vivienda y sin trabajo.

Muchos de los préstamos otorgados durante la última década con el fin de comprar viviendas no se podrán pagar debido a que se han perdido muchos puestos trabajo. Y debido a que el mercado inmobiliario fue inflado y el valor de las viviendas se desplomó, algunos deudores ahora deben más que el valor que tiene su casa. Conforme los bancos se han vuelto más cuidadosos con su propia deuda, las fuentes de crédito se han vuelto más escasas. Las ejecuciones hipotecarias se duplicaron y triplicaron en Chicago y en muchos suburbios, de 2007 a principios de 2009. Amenazados con la falta de vivienda, algunas familias han sido víctimas de estafas de rescate de hipotecas.

Las ejecuciones hipotecarias tienen un impacto aún mayor en comunidades en zonas con viviendas multifamiliares. Cuando tres o seis edificios de apartamentos sufren ejecuciones hipotecarias, varias familias se ven puestas en la calle y los edificios que fueron sus casas son clausurados.

Algunas ocasiones las personas que han perdido su vivienda y su trabajo han decidido vivir en su coche. Algunos encuentran refugio con familiares o amigos. Los refugios temporales pueden ayudar, así como las despensas de alimentos. Caridades Católicas y otras agencias han incrementado sus servicios muchas veces en los últimos dos años. Muchas parroquias tienen programas PADS, pero estos normalmente no están diseñados para servir a las familias.

Las parroquias están tratando de ayudar a las personas sin trabajo en diferentes maneras. Para esto se necesita mucho tacto y respeto, porque muchos se encuentran desempleados por primera vez en sus vidas y se encuentran desorientados en una situación social que nunca previnieron. Algunos se encuentran confundidos y con miedo, miedo de que no sean capaces de mantener a sus familias, de sentirse solos, de ver su dignidad humana amenazada.

Para responder a estas necesidades, muchas parroquias patrocinan grupos de apoyo para aquellos que han perdido su empleo. Además de apuntalar la fortaleza espiritual y psicológica de un trabajador, estos grupos también pueden ayudarles a desarrollar las capacidades personales y los curriculums vitae (hojas de vida) o a pulir sus destrezas para las entrevistas de trabajo. Algunas parroquias van más allá y se convierten en centros donde ponen en contacto a las personas sin empleo con posibles empleadores, ya sea mediante el listado de nuevas oportunidades de empleo en el boletín parroquial o mediante la organización de los feligreses en redes que pueden buscar posibilidades de trabajo en sus respectivos campos.

Un esfuerzo ecuménico denominado "Carreras en transición" tiene su sede en la parroquia de San Patricio.

Un consorcio de parroquias católicas, congregaciones protestantes y sinagogas financian un servicio que proporciona personal profesional de tiempo completo a aquellos que necesitan destrezas para encontrar un trabajo. Por la noche, los voluntarios profesionales llegan para ofrecer orientación y asistencia para dirigir a los desempleados hacia las posibilidades de empleo. La Arquidiócesis se encuentra ahora estudiando a las parroquias para averiguar cómo podrían multiplicarse estos servicios para los desempleados.

El desempleo y la falta de vivienda son inquietudes religiosas porque son tragedias humanas. Una persona vulnerable puede comenzar a desesperarse o puede buscar una nueva esperanza. La esperanza significa saber que son amados, no importa lo que suceda. La base para esa esperanza sólo puede ser Dios. San Pablo, en la carta a los Romanos (12:12), escribe desde su propia experiencia del amor de Dios: " Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración". Juntos podemos orar con y para los desempleados y las personas sin hogar, al mismo tiempo que hacemos nuestro mejor esfuerzo para ayudar. Que Dios los bendiga.

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