Cardenal Francis George, O.M.I.

La Misión de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos

diciembre 1, 2007

Los obispos católicos de las diócesis de los Estados Unidos se reunieron esta semana en Baltimore, del 12 al 15 de noviembre. Los orígenes de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (United States Conference of Catholic Bishops) datan de 1917, cuando los Estados Unidos entraron en la I Guerra Mundial. Los obispos católicos formaron entonces, el Consejo Nacional Católico de Guerra (NCWC por sus siglas en inglés) y su propósito fue ayudar a las diócesis a trabajar juntos para recaudar dinero y comprometer a personas para proporcionar el cuidado espiritual y la recreación que requerían los hombres en el servicio. En ese tiempo, el patriotismo de los católicos, especialmente aquel de los inmigrantes de Irlanda y Alemania, era sospechoso, incluso para el gobierno de los Estados Unidos. La NCWC fue la respuesta de la Iglesia.

Después de la guerra, el Papa Benedicto XV solicitó a los obispos del mundo trabajar en sus respectivos países para ayudar a crear condiciones justas de trabajo y vida con el objeto de prevenir otra guerra. En 1919, los Obispos de Estados Unidos cambiaron el nombre de su organización al de Consejo Nacional Católico de Bienestar (con las mismas siglas en inglés de NCWC) y se estableció el primer Comité Administrativo conformado por siete obispos para atender los asuntos del Consejo entre las reuniones de todos los obispos. Las oficinas centrales fueron establecidas en Washington, D.C.

En 1922, los obispos de los Estados Unidos nuevamente cambiaron el nombre de su organización utilizando las mismas iniciales: la Conferencia Nacional Católica de Bienestar. Establecieron comités permanentes preocupados por la educación, la inmigración y la acción social. En 1966, los obispos cambiaron una vez más su conferencia, porque el II Concilio Vaticano les había pedido a los obispos “ejercitar de manera unida su oficina pastoral” (Cristus Dominus, 38). La respuesta fue la creación de dos organizaciones: la Conferencia Nacional de Obispos Católicos, que atendía las preocupaciones internas de la Iglesia, y la Conferencia Católica de Estados Unidos, para que juntas atendieran aquellas actividades y asuntos que conciernen a la Iglesia como parte del total de la sociedad. En 2001, como respuesta al cambio en el derecho canónico, estas dos organizaciones fueron combinadas en la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos o Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB por sus siglas en inglés).

Pero ¿qué tiene que ver esta historia organizacional con las vidas de los católicos? En ocasiones tiene que ver bastante, aún cuando en general de manera indirecta. La iglesia nació como una comunidad de creyentes guiados por los apóstoles, que predicaron el Evangelio, celebraron los sacramentos y establecieron las estructuras de gobierno para dirigir y pastorear a los seguidores de Jesús. Para poder dirigir y pastorear de manera efectiva, las instituciones pastorales se crearon de manera gradual: las parroquias, donde los cristianos podían ser pastoreados por sacerdotes; y sínodos o consejos, donde los obispos podían reunirse a decidir de manera conjunta sobre las prácticas pastorales. Ni las parroquias ni las conferencias episcopales son de origen divino; la Iglesia podría existir sin ellas, pero ambas han probado ser pastoralmente útiles. Las acciones de la USCCB que tienen cierto impacto en las vidas de los católicos son la publicación de documentos de varios tipos y las decisiones acerca de la liturgia y las prácticas ministeriales que mantienen unida a la Iglesia en su culto y vida en nuestro país.

Los obispos de manera automática pertenecen a la Conferencia por razón de que han sido enviados a pastorear una diócesis en los Estados Unidos. La Conferencia no es un parlamento, porque la Iglesia no es un país. La Iglesia es una comunión, una red de relaciones creada para compartir los dones de Jesucristo. La unión de obispos en una Conferencia hace que ese compartir sea más fácil.

¿Qué sucederá en la reunión de esta semana en Baltimore? ¡Otra reorganización! Hace un par de años, los obispos decidieron hacer la conferencia más útil a la misión dada a la Iglesia, identificando los retos más importantes en la actualidad con relación a esa misión. De esta manera, reconocieron cinco preocupaciones que deben ser atendidas juntas para incrementar la efectividad pastoral en la actualidad: 1) Fortalecer el matrimonio y la vida familiar; 2) atender la diversidad cultural, poniendo un énfasis especial en cubrir las necesidades de los católicos hispanos; 3) transmitir la fe, especialmente a través de la catequesis y la práctica sacramental; 4) proteger la vida y la dignidad de la persona humana; 5) alentar las vocaciones al sacerdocio ordenado y la vida consagrada.

A la Conferencia se le ha hecho más eficiente con el fin de enfrentar estos retos y continuar, al mismo tiempo, proporcionando los servicios que cada diócesis no pueden proporcionar sin ayuda. El personal de la Conferencia será más pequeño, el número de comités será cortado a la mitad y los subsidios diocesanos a la Conferencia serán reducidos. Con todo esto, la Conferencia recuerda, de alguna manera, una curia diocesana, el centro pastoral en cada diócesis. La diferencia más importante entre las estructuras de la Conferencia y las estructuras diocesanas está en el hecho de que una diócesis tiene su propio pastor que dirige la misión y ministerios de la diócesis; en cambio no hay pastor de los Estados Unidos, ni obispo para todo el país. Existe sólo un presidente de la Conferencia, elegido con otros funcionarios por un término de tres años para llevar a cabo las políticas aprobadas por los obispos en la Conferencia.

Habrá elección de funcionarios en Baltimore, y la reorganización de la Conferencia será votada. Los obispos también discutirán y probablemente pasarán unos cuantos documentos, el más importante es la actualización de la Ciudadanía Fiel. Cada cuatro años, los obispos de los Estados Unidos publican una carta para ayudar a los católicos a formar su conciencia de acuerdo a las enseñanzas morales y sociales católicas antes de que voten por candidatos para una oficina nacional. Cada cuatro años, el documento, siempre llamado Ciudadanía Fiel, se convierte en objeto de controversia, casi tanto como el proceso mismo de política nacional.

Por favor ore por los obispos de Estados Unidos durante nuestra reunión. Muy ciertamente estaremos orando por los católicos en nuestro país y por el país mismo y todos sus ciudadanos. Que Dios sea bueno con todos nosotros.

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