Cardenal Francis George, O.M.I.

Una conferencia mal concebida; una oportunidad perdida

noviembre 1, 2007

El 19 y 20 de octubre, se llevará a cabo en DePaul University una conferencia dirigida a profesores de colegio y administradores católicos sobre el tema de ministrar a estudiantes homosexuales (gay y lesbianas) en colegios y universidades católicos. Llamada la “Conferencia No Convencional”, este programa es coordinado desde la Universidad de Santa Clara, en California, y tiene como propósito manifiesto discutir las maneras de estar presentes, pastoralmente hablando, para los jóvenes con orientación homosexual.

Ese es un buen propósito. Los jóvenes que se identifican a sí mismos como gay o lesbianas tienen retos particulares y necesidades especiales que requieren una aproximación pastoral que pueda asegurarles que son amados por Dios, al mismo tiempo que reciben los medios de gracia necesarios para vivir de manera casta. Algunas veces existen problemas psicológicos de auto rechazo y problemas sociales relativos al cómo encontrar su camino como discípulos de Jesucristo y miembros responsables de la sociedad. Algunas veces enfrentan prejuicios personales debido a su identidad sexual por lo que se les dificulta encontrar tanto verdadera amistad como la oportunidad de compartir quienes son. Todos estos tópicos requieren una reflexión colectiva y una sensibilidad particular de parte de aquellos que ministran a estudiantes con inclinaciones hacia el mismo sexo.

Desafortunadamente, aún cuando parece que algunas de las charlas de esta conferencia respetarán y aplicarán las enseñanzas de la moral católica, las descripciones de otras charlas parecen promover el caso de que la Iglesia debe cambiar la ley moral o que las personas deben ignorar la enseñanza de la iglesia y formarse en grupos que rechacen el magisterium de la Iglesia católica. En la medida en que eso sea verdad, el propósito de la conferencia cambia de la reflexión al apoyo en el nombre de lo “pastoral”. Mi preocupación como pastor de esta arquidiócesis es que algunos conferencistas de este evento intentarán justificar la conducta que pone en peligro la salvación de las personas.

Algunos, al discutir lo que constituye un auxilio pastoral simpatético y alentador para personas con inclinaciones de su mismo sexo, dicen que no se puede aceptar verdaderamente a las personas a menos que se acepte sin juicio moral su actividad sexual. Pero ¿no es acaso extraño que, en el nombre del respeto o la inclusión, alguien debe estar de acuerdo con todo lo que alguien más desea hacer? Nadie puede demandar que aquellos que conciben las enseñanzas morales de la Iglesia como verdaderas deben ceder sus propias convicciones para respetar o hacerse amigo de alguien que es gay o lesbiana. En cualquier otra área de la experiencia humana, semejante actitud sería vista como claramente injusta y arrogante.

El auxilio pastoral a los hombres y mujeres con orientación homosexual está basado en dos verdades: 1) toda persona debe ser respetada, y 2) interactuar sexualmente con un compañero del mismo sexo es visto de manera objetiva, como mortalmente pecaminoso. Esta segunda verdad no depende sólo de las Escrituras o de alguna enseñanza oficial de la Iglesia. Las personas no cristianas y aún las personas no religiosas entienden que la complementariedad sexual de hombres y mujeres se basa en la morfología de nuestros cuerpos y en el propósito mismo de los actos sexuales.

La mayoría de las personas entiende que entre una inclinación y un acto existe una decisión libre, si se está hablando de un acto humano. Gracias a los buenos hábitos y al poder de la gracia de Dios, las personas pueden vivir incluso con fuertes inclinaciones y no realizarlas. Decir lo contrario es ser un determinista y es poner en duda la base de nuestra vida común, así como toda la economía de salvación. Todos experimentan alguna forma de inclinación pecaminosa; no todos la llevan a cabo. La inclinación debe atenderse con entendimiento y simpatía; la acción debe enfrentarse con un juicio correcto y después con el perdón.

En estos días venideros, tengo la esperanza de que los participantes a esta conferencia salgan de ella con un deseo más profundo de amar y respetar a los estudiantes gay y lesbianas, así como con un entendimiento más claro de la conducta homosexual y la ley moral que la gobierna. Si esto sucede, la conferencia apoyará de manera genuina el auténtico ministerio en las universidades. En cada área de la conducta humana, los ministerios de los campus universitarios necesitan buscar caminos llenos de fe a través de los cuales se pueda asistir a los jóvenes adultos para alcanzar la salvación y la felicidad eterna que promete. Ese es el propósito de todo ministerio en la Iglesia, porque es el propósito del autosacrificio de Jesucristo en la cruz y su resurrección de entre los muertos. Que Dios los bendiga.

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