Cardenal Blase J. Cupich

Todos somos una mezcla de orígenes

lunes, diciembre 19, 2022

Parece que persiste el interés por descubrir la propia ascendencia mediante pruebas de ADN. Sin embargo, nunca he conocido a nadie que haya aprendido que sus orígenes étnicos son singulares. Más bien, cuando las personas reciben los resultados de las pruebas, ven que un determinado porcentaje de su ADN tiene su origen en esta parte del mundo, y otra parte de su material genético puede proceder de otra, y de otra y de otra. En otras palabras, toda la humanidad es una mezcla de etnias y orígenes. Esta verdad científicamente demostrada debería cuestionar a cualquiera que piense que pertenece a una raza superior o pura, por no hablar de quienes desprecian a las personas de otros orígenes y razas. Cuando se trata de seres humanos, nadie es de “raza pura”. Ser humano es tener orígenes diversos.

Por desgracia, el racismo, el antisemitismo y la intolerancia de todo tipo parecen ir en aumento en nuestro país y en el mundo. Por ejemplo, el Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo descubrió que en 2021 los delitos motivados por el odio aumentaron en torno a un 20% en Estados Unidos, en comparación con el año anterior. El centro también descubrió que en el primer semestre de 2022, los delitos motivados por el odio en Estados Unidos aumentaron alrededor de un 4%, lo que supone el cuarto año consecutivo de incremento de los delitos motivados por el odio. Sin duda, tal maldad nace de la ignorancia, pero también del miedo. El fanatismo no es algo con lo que nacemos. Es algo que aprendemos. Algunos temen que cuando las personas que son diferentes a ellos prosperan, de alguna manera disminuye lo que son o amenaza su seguridad, como si el éxito de un tipo de persona requiriera el fracaso de otra. Pero esa es una opción falsa.

A medida que avanzamos en el tiempo de Adviento, estamos llamados a prestar atención al mensaje del Niño Jesús, que viene a socavar ese miedo y esa ignorancia, recordándonos que la diversidad de la humanidad es una bendición, de hecho es la voluntad de Dios. Al fin y al cabo, proclamamos que Jesús es de origen mixto, plenamente humano y plenamente divino. Él es verdadero Dios y verdadero hombre, como profesamos en el credo. Dios no miró a la humanidad y decidió evitarla a causa de su pecaminosidad o diferencia. No, Dios eligió hacerse plenamente humano en Jesucristo, tal es la profundidad de su amor por nosotros.

La Navidad llega como un momento para apreciar plenamente que nuestros complicados orígenes genéticos forman una red de relaciones que nos conectan inextricablemente entre nosotros. Este es uno de los dones de Dios a la humanidad, una bendición, no una amenaza, que subraya la verdad sobrecogedora de que, al igual que el Hijo de Dios se convierte en miembro de la raza humana y comparte nuestra humanidad, nos da parte de su divinidad.

Que este tiempo de Navidad nos acerque a esa verdad, ayudándonos a todos a apreciar, con los ojos de Dios, la riqueza y la diversidad de la familia humana. 

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