Cardenal Blase J. Cupich

Conversiones cuaresmales

martes, marzo 22, 2022

“Conviértete y cree en el Evangelio”. Esta simple formula se dice mientras recibimos las cenizas en nuestras cabezas para marcar el inicio de la temporada de Cuaresma. Estas palabras recuerdan a los bautizados que la conversión cristiana implica tanto un rechazo continuo de una vida pecaminosa como una aceptación más plena del Evangelio.

Hace algunos años, escuché la historia de un hombre que estaba profundamente preocupado por su comportamiento y tenía miedo de cómo funcionarían las cosas con su familia. Él estaba en un viaje de negocios con colegas y una noche después de beber mucho le fue infiel a su esposa.

Fue la primera y única vez, pero él sabía que había herido terriblemente su alma y la relación con su esposa de muchos años. Decidió decirle a su esposa, ya que simplemente no podía vivir consigo mismo. “No te culparé si quieres un divorcio, ya que hice la peor cosa posible”, dijo.

Ella respondió con un largo silencio y luego le dijo “Sí, hiciste la peor cosa posible, pero cuando nos casamos dijimos que era ‘para bien o para mal’. Así que aunque me has mostrado lo peor, pasemos el resto de nuestras vidas mostrándonos uno al otro lo mejor”.

El esposo necesitaba una conversión que implicaba alejarse de su pecado y reconciliarse con su esposa, al asumir la responsabilidad y reparar el daño. Todos tenemos áreas en nuestras vidas que dañan nuestras almas, y la Cuaresma es un momento para alejarnos radicalmente de cualquier cosa que tenga el poder de corromper nuestras vidas, especialmente los actos que pueden convertirse en adicciones.

Pero la esposa también experimentó una conversión, una en la que llegó a aceptar al Evangelio más plenamente, particularmente cuando llegó a un nuevo aprecio de sus votos matrimoniales. Ese tipo de conversión es aún más difícil. No implica alejarse de algo que hicimos mal, sino de un valor a tomar una nueva dirección de ser fieles al Evangelio cuando nuestro mundo ha sido trastornado.

La Cuaresma nos llama a una conversión de ambas maneras. Debemos usar estos 40 días para examinar las maneras en que somos infieles a las promesas que hacemos a Dios y a otros. El pecado puede colarse en nuestras vidas y volverse natural. Solo piensen en cómo la ira puede convertirse en resentimiento, la codicia en celos y la autosuficiencia en un ignorar las necesidades de los demás.

Necesitamos alejarnos de estos pecados y comenzar otra vez. Pero también debemos estar atentos en estos días a cómo la gracia de Dios está obrando en lo profundo de nosotros para llamarnos a una compresión nueva y más profunda del Evangelio. La Cuaresma tiene que ser un momento para estar en contacto con las gracias que Dios nos está dando ahora, de maneras silenciosas y ocultas, como el sotobosque silencioso que se va formando en la tierra preparándose para la primavera.

Quizás ese es el por qué la palabra “Lent” (Cuaresma) es elegida para esta temporada, ya que en inglés antiguo significa primavera.

“Conviértete y cree en el Evangelio”.  Ese es el llamado a una conversión doble mientras damos la bienvenida a una nueva primavera en nuestras vidas de fe.

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