Cardenal Blase J. Cupich

“Nosotros”, no “ellos”; la discapacidad en la vida de la Iglesia

jueves, enero 20, 2022

Desde su nacimiento, el padre Justin Glyn, un jesuita en Australia, ha sido legalmente ciego. Hoy en día, es un abogado civil y eclesiástico que brinda asesoramiento legal a su comunidad religiosa y enseña en un seminario, mientras escribe sobre teología, derecho y asuntos sociales.

Al usar lentes similares a un telescopio, tiene un poco de visión, pero, como él lo señala, “el mundo siempre ha sido borroso para mí”. Y así, la mayor parte de su información proviene de lo que escucha.

El padre Glyn aparece en una nueva iniciativa promovida por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, llamada #IamChurch (Yo soy Iglesia). Esto es parte del Año Familia Amoris Laetitia, que marca el quinto aniversario de la exhortación apostólica del Santo Padre después del Sínodo sobre la Familia.

En una serie de cinco videos, el padre Glyn y otros demuestran las luchas diarias de las personas con discapacidad, pero también hablan de su participación en la vida de los demás. En vez de sentir que son una carga para los otros o que son “dejados de lado”, comparten cómo en realidad brindan sus propias contribuciones a la sociedad y sus comunidades.

La meta de este esfuerzo es presentar una comprensión saludable y teológicamente correcta de la discapacidad basada en las Sagradas Escrituras, nuestra tradición y las enseñanzas del Concilio Vaticano II. “Mis límites tienen sus desventajas”, dice el padre Glyn, “pero vienen con sus propias bendiciones. No ver mucho me ha ayudado a desarrollar una buena memoria, lo cual ha sido útil al estudiar derecho y teología. Pero también ha funcionado bien con mi amor por los idiomas y la música”.

Igualmente importante, observa que “como sacerdote, mis limitaciones me recuerdan que todos estamos limitados…que no estamos llamados a la perfección como individuos, sino que estamos llamados a compartir unos con otros la naturaleza limitada, herida, que creemos que Cristo vino a compartir con nosotros y a unir con la suya”.

El desafío para cada uno de nosotros entonces es comenzar a hablar de la discapacidad en la vida de la Iglesia en términos de “nosotros” y no “ellos”. Cuando lo hacemos, se abre todo un nuevo enfoque pastoral de la discapacidad. Comenzamos a tratar a aquellos que experimentan una discapacidad no como receptores pasivos de la atención de la Iglesia, sino como católicos activos que nos ayudan a todos a descubrir nuestra vocación común como creyentes bautizados, todos limitados de alguna manera.

Durante la misa del domingo 13 de febrero, que nuevamente será televisada en WLS-TV, incluiré un clip de uno de estos videos en mi homilía, que se enfocará en el Evangelio de las bienaventuranzas. En esa escena, Jesús mira a la multitud y señala a todos aquellos que sufren de alguna forma de limitación humana: pobreza, dolor, persecución, necesidades de todo tipo y los llama “bienaventurados”.

Al igual que las bienaventuranzas, esta iniciativa del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, dirigida por el cardenal Kevin Farrell, nos invita a descubrir a personas que con mucha frecuencia son víctimas de la cultura del descarte. Ellos dan testimonio de una humanidad resiliente, como mujeres y hombres que no son víctimas, sino que ayudan a revelar el rostro de la Iglesia a sí misma. Estas mujeres y hombres, laicos y consagrados por igual, legítimamente recuerdan al pueblo de Dios lo que significa para la Iglesia ser verdaderamente “nosotros”.

Nos recuerdan, en palabras del padre Glyn, que “no estamos llamados a la perfección como individuos. ¡No! Todos estamos llamados a compartir la naturaleza limitada y vulnerable que creemos que Cristo vino a compartir con nosotros".

Advertising