Cardenal Blase J. Cupich

Nuestros seminaristas universitarios

viernes, marzo 19, 2021

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La semana pasada viajé a St. Paul, Minnesota, para visitar a nuestros seminaristas universitarios en el seminario St. John Vianney, ubicado en la Universidad de St. Thomas. Dado el bajo número de inscritos en nuestro seminario St. Joseph College Seminary en el campus de Loyola, decidimos mudar nuestros seminaristas a St. Paul. No solamente fue esta mudanza más efectiva en términos de costos, sino que el seminario en St. Paul, el cual acoge aproximadamente a 100 seminaristas, nos ofreció la oportunidad de colocar a nuestros seminaristas en una comunidad mucho más grande que beneficiaría su formación.

Asigné al padre Matthew Alexander para que se uniera al personal del seminario en Minnesota. También debo agregar, en completa divulgación, que soy graduado de St. Thomas. Estoy profundamente agradecido por la educación que recibí allí, y estoy seguro de que nuestros seminaristas también se beneficiarán de esa tradición de excelencia.

Tenemos a nueve seminaristas en St. Paul. Hay un estudiante de último año, Conrad Espino de la parroquia Our Lady of Mercy en Chicago. Tenemos la bendición de tener a cinco alumnos de tercer año: Salvador Castaneda, de St. Francis de Sales en Chicago; Anthony Davies, de Our Lady of Ransom en Niles; Peter Famera, de St. Terrence en Alsip; Luke Lato, de Our Lady of Perpetual Help en Glenview y Víctor Martínez, de St. Barnabas en Chicago. Nuestro grupo se completa con un estudiante de segundo año, Will Estella, de St. Odilo en Berwyn, y dos de primer año: Derek Damasco de St. Lambert en Skokie y Alexander Thiel de St. Paul the Apostle en Gurnee.

Nuestros seminaristas tienen un rango de edad de 18 a 31 años, y provienen de diversos orígenes, incluyendo a algunos que hablan tanto inglés como español. Además de participar en un riguroso programa académico, mantienen un horario bien definido en el seminario que involucra compromisos con su formación humana, espiritual y pastoral.

Ellos provienen de familias que, al igual que todas nuestras familias en este pasado año, han experimentado muchos desafíos;  financieros, emocionales y espirituales. Sin embargo siguen adelante, confiados en que Dios los llama a servirlos a ustedes y a sus familias. Ellos saben que los tiempos son inciertos en la Iglesia, y que la Iglesia a la que servirán en el futuro probablemente será muy diferente.

Yo he compartido con ellos cuánto ha cambiado la Iglesia durante mis 46 años como sacerdote y los 23 años que he sido obispo. Lo que debemos tener presente es que el Cristo Resucitado continúa caminando con nosotros. Ellos ven que la Iglesia está enfrentando desafíos desalentadores en nuestros días, con menor asistencia a la misa, retos financieros y menos vocaciones. Es un testimonio de su amor por la iglesia y de su valentía el que estén dando un paso al frente en estos tiempos inciertos para considerar servir a la Iglesia por el resto de sus vidas.

Durante una homilía el pasado domingo, les recordé algo que G.K. Chesterton escribió una vez: “Durante el curso de su larga historia, la Iglesia ha ido a los perros al menos cinco veces. Sin embargo, cada vez el perro se murió”. No debemos tener miedo del futuro o del presente, ya que es la Iglesia de Cristo y él ha prometido estar con nosotros hasta el fin de los tiempos.

Ellos saben que son apoyados por ustedes, los fieles de la arquidiócesis. A nombre de nuestros seminaristas, les doy las gracias por sus oraciones y sus generosas contribuciones a la Campaña Católica Anual, que también apoya su formación. Por favor continúen orando por estos buenos jóvenes, y también oren para que Dios envíe más siervos a la viña, de tal manera que las generaciones futuras conozcan el amor y cuidado pastoral que les es familiar a ustedes a través de sus pastores.

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