Cardenal Blase J. Cupich

La alegría del ‘Shoshben’

viernes, diciembre 18, 2020

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Juan el Bautista hace todo lo posible en los Evangelios para decirnos quién no es. Dice que él no es el Mesías, Elías o el profeta. Aparte de llamarse a sí mismo “la voz que clama en el desierto”, se identifica a sí mismo de manera única en el Evangelio de Juan como el “Shoshben”, la palabra semita que significa “amigo del esposo”.

Al marcar el tercer domingo de Adviento, llamado “Domingo Gaudete”, la iglesia selecciona la descripción del Evangelio de Juan de El Bautista como la persona a la que debemos mirar a medida que nos regocijamos mientras se acerca la Navidad.

Entre las muchas responsabilidades del Shoshben, tres vienen a la mente como la fuente de su alegría.

Primero, el Shoshben es totalmente responsable de la fiesta de bodas. Él sería un cruce entre el padrino de hoy y un planificador de bodas. Él tiene que estar totalmente enfocado en esta tarea, desinteresado y plenamente dedicado. La suya es la alegría de olvidarse de sí mismo, el tipo de alegría que he visto en los padres primerizos que están totalmente absortos en la vida de su nuevo hijo, que no muestran dudas al dar su tiempo y recursos y hacerlo con alegría.

Con demasiada frecuencia podemos sentirnos tan agobiados con nuestras propias preocupaciones y ansiedades que una tristeza leve comienza a apoderarse de nuestros corazones. Es en esos momentos que necesitamos redescubrir la alegría de olvidarnos de nosotros mismos y volcar nuestra atención hacia otros que nos necesitan.

El Shoshben también es responsable de las invitaciones. De hecho, en esos días él iba de puerta en puerta invitando a las personas a la fiesta de bodas. Su alegría es unir a las personas o conectar a las personas entre sí.

Hace algunos años, un video de una competencia de las Olimpíadas Especiales se hizo viral. Los concursantes estaban alineados para una carrera a pie y cuando arrancaron después del disparo de salida, uno de los chicos se cayó y se raspó la rodilla. Al escuchar sus gritos de decepción, los otros miraron hacia atrás y al unísono se detuvieron. Se devolvieron por él, lo agarraron por sus manos y corrieron juntos en la pista, tomados de la mano, hasta la meta. Ellos mostraron que había más alegría en cruzar la meta juntos que tener a un ganador que lo hiciera solo.

Estos días de distanciamiento físico (lo que no quiere decir social) nos pueden hacer sentir aislados y desconectados de los demás. Sin embargo, estos deportistas olímpicos, como Juan, nos recuerdan que cuando nos acercamos a los demás y conectamos unos con otros, de las muchas maneras que es posible para nosotros en esta era de la tecnología, comprendemos la alegría de estar conectados.

He pensado con frecuencia que nuestra experiencia de la pandemia hubiera sido mucho más difícil si no hubiera sido por las herramientas de comunicación de hoy en día. Hace cien años solamente había radios, teléfonos y telegramas. No TV, internet o redes sociales. Usémoslas y alegrémonos de estar cerca socialmente unos de otros, aunque estemos físicamente separados.

Finalmente, el Shoshben es responsable de asegurar los regalos que la pareja necesitará para comenzar su vida juntos. Él les deja saber a los invitados qué le falta a los recién casados, consciente de lo que cada invitado puede traer. Su alegría es convocar los mejores dones de los demás.

Mientras reflexiono sobre mi propia experiencia, ha habido muchas personas, maestros, entrenadores, padres, tutores y superiores que convocaron dones de mí que de otra manera no reconocía. Es fácil encontrar fallas y mencionar los errores de los demás, pero hay una alegría especial en llamar a lo mejor de otros.

La alegría del Shoshben puede ser nuestra: al olvidarnos de nosotros mismos, al promover la unidad en nuestras familias y mantenernos conectados para que nadie que se quede atrás sea olvidado y al llamar a lo mejor de cada uno. Esa es la alegría a la que estamos invitados a tener mientras nos acercamos a la Navidad.

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