Cardenal Blase J. Cupich

Los pastores tienen mucho que enseñarnos

viernes, diciembre 20, 2019

Siempre me ha llamado la atención que las primeras personas en saber del nacimiento de Jesús fueron los pastores en la ladera fuera de Belén. Es como si Lucas el Evangelista nos estuviera diciendo que le prestemos atención a ellos si queremos entender cómo debemos responder al nacimiento de Jesús. Así que, escuchemos más de cerca lo que nos dice Lucas acerca de estos pastores y cómo el nacimiento de Jesús afecta sus vidas.

Lo primero que escuchamos es que ellos reciben la noticia del coro angelical cuando estaban cuidando sus rebaños en la noche. Esto revierte su entendimiento de la oscuridad de la noche, que comprensiblemente estaba asociada con el peligro, bien sea por animales salvajes que amenazaban su rebaño o por ladrones que podrían saquearlos.

Pero esta noche es diferente. La noche es ahora donde la Buena Nueva irrumpe en sus vidas. Dios está trabajando en la noche para salvar a su pueblo. Una luz brilla en la oscuridad esta noche.

Estamos muy conscientes de la gran cantidad de oscuridad e incertidumbre en nuestro mundo. Hay peligros que acechan en las sombras: las amenazas de la violencia en nuestras calles, las fuerzas amenazantes del terrorismo que nos estrujan el corazón de miedo. Y hay muchos poderes ocultos que influyen nuestras vidas y crean desigualdad en nuestras comunidades locales y mundiales. Pero como los pastores, estamos llamados a creer que Dios está trabajando en esta oscuridad, caminado con nosotros, porque el que nace en la noche es Emmanuel, un nombre que significa Dios con nosotros.

La oscuridad encontrada en el mundo puede desafiar nuestra fe, puede dividirnos y paralizarnos de miedo. Sabemos muy bien cómo algunos incluso explotan esos miedos para su propia ganancia. Los pastores nos llaman a asumir otro enfoque. Ellos nos llaman a creer que no estamos solos en la oscuridad, abandonados para valernos por nosotros mismos, porque Dios es Emmanuel.

Su mensaje fue repetido siglos más tarde por San Juan de la Cruz, quien escribió: “Cuando estás en la oscuridad y no puedes ver nada o encontrar una salida, entonces la única cosa que puedes hacer es poner tu mano en la mano de alguien que puede ver y que puede llevarte hacia la luz”.

El evangelista Lucas también nos dice que al escuchar el mensaje del ángel, “los pastores se dijeron unos a otros: ‘Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer’”.

¿Qué van a ver ellos? Este niño, nacido en un pesebre, un comedero de animales, y envuelto en harapos, pañales. No les intimidan las necesidades de este niño y su familia. Algunas veces nos descubrimos cayendo en la tentación de creer que Dios no está con los necesitados, con aquellos con los que tenemos dificultades o quienes juzgamos como si estuvieran más allá del cuidado y el amor de Dios, porque no están a la altura de nuestros estándares. Los pastores están probando nuestra fe para creer que Dios está primero con aquellos que el mundo considera marginales, más allá de la ayuda, pecadores, los desechables, los perdedores.

Quizás los pastores encontraron fácil recibir el mensaje de que Dios está con los olvidados y desvalidos porque ellos mismos estaban entre ese grupo. Su humilde aceptación de su vulnerabilidad es una invitación para que nosotros admitamos la nuestra. Al final, todos estamos indefensos cuando nos dejan solos, seres humanos mortales y pecaminosos. Los pastores nos llaman a una humilde verificación de la realidad acerca de nuestras vidas antes de que desestimemos fácilmente a alguien como sin importancia o como un perdedor.

 

Hay una última cosa que aprendemos de los pastores conforme se dirigen al establo de Belén. Ellos comunican a todos lo que les fue revelado por las huestes angelicales, dejando a todos asombrados, mientras María lo atesora todo en su corazón. Los pastores nos llaman a dar testimonio de nuestra fe de tal manera que otros sean atraídos a Cristo, asombrados. Nuestra fe no es solamente para nosotros mismos, sino que es un don que debe enriquecer a otros, la comunidad, la iglesia, al punto que la atesoren en sus corazones.

El papa Francisco nos ha llamado a asumir la tarea de vivir nuestra fe de manera auténtica, de tal manera que otros sean atraídos a Cristo. Esto significa tomar seriamente el efecto que podemos tener los unos en los otros por nuestro ejemplo, nuestro testimonio de cómo Dios está trabajando en la oscuridad y cómo está presente, especialmente para los más necesitados.

En el año entrante, mientras continuamos el camino de Renueva mi Iglesia, quiero animarlos a ser intencionales acerca de su discipulado, al enfocarse en por lo menos una de las obras de misericordia espirituales o corporales como parte de su rutina: alimentar a las personas con hambre, dar albergue a las personas sin vivienda, visitar a los enfermos, soportar males pacientemente, consolar a los afligidos y orar por los muertos.

De esta manera todos nosotros podemos aprender de los pastores y no temer a la oscuridad alrededor de nosotros, sino convertirnos en la luz que trae esperanza al mundo, haciendo de cada día una celebración de Navidad que sea fiel a lo que los pastores nos han enseñado.

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