Cardenal Blase J. Cupich

Adviento: La temporada para encontrar a Cristo, El que viene

lunes, diciembre 10, 2018

Uno de los títulos más antiguos de Jesús en la tradición litúrgica de la iglesia es El que ha de venir. Captura la esencia de la Resurrección, representando correctamente a Jesús no solo como alguien resucitado entre los muertos hace 2,000 años, sino como alguien que está entre nosotros, activo y que trae algo nuevo al mundo.

Nuestra respuesta en fe a esta realidad, se nos dice en los textos de las Escrituras proclamadas en el Adviento, es estar vigilantes y atentos a las muchas maneras que Cristo revela su presencia y acción en el mundo.

Es cierto que las lecturas en estos primeros días de Adviento asocian la llegada de Cristo con el fin de los tiempos. Escuchamos predicciones sobre el oscurecimiento del sol y la luna, terremotos y cómo la agitación propagará el miedo y la ansiedad entre la gente, aterrada que el mundo está llegando a su fin.

Sin embargo, el creyente es urgido a permanecer en calma, en paz y sin perturbarse. Cristo no viene a destruir sino a restaurar y redimir, sanar y hacer un todo. Los discípulos de Jesús deben mantenerse erguidos y permanecer alertas a todo lo que él está logrando.

Por lo tanto, en esta temporada debemos dirigir nuestra mirada a esos lugares donde la sanación está teniendo lugar y estar dispuestos a unirnos a esa obra, por qué allí es donde Cristo, El que ha de venir, está presente y activo.

Dos momentos significativos me han ayudado a anticipar el Adviento, y la tarea de estar atento a la obra sanadora de Cristo que llega de una manera nueva al mundo. El primero fue el funeral del oficial Samuel Jiménez.

Nuestra ciudad envolvió sus brazos colectivos alrededor de su querida esposa, Crystal, y sus hijos. Cuando líderes, colegas y ciudadanos se unieron y trataron lo mejor que pudieron de consolar el inconsolable dolor de la familia Jiménez, las tensiones y dificultades que con tanta frecuencia dividen nuestra ciudad parecieron evaporarse.

Estuvo claro para mí que todos nosotros, al compartir esta tarea común de sanación y consuelo, estábamos haciendo el trabajo de Cristo; él había venido en medio de nosotros de una nueva manera para revelar solo por un momento nuestro potencial de trabajar juntos y recordarnos que siempre debemos estar allí el uno para el otro.

Un segundo evento sucedió el 1 de diciembre, en la misa para conmemorar el 60 aniversario del incendio en la Escuela Our Lady of the Angels. Han pasado seis décadas desde esa terrible tarde de invierno, cerca del final del día escolar, cuando el fuego y el humo barrieron a través de la escuela Our Lady of Angels matando a 92 niños y a tres Hermanas de la Caridad de la Beata Virgen María. Sin embargo, los corazones todavía estaban afectados por el dolor, especialmente los corazones de los estudiantes que sobrevivieron y los familiares de los que fallecieron, algunos de los cuales asistieron a la misa.

Mientras iba en procesión para salir de esa misa, la madre de 95 años de una de las estudiantes, una inmigrante italiana, se acercó y me dio uno de los mejores regalos que alguna vez haya recibido. Me dio una tarjeta santa o “santino”, como ella la llamó, impresa hace 60 años para el funeral de su hija.

La foto de esta amada niña de quinto grado estaba en la parte de atrás. La madre había guardado esta tarjeta todos estos años, pero quería que yo la tuviera para expresar el consuelo que sentía por la comunidad reuniéndose para recordar a su preciada hija.

Estos son los tipos de momentos que estamos llamados a observar en esta temporada de Adviento. Debemos estar atentos a las gracias que vienen en experiencias tan ordinarias, de tal manera que seamos impulsados a unirnos entusiastamente a la obra sanadora que Cristo está trayendo al mundo.

Así que estemos atentos y vigilantes, pero también entusiasmados, como la oración para el primer domingo de Adviento nos llama, a correr con vigor para encontrar a Cristo con buenas acciones. Visitando prisioneros, dando la bienvenida al extranjero, albergando indigentes, alimentando al hambriento, cuidando al enfermo — así será como encontraremos a Cristo en esta temporada. Hay tantas opciones de dónde escoger, pero podemos tener la certeza que antes de llegar allí, Cristo, El que ha de venir, ya viene en camino.

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