Cardenal Blase J. Cupich

Renueva mi Iglesia: “Andando sobre una rama”

martes, mayo 1, 2018

La gente que estudia la etimología de las palabras tiene opiniones encontradas sobre la frase en inglés “going out on a limb”; que podría traducirse al español de manera literal como “andar sobre una rama”, es decir, jugársela en el riesgo de hacer algo. Algunos dicen que significa arriesgarse, o intentar adivinar. El punto es que, entre más andas sobre una rama, más débil se vuelve la rama, aumentando así el riesgo de equivocarse o fallar.

Otros sugieren que el significado original de este término se refiere al esfuerzo necesario para ir en contra del status quo, embarcándose en un camino que otros evitarían o que no se imaginarían tomar.

Esto último es lo que con frecuencia pienso que quería decir Jesús cuando le dijo a Simón Pedro: “Sal a la parte más profunda y echad vuestras redes para pescar” (Lucas 5:4). Jesús no estaba siendo caprichoso o impulsivo. Por el contrario, estaba pidiendo una acción audaz, incluso si eso significaba ir a contracorriente, haciendo lo inimaginable, impávido por los desafíos que de otra manera darían lugar a excusas.

Escuchamos ese tipo de titubeos y excusas en la voz de Pedro cuando responde: “Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada”. Jesús le pide que tenga confianza en la pesca, en lo que está por ganarse, sabiendo que el estatus quo ha agotado las posibilidades de avanzar.

Con Renueva mi Iglesia realmente nos la estamos jugando al salir hacia la parte más profunda. Se ha señalado que la mayoría de los esfuerzos de renovación diocesanos emprenden la tarea de crecimiento espiritual o la reforma organizacional, pero no ambos a la vez. Nosotros, de hecho, estamos haciendo ambos. Para algunos esto es arriesgado. Nadie ha hecho esto antes. Estamos, de hecho, construyendo este esfuerzo desde cero.

Pero estoy convencido de que a menos que tomemos ambas tareas en conjunto, nuestra renovación será efímera y solo otro pie de página en la historia de la arquidiócesis. Si reformamos nuestras estructuras institucionales sin una renovación espiritual profunda o tomamos una reforma espiritual sin atención a cómo organizamos nuestras comunidades y ministerios, estaremos perdiendo una oportunidad de alcanzar sostenibilidad a largo plazo en nuestras parroquias.

A medida que avanzamos, nuestros tres imperativos estabilizarán nuestros pasos en este nuevo camino. Nuestros objetivos son crear discípulos, construir comunidades e inspirar testimonio. En medio de todos los giros y vueltas en el camino por delante, será vital mantener nuestros ojos enfocados en estas tres prioridades.

Me han escuchado con frecuencia hacer referencia al papa Francisco cuando busco maneras de describir la visión de Renueva mi Iglesia. Él definitivamente continúa siendo una gran fuente de inspiración a medida que tomamos este trabajo. Recomiendo altamente su exhortación apostólica más reciente Gaudete et Exsultate.

Sin embargo, todavía tengo fresco en mi memoria un documento papal que fue escrito en los primeros años después de convertirme en obispo. Fui grandemente motivado por él.

Al final del Gran Jubileo del Año 2000, el papa San Juan Pablo II emitió su carta apostólica Novo Millennio Ineunte. Él lo hizo en un momento en que su salud ya estaba en grave descenso y él sabía que no viviría mucho en el nuevo milenio. Sin embargo, pidió a la iglesia entera, especialmente a las diócesis, a las iglesias locales, adentrarse hacia lo profundo en este importante momento de la historia humana.

Sus palabras eran juveniles y llenas de energía, mientras nos desafiaba a diseñar nuevos enfoques pastorales que darían un vigor fresco a la misión de la iglesia.

Esto es lo que él escribió: “Es, pues, el momento de que cada Iglesia, reflexionando sobre lo que el Espíritu ha dicho al Pueblo de Dios en este especial año de gracia, más aún, en el período más amplio de tiempo que va desde el Concilio Vaticano II al Gran Jubileo, analice su fervor y recupere un nuevo impulso para su compromiso espiritual y pastoral… En las Iglesias locales es donde se pueden establecer aquellas indicaciones programáticas concretas —objetivos y métodos de trabajo, de formación y valorización de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios— que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura”.

Nos pidió ser audaces, imaginativos y enfrentar el futuro con osadía y valor. Noten que, a medida que urge métodos nuevos y la realineación de recursos, identifica tres metas, las mismas tres que hemos colocado en el corazón de Renueva mi Iglesia “que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas (crear discípulos), modele las comunidades (construir comunidades) e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura (inspirar testimonio)”.

Al concluir su carta, el santo pero envejecido pontífice regresó a la escena del Evangelio de Lucas y nos presionó a ir a lo profundo “Duc in altum ¡Caminemos con esperanza! Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo”.

Nos la estamos jugando con Renueva mi Iglesia, no como una emoción de la que gozan los imprudentes, sino como aquellos que ven un gran potencial adelante de nosotros a medida que el Espíritu nos impulsa hacia allá. Como lo observó Papa Wojtyła, por una fe de que un inmenso océano se abre ante nosotros es que nos atrevemos a esta empresa juntos, siempre confiando en la guía de Dios.

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