Cardenal Blase J. Cupich

Un hecho significativo que merece ser celebrado

viernes, septiembre 15, 2017

Con frecuencia los aniversarios marcan hechos significativos, y ciertamente ese es el caso cuando celebramos los 125 años de Chicago Catholic. Originalmente llamado The New World, fue nombrado por la Exposición Universal de Chicago (World’s Columbian Exposition) llevada a cabo en 1892-1898, dedicada al aniversario 400 de la llegada de Cristóbal Colón al nuevo mundo.

La Feria Mundial de Chicago abarcaba alrededor de 700 acres a lo largo del Lago Michigan, presentando la primera Rueda de la Fortuna, un pedazo de queso canadiense de 22,000 libras y un templo de 30,000 libras creado de chocolate, entre otras maravillas. A pesar que la Rueda de la Fortuna fue demolida en 1906 y el queso y el chocolate se comieron mucho antes de eso, este periódico continúa hasta el día de hoy. La larga vida de Chicago Catholic es un testimonio de su habilidad para adaptarse y cambiar —y el arduo trabajo de su dedicado personal. Esa calidad es especialmente importante en nuestros días, dado el siempre cambiante panorama en los medios.

A pesar de que este ambiente mediático posee desafíos, también ofrece una oportunidad sin precedentes para la evangelización. Así que, este enero pasado, New World Publications de la Arquidiócesis de Chicago anunció un rediseño total de Catholic New World, señalando que ahora lleva el nombre de Chicago Catholic, la manera como el periódico era llamado en la década de los ochenta. Unos meses más tarde el periódico lanzó un magnífico sitio de internet nuevo (chicagocatholic.com)

Como director de publicaciones y medios, Grant Gallicho señaló que “pensamos que era un buen momento… para reimaginar la manera que traemos a los lectores las noticias y visiones de la arquidiócesis —y la iglesia en general. Queremos que el periódico sea un lugar donde los católicos a lo largo del área de Chicago y la nación puedan no solo aprender acerca de lo que está pasando en la iglesia, sino también involucrar las ideas y creencias que hacen que nuestra tradición sea tan rica”.

El Papa Francisco es un comunicador al nivel de genio, no debido a una estrategia maestra sino porque él toma de esa tradición en maneras atractivas y auténticas. Él reta a los periodistas a tomar la autenticidad como guía, al invitarlos a enfocar su trabajo como un modo de encuentro que fortalece la solidaridad humana.

En su mensaje de 2014 por el Día Mundial de la Comunicación, por ejemplo, él señaló que “nuestro mundo sufre de muchas formas de exclusión, marginalización y pobreza, sin mencionar los conflictos que nacen de una combinación de motivos económicos, políticos, ideológicos y tristemente, incluso religiosos. En un mundo como este, los medios pueden ayudar a sentirnos más cerca uno de los otros, creando un sentido de unidad de la familia humana que a su vez puede inspirar solidaridad y esfuerzos serios para garantizar una vida más digna para todos… Una cultura de encuentro exige que estemos listos no solamente para dar, sino también para recibir. Los medios pueden ayudarnos enormemente en esto, especialmente hoy en día, cuando las redes de comunicación humana han hecho avances sin precedentes”.

El enfoque de Francisco tiene mucho que ofrecernos, particularmente cuando tomamos el trabajo de Renueva mi Iglesia. En nuestro trabajo como comunicadores, nosotros también debemos apuntar a promover la solidaridad, ayudando a los feligreses a comprender que sus parroquias son una familia de familias, no una comunidad por sí misma. También es imperativo que nos enfoquemos en crear una participación total en el proceso de renovación al resaltarla como una oportunidad nueva para encontrarnos con Cristo y el Evangelio a través de compartir la fe. El periodismo católico puede jugar un papel clave para avanzar este entendimiento.

“¿Qué significa para nosotros, como discípulos del Señor, encontrar a otros a la luz del Evangelio?”, pregunta el Papa. “Yo encuentro una respuesta”, responde, “en la parábola del Buen Samaritano, que también es una parábola sobre la comunicación. Aquellos que se comunican, en efecto, se vuelven vecinos. El Buen Samaritano no solamente se aproxima más de cerca al hombre que encuentra medio muerto a un lado del camino, él toma responsabilidad por él. Jesús cambia nuestro entendimiento: no se trata solamente de ver al otro como alguien como yo mismo, sino la habilidad de hacer de mí mismo como el otro”.

Aquí el Papa Francisco provee una visión de la enorme contribución del periodismo. Es un arte que tiene el potencial de unirnos en conjunto como una familia humana, recordándonos que todos somos vecinos, todos somos hijos de Dios. 

Celebrar los 125 años de Chicago Catholic se debe tratar de más que sobrevivir las altas y bajas del mundo del periodismo impreso, tan valioso como esa celebración pueda ser. Este también es un momento para honrar la contribución invaluable de los periodistas, que no solo trabajan para mantenernos informados de aquello que no sabríamos si no fuera por su trabajo, sino que también “ayudan a sentirnos más cerca los unos de los otros, (y crear) un sentido de la unidad de la familia humana que a su vez puede inspirar solidaridad y esfuerzos serios para garantizar una vida más digna para todos”.

Eso, ciertamente, merece ser celebrado.

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