Cardenal Blase J. Cupich

Recordando a un gran sacerdote y mentor

miércoles, agosto 16, 2017

Con el fallecimiento repentino del padre Ron Lewinski, quien fue un talentoso, entregado y amoroso sacerdote y colaborador, muchos de nuestros sacerdotes me hablaron del rol de mentor que él desempeñó durante sus años de servicio. Él fue alguien con el que los hermanos, juniors y seniors, podían contar mientras crecían en su ministerio. Yo apreciaría esa contribución, ya que he sido bendecido durante años por hermanos sacerdotes que me guiaron y retaron, empujándome a seguir creciendo y aprendiendo.

Esta semana compartí con los sacerdotes algunas ideas sobre ser mentor, señalando las siguientes siete cualidades de un mentor que vienen a mi mente mientras pienso en el padre Ron y otros sacerdotes que he conocido. Para mí los buenos mentores son:

1. Generosos: Los buenos mentores están dispuestos a dar su tiempo y hacen el compromiso de compartir lo que saben y las habilidades que han desarrollado a lo largo del tiempo. Su generosidad al ser accesibles está anclada en una profunda humildad, siempre teniendo presente cómo fue para ellos cuando eran principiantes.

2. Motivan con el buen ejemplo: los buenos mentores están conscientes que enseñan mejor al demostrar constantemente las acciones y los comportamientos específicos que se requieren para ser efectivo y exitoso.  Establecen metas para ellos mismos y las cumplen. Son respetados por sus colegas que los ven como un buen ejemplo.  

3. Comunican: los buenos mentores proveen orientación y comentarios constructivos, y tienen buenas habilidades para escuchar y comunicar. Ellos son pacientes para prestar atención a aquellos que orientan así como también lo suficientemente audaces para desafiar cuando sea necesario.

4. Entusiastas: los buenos mentores están emocionados por su trabajo y transmiten la confianza de que su trabajo es significativo y tiene el potencial de hacer cosas que transforman la vida de otros. Su entusiasmo es contagioso, incitando a aquellos que orientan a ser más apasionados acerca de la misión.  

5. Valoran el crecimiento y el aprendizaje continuo: los buenos mentores son curiosos, personas que aprenden toda la vida, que leen y se mantienen al día con los nuevos desarrollos, en vez de quedarse estancados con el paso del tiempo. No le temen arriesgarse para experimentar y aprender de nuevas ideas.

6. Positivos: los buenos mentores son especialmente atentos a mencionar los dones de aquellos a quienes orientan. Ellos hacen esto mucho más que el señalar deficiencias o problemas. Ellos son fundamentalmente positivos en su enfoque. Ellos se basan en la gracia.

7. Aman a aquellos que orientan: los buenos mentores solamente quieren lo mejor para los demás, se alegran cuando tienen éxito, no tienen envidia cuando el alumno supera al maestro y son lo suficientemente libres para dejarlos hacer eso.

La historia de la iglesia está repleta con ejemplos de ese transmitir la tradición de buenas prácticas y habilidades pastorales por parte de aquellos que se tomaron el tiempo para orientar a una generación más joven. Sabemos que Pablo tuvo esa clase de relación con Bernabé, Tito y Timoteo, así como Pedro con Apolinar de Rávena e Ignacio de Antioquia y el apóstol Juan con Policarpo de Esmirna, quien, a su vez orientó a Ireneo.

Renueva mi Iglesia nos llama a todos a crecer y apoyar los unos a los otros y requerirá buena orientación de los mentores. Estoy triste de que el padre Ron no estará allí para ayudarnos. Pero quizás nos ha inspirado lo suficiente para retomar la tarea donde él la dejó.

Topics:

  • padre ron lewinski

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