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“Tocamos puertas y también tocamos corazones”: la Misión Redentorista llevó su invitación a la comunidad de Cicero

Por Andrés Lepe
jueves, mayo 29, 2025

De izq. a der., Monika Kania, Bogusława Ptok, Maria Winn, y Paulina Ortiz oran después de entregar las intenciones en la misa el 11 de abril. Foto: Karen Callaway/Católico

El viernes 11 de abril de 2025, la iglesia de Santa María de Czestochowa y Nuestra Señora de la Caridad en Cicero se llenó de alegría, gratitud y esperanza cuando el obispo Robert J. Lombardo celebró la misa de clausura de la Misión Redentorista. Después de semanas de preparación, visitas casa por casa y mucha oración, la Misión concluyó no como un final, sino como una invitación poderosa a continuar la obra de evangelización en la vida cotidiana.

Dentro del Decanato D del Vicariato III, seis parroquias participaron en la Misión, que había comenzado semanas antes. Doce sacerdotes redentoristas, provenientes de lugares como Denver, Indiana, México, Polonia y Baltimore, llegaron para acompañar a los fieles locales, ofreciendo la predicación de la Palabra de Dios, la celebración de la Santa Misa y el acompañamiento pastoral en inglés, español y polaco. Pero el verdadero corazón de la Misión fueron los laicos: voluntarios y líderes parroquiales que durante días caminaron por sus vecindarios, llevando un mensaje de bienvenida, sanación y regreso.

“Tocamos puertas, y también tocamos corazones”, dijo Irene Saldaña, una líder laica que ayudó a organizar el esfuerzo. “Hicimos un folleto con los horarios de misa, las direcciones y los nombres de todas las iglesias de nuestro vecindario. Lo entregamos en cada hogar que visitamos. Algunas personas nos escucharon y oramos con ellas. Algunas no quisieron hablar, pero les dejamos la información y seguimos orando por ellas. El objetivo era simple: invitar a las personas a regresar a la Iglesia.”

Desde el 28 de marzo hasta el 10 de abril, se visitaron más de 1,200 hogares en Cicero. Saldaña recordó cómo se prepararon los voluntarios para su labor, al reflexionar profundamente sobre el propósito de la misión: reavivar la fe, especialmente en aquellos que se habían alejado o se sentían olvidados ante dificultades como la inmigración o las crisis económicas. “Como dijo el Papa Francisco a los sacerdotes: ‘No se queden sentados en la parroquia, salgan y anuncien la Buena Nueva.’ Eso fue lo que hicimos”, dijo Saldaña.

El padre Waldemar Latkowski, párroco de Santa María de Czestochowa y Nuestra Señora de la Caridad, pasó casi un año preparando la Misión. Cada parroquia designó a tres representantes laicos que fueron formados a través de retiros y encuentros espirituales antes de ser enviados a la comunidad. “Apenas estábamos rascando la superficie, intentando traer a la gente de regreso a la iglesia” dijo el padre Latkowski. “Cuando la gente abría la puerta, a veces tenían miedo. Pero al ver quiénes éramos y por qué veníamos, sus corazones se abrían. Fue una experiencia hermosa—no solo para ellos, sino también para nosotros.”

Durante la Misión se ofrecieron talleres y celebraciones que enfatizaban la unidad, la valentía y la fe. Se llevó la comunión a los enfermos y a los confinados en casa, y se animó a los voluntarios a ser ejemplos vivientes del amor de Cristo, ofreciendo saludos, oraciones e incluso una simple presencia a quienes encontraban. “Nos recordaron que debíamos saludar con amor y con ayuda, ser un ejemplo de nuestra fe,” dijo Saldaña.

En la misa de clausura, el obispo Lombardo animó a la comunidad a ver la Misión no como una tarea terminada, sino como un nuevo comienzo. “El desafío de esta noche y en adelante es orar por todos los que están aquí y en Cicero” dijo en su homilía. “Esto no termina esta noche, continuó, y todos pueden participar de esa manera. Tenemos que ser fieles a lo que Dios nos pide hacer, sin importar los resultados. Nunca sabemos cuándo llegará una oportunidad de acercarnos a otra persona. Tenemos que aprovechar el momento. Tenemos que estar preparados y no tener miedo”.

La Misión Redentorista fue una expresión viva del compromiso de las iglesias en Cicero con la misión evangelizadora de la Iglesia católica. A través del testimonio de tantos fieles, se tocaron puertas, se escucharon historias y se ofreció consuelo. Aunque la misa de clausura marcó el término visible de esta misión, su espíritu continúa vivo. Las parroquias de Cicero siguen caminando juntas, con el deseo profundo de llevar a Cristo a todos los rincones de la comunidad, convencidas de que la misión de la Iglesia no termina, sino que se renueva en cada corazón dispuesto a decir “sí” al Evangelio.

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