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El cardenal Cupich se une los católicos ucranianos a tres años de iniciada la guerra

Por Redacción Católico
miércoles, abril 30, 2025

El diácono Rostyslaw Smyk inciensa el altar durante el servicio de oración el 24 de febrero. Foto: Karen Callaway/Católico

Con el fin de conmemorar tres años de la invasión de Rusia al pueblo de Ucrania, el cardenal Blase Cupich se unió al obispo Benedict Aleksiychuk, de la Eparquía Católica Ucraniana, a sacerdotes y líderes interreligiosos para acompañar a la comunidad católica ucraniana en oración.

Lo anterior tuvo lugar en la Catedral del Santo Nombre el 24 de febrero, en una actividad conocida como “panakhida” un servicio conmemorativo donde se ora en honor de los fallecidos para encomendarlos a Dios.

Ante una catedral casi llena, y después de entonar los himnos nacionales de Ucrania y Estados Unidos, el cardenal Cupich se dirigió a los presentes para recordar que hace dos veranos visitó Polonia y Ucrania en nombre de su Conferencia Episcopal.

“Me reuní con refugiados ucranianos que huyeron de su país después de la invasión rusa y me encontré con la gente que sufría en Ucrania” dijo el cardenal Cupich. “Fue una experiencia que nunca olvidaré”.

“Al conocer a personas de todas las edades obligadas a huir de su tierra natal, me invadió una profunda tristeza” continuó. “Me contaron historias de familiares que murieron defendiendo su patria, de la destrucción de sus hogares y pueblos, de la separación familiar, de dejar atrás sus vidas y los oficios que les daban sustento, sí, incluso el bárbaro secuestro de niños”.

“En Ucrania viajé a zonas donde la gente era masacrada sin más motivo que caminar por la calle o buscar comida” dijo. “Caminé por cementerios creados para enterrar a soldados y otras víctimas de la guerra. Oré en una iglesia donde se habían celebrado cientos de funerales desde que comenzó la guerra”.

El cardenal se mostró conmovido por la entereza y la dignidad del pueblo ucraniano:

“Sin embargo, en medio de la tragedia, fui testigo del extraordinario heroísmo de los ciudadanos que se convirtieron en soldados de la noche a la mañana, de los socorristas que lucharon contra los incendios causados por los ataques con cohetes y de los vecinos que se acercaban para proporcionarse alimentos y refugio”.

Destacó también el cardenal la compasión y solidaridad de otros países. “Durante mi visita a varios sitios en Polonia, llegué a admirar a los polacos que generosamente proporcionaron alimentos, refugio, ropa, educación a los niños y empleos para millones de personas que cruzaron desde Ucrania” dijo. “Su respuesta acogedora a los solicitantes de asilo sirve como un llamado a la conciencia, lo que nos obliga a considerar las actitudes de nuestro propio país hacia el extranjero necesitado”.

“El mundo debe apoyar a Ucrania y decir la verdad. La paz solo se puede construir sobre la verdad” dijo contundente. “¿Qué es la verdad? (1.) Ucrania no es el agresor en esta guerra. (2.) La invasión por parte de Rusia no fue provocada y violó el derecho internacional y la Carta de la ONU. (3.) Se violó la soberanía de Ucrania, una soberanía que fue prometida por los estados garantes cuando Ucrania desarmó el tercer arsenal nuclear más grande del mundo sobre todo su armamento nuclear después de haber recibido garantías de seguridad contra la amenaza o el uso de la fuerza contra su territorio o independencia política. Estados Unidos, Rusia y el Reino Unido asumieron este compromiso cuando firmaron el Memorando de Budapest sobre Garantías de Seguridad el 5 de diciembre de 1994”.

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