Como una poderosa expresión de unidad entre las arquidiócesis de Chicago y la Ciudad de México, cuarenta y tres peregrinos de la Arquidiócesis de Chicago viajaron a la capital mexicana para visitar la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en un viaje del 14 al 20 de enero de 2025. Esta peregrinación estuvo dirigida por el cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, y fue una expresión profunda de devoción a la Santísima Virgen María, particularmente en su rol como patrona de las Américas. La peregrinación comenzó como respuesta a una invitación extendida por el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de la Ciudad de México, al cardenal Cupich durante su visita al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines, Illinois, en junio de 2023. Este encuentro sentó las bases de un viaje profundamente mariano para honrar a Nuestra Señora de Guadalupe. En la Basílica, los peregrinos tuvieron el privilegio de venerar la milagrosa tilma de San Juan Diego, que lleva la imagen de Nuestra Señora. La tilma es central en la historia de las apariciones ocurridas en 1531, cuando Nuestra Señora se apareció al humilde Juan Diego y plasmó su imagen como señal de su amor y protección para el pueblo indígena de México. El significado de la tilma no es solo espiritual, sino también cultural. Representa un momento de intervención divina que unió dos mundos: el de los pueblos indígenas de México y la fe católica. Para los peregrinos, estar frente a la tilma fue un momento de profunda reflexión, conectándolos con el evento milagroso que sigue inspirando a millones de católicos en todo el mundo. Además de venerar la tilma, los peregrinos también visitaron la Capilla de los Pequeños Ángeles y la Capilla del Pozo, lugares profundamente asociados con las apariciones de Nuestra Señora. Estos sitios ofrecieron una oportunidad para la oración silenciosa y la contemplación, invitando a los peregrinos a reflexionar sobre el cuidado maternal de la Virgen María, venerada no solo como Madre de Dios, sino también como la Madre de todos los pueblos, brindando su protección e intercesión. El domingo 19 de enero, el cardenal Blase Cupich presidió la misa en la Basílica, acompañado por el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de la Ciudad de México, y otros distinguidos clérigos. La misa ratificó la enorme unidad que existe entre las Arquidiócesis de Chicago y la Ciudad de México, enfatizando la devoción compartida a Nuestra Señora de Guadalupe y la naturaleza universal de la Iglesia Católica. El cardenal hizo en la Basílica declaraciones en torno a la incertidumbre que vive la comunidad inmigrante en la Arquidiócesis de Chicago. “La comunidad católica apoya al pueblo de Chicago al hablar en defensa de los derechos de los inmigrantes y solicitantes de asilo” dijo. “De manera similar, si los informes son ciertos, hacemos constar que nos opondríamos a cualquier plan que incluya una deportación masiva de ciudadanos estadounidenses nacidos de padres indocumentados”. Tras la Comunión, el cardenal Cupich y el cardenal Aguiar Retes intercambiaron regalos como señal del vínculo creciente entre ambas arquidiócesis. Este gesto de unidad destacó la misión continua de difundir el mensaje del amor y la protección de Nuestra Señora a través de las Américas y más allá, reforzando su rol como la “Madre de las Américas.” La peregrinación también incluyó visitas a otros sitios importantes marianos e históricos en México, como Santa María Tulpetlac, el sitio de la Quinta Aparición Mariana, donde el tío de Juan Diego, Juan Bernardino, fue milagrosamente sanado por Nuestra Señora. Este sitio recordó a los peregrinos la presencia continua e intervención milagrosa de Nuestra Señora en la vida de los fieles. A lo largo de la peregrinación, se celebraron misas diarias, que brindaron a los peregrinos la oportunidad de orar, reflexionar y profundizar su conexión espiritual con la Santísima Virgen María. El viajar juntos a la Ciudad de México permitió a los peregrinos recordar que son parte de una Iglesia global, unida bajo la protección amorosa de Nuestra Señora. El último día de la peregrinación, el grupo visitó la Plaza de las Tres Culturas, un sitio que simboliza la convergencia de las historias indígena, colonial y moderna de México. Allí oraron en la Iglesia de Santiago de Tlatelolco, que alberga la pila bautismal de San Juan Diego. Este sitio, donde comenzó la conversión de los pueblos indígenas de México, sirvió como un recordatorio poderoso del poder transformador de la fe católica, traída por Nuestra Señora de Guadalupe. La peregrinación fue un viaje profundo de fe y unidad, centrado en el amor maternal y la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe. Ella sigue uniendo a sus hijos en oración y devoción, sin importar su origen o nacionalidad. Al final de la peregrinación, los peregrinos regresaron a casa con corazones llenos de gratitud y devoción renovada, sabiendo que habían encontrado a la Madre Bendita en el mismo lugar donde se apareció a Juan Diego: un lugar de milagros, esperanza y unidad para el mundo entero.