Cientos de venezolanos se reunieron en la iglesia Sta. María del Lago el 1 de agosto para orar por su atribulado país. El servicio, que incluyó oraciones personales ante el Santísimo Sacramento, se hizo días después de las elecciones presidenciales del 28 de julio, en las que el actual presidente Nicolás Maduro se declaró a sí mismo el ganador de un tercer mandato consecutivo a pesar de que líderes de la oposición y observadores independientes dicen que los recibos en papel de las máquinas de votación muestran que su oponente, Edmundo González Urrutia, ganó cómodamente. La elección fue considerada viciada incluso antes de que la votación tuviera lugar, ya que Maduro había prohibido a un importante partido de oposición y había encarcelado a potenciales oponentes. En las protestas que estallaron después de la declaración de Maduro de que había ganado, al menos 17 personas fueron asesinadas, dijo el padre Manuel Dorantes a la congregación en inglés y en español. Al orar por la paz en Venezuela, Dorantes citó a la encíclica de San Juan XXIII de 1963 “Pacem in Terris”, que dice que para que exista paz, se deben cumplir cuatro condiciones del espíritu humano: verdad, justicia, amor y libertad. “La verdad triunfará sobre las mentiras”, dijo Dorantes. “La unidad triunfará sobre la división. La vida triunfará sobre la muerte”. Dorantes, párroco de la parroquia Santa María del Lago y Nuestra Señora de Lourdes, dijo que los venezolanos comenzaron a llegar al vecindario de Buena Park de Santa María del Lago y el cercano vecindario de Ravenswood hace cinco años aproximadamente, cuando se convirtió en párroco de Nuestra Señora del Lago. En ese tiempo, la mayoría de las personas que llegaban de Venezuela eran de la clase profesional y tenían los recursos para emigrar de su país de origen después de la elección de Maduro de 2018. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, más de 7.7 millones de personas han dejado Venezuela en años recientes, la mayoría de ellos desde 2015. Durante los últimos dos años, muchos han terminado siendo transportados en autobús o avión a Chicago desde Texas. Más de 45,000 migrantes han llegado a Chicago desde que llegaron los primeros autobuses en agosto de 2022, y la mayoría son de Venezuela. “Es un país de 28 millones, y 8 millones se han ido”, dijo Dorantes. “Todos tienen familia allá. Eso es 16 millones de madres y padres que están en Venezuela”. Se han ido debido a la violencia perpetrada por, o en apoyo a, el régimen autoritario de Maduro, o debido al empeoramiento de la crisis económica que ha hecho que sea difícil sobrevivir. “Estamos hablando de un lugar donde puedes ser arrestado por salir vestido de blanco y decir que quieres la verdad”, dijo Dorantes. “Algunas de las personas que vienen, quizás han tenido a un familiar que ha sido arrestado. Tal vez ellos han sido arrestados”. La parroquia también ha trabajado para atender a los migrantes recién llegados, la mayoría de los cuales se hicieron camino principalmente a pie a través de Centroamérica hasta la frontera de Estados Unidos con México. El personal de la parroquia y los feligreses visitaron la estación del distrito 19 del Departamento de Policía de Chicago, donde las personas durmieron en el piso y luego en tiendas de campaña afuera. Ellos se dieron cuenta de que las personas allí no tenían acceso a duchas, así que abrieron las instalaciones de la parroquia durante tres horas, tres días a la semana, dijo la hermana Guadalupe Limas de la congregación Familia de Corde Jesu, que trabajó en formación de fe y ministerio hispano en la parroquia. Aproximadamente 75 personas pudieron ducharse cada día. Mientras las familias estaban allí para asearse, se les ofrecía refrigerios y juguetes para los niños, y se les preguntaba si estaban interesadas en la preparación sacramental. Eventualmente, una docena de migrantes fueron bautizados en la parroquia, y la parroquia colaboró con Caridades Católicas para ayudar a siete familias a mudarse a sus propios apartamentos. Desde que los migrantes fueron sacados de las estaciones de policía y de los campamentos con tiendas de campaña que las rodeaban, ha sido más difícil llegar a ellos, ya que no se permite a personas de afuera en los albergues operados por la ciudad, dijo la hermana Guadalupe. Sin embargo, varias familias todavía acuden a la parroquia para celebrar el culto, y el comedor benéfico de los miércoles en la noche, que atiende a 320 personas por semana, está atendiendo principalmente a migrantes, mencionó la hermana Guadalupe. Dorantes dijo que cuando la parroquia escuchó por primera vez sobre la llegada de los autobuses, él reunió a los líderes de la parroquia y les preguntó qué podían hacer. “Hay un concepto en la enseñanza social católica sobre acoger al migrante”, dijo Dorantes. “Ahora para nosotros, eso ya no es un concepto. Tenemos migrantes justo aquí en nuestro vecindario. Ya no era teórico, era real. Y la parroquia se movilizó”. Muchos de los venezolanos en el área de Chicago están ansiosos por regresar a casa, dijo Dorantes, y esperaban que la elección del 28 de julio fuera un punto de inflexión para el país. Él miró a un niño pequeño que jugaba frente a la iglesia. Después del servicio, el niño corrió a la parte trasera de la iglesia para abrazar a Dorantes. La familia del niño es una de las patrocinadas por la parroquia, y él y sus hermanos fueron bautizados en Sta. María del Lago. La madre del niño envió a Dorantes un video de su videollamada con su abuela en Venezuela. “Él dijo: ‘abuela, espero que esta sea nuestra última videollamada’”, señaló Dorantes. “‘Espero que pueda regresar y estar contigo y pueda crecer contigo’. Muchos quieren regresar a casa, y esta iba a ser su oportunidad y se la quitaron”.