El pasado domingo 14 de enero amaneció con frío intenso y vientos helados, pero nada iba a detener a la comunidad guatemalteca de Chicago para celebrar al Señor de Esquipulas, también conocido como el Cristo Negro. La cita anual convoca a sus fieles en la iglesia de San Alfonso, en el barrio de Lakeview en Chicago, para expresar su devoción ante la imagen del Cristo tallado en madera, réplica de aquel que en la Basílica de Esquipulas atrae a devotos de Centroamérica y de México. Desde el fallecimiento en 2015 de su esposo, el señor Orlando de León, quien llevaba adelante la tradición en Chicago, la señora Olga de León decidió que no iba a dejar que esa tradición desapareciera. Desde entonces, ella se encarga de organizar cada año la misa y fiesta en San Alfonso. “Yo conozco la historia del Señor de Esquipulas desde pequeña, porque me la inculcó mi madre” dijo la señora de León en conversación con Alejandro Castillo para el programa “La hora católica: misa y más”. Su madre la llevaba cada año a la Basílica de Esquipulas, “con mucho sacrificio porque no teníamos los medios” aclara. Cuando creció y migró hacia los Estados Unidos se encontró con que aquí también lo celebran, entonces pudo continuar su devoción. “Las primeras celebraciones que recuerdo en Chicago fueron en Nuestra Señora de Lourdes” dijo, “y era doña Catalina García la que empezó esta tradición. Ella fue la que lo trajo (al Cristo Negro) para Chicago, según tengo entendido. Pero ella lo celebraba justo el 15 de enero a las siete de la noche. Todos los guatemaltecos lo celebrábamos allí, no nos veíamos en mucho tiempo y allí coincidíamos, era nuestro reencuentro con el Señor de Esquipulas y con la gente de Guatemala” recuerda. Aunque ahora doña Olga ha escuchado de cuatro o cinco parroquias más que celebran al Señor de Esquipulas, sigue teniendo como centro la festividad en San Alfonso, donde el domingo más cercano (antes o después) del 15 de enero la gente celebra su misa y después un convivio con música tradicional. “Cuando las celebraciones comenzaron en Chicago la respuesta de los guatemaltecos fue bastante grande” recuerda la señora de León, “porque a pesar de que era en la noche, la gente después del trabajo corría para estar presente. Se llenaba la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes. Había gente de pie, y a veces afuera, porque era muy grande la comunidad que nos juntábamos allí. No pertenecíamos a la parroquia, pero como guatemaltecos íbamos a ver a nuestro Cristo Negro de Esquipulas”. Con el tiempo, doña Catalina García pasó la estafeta de la organización a los señores Carlos Moreira y Ramiro Morales, quien a su vez invitó a don Orlando de León y su esposa doña Olga. La imagen venerada en Chicago era al principio una pintura, pero en 1985 los organizadores mandaron traer de Guatemala la escultura en madera que hoy se aprecia en una de las naves laterales del templo de San Alfonso. La sanación Viviendo ya en Chicago, a doña Olga de León le dio cáncer de seno. “Entonces, lo primerito que me dijo mi difunto esposo Orlando fue ‘Vamos a Guatemala’. Yo respondí ‘sí, vamos con el Señor de Esquipulas para que él me ayude con mi enfermedad’. La señora de León dice que fue hasta Guatemala con mucha devoción, “le pedí que por favor no me siguiera avanzando el cáncer” afirma. “Y hasta el día de hoy estoy sana, bendito sea el Señor de Esquipulas”. Posteriormente le dio cáncer de la tiroides. “También le pedí con todo mi corazón que por favor me curara una vez más de este cáncer y así es como sigo aquí” dice. “Yo le digo al Señor de Esquipulas: ‘Tú me tienes aquí, me has dado estas dos enfermedades, yo te seguiré sirviendo hasta el día que tú digas ‘hasta acá’”. “Me he fijado” continúa, “no sabía yo que hay una señora aquí que también le dio cáncer, y ella le pidió al Cristo que tenemos aquí (señala la efigie del Señor de Esquipulas) que por favor le ayudara a sanarse. Ella sigue aquí, porque ella sí es feligresa de San Alfonso. Ella dice que se encomendó al Señor de Esquipulas y que la tiene aquí, sana”. Enseñar la devoción La misa en San Alfonso, que este año fue oficiada por el padre Jesús Raya Custodio destaca siempre por el colorido de las prendas tradicionales guatemaltecas. Cuando se le pregunta qué la motiva a seguir organizando esta celebración, la señora Olga no duda en responder: “Hay personas que no son de Guatemala, entonces yo quiero ensenarles a ellos nuestra devoción al Cristo de Esquipulas”. “Quiero que lo conozcan” agrega, “como todos conocemos a nuestra madre santísima María de Guadalupe. Y creo que está dando fruto pues mucha gente ya viene aquí. Porque lo tenemos junto a la madre de él. Vienen y visitan no solo al Señor de Esquipulas sino también a la virgencita”. La señora Olga dice que conserva la ilusión de que todas las parroquias de Chicago que celebran al Señor de Esquipulas se unan para hacer una misa en grande, “sé que habemos muchos guatemaltecos aquí” dijo, “me encantaría que pudiéramos reunirnos todos como devotos”.