Área de Chicago

Declaraciones del cardenal Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago, en la sinagoga Anshe Emet de Chicago

Por Cardenal Blase J. Cupich
viernes, diciembre 1, 2023

11 de noviembre de 2023

 

Saludos cordiales para ustedes mientras se reúnen para los servicios de Sabbat esta mañana. Gracias al rabino Michael Siegel, a la directora ejecutiva Mimi Weisberg, y al personal de Anshe Emet por tan amable bienvenida.

Puede que sea un eufemismo decir que es inusual tener a un obispo católico hablando como parte de su servicio de Sabbat semanal. Pero claro, estos no son tiempos normales.

Como necesitaba estar en Roma para el Sínodo durante la mayor parte de octubre, me entristeció estar lejos de Chicago durante estos días extremadamente difíciles para su comunidad, con la que me siento tan cercano. Estoy muy agradecido de estar con ustedes hoy para asegurarles personalmente mi apoyo continuo a los miembros de esta sinagoga y a toda la comunidad judía del área de chicago.

El ataque brutal de militantes de Hamas que profanaron y quitaron la vida a más de 1000 israelitas, junto con el secuestro de 250 rehenes el 7 de octubre, como bien saben, ha dejado a judíos en Israel, Chicago y todo el mundo en un profundo estado de conmoción y duelo. A través de conversaciones personales, he conocido la profundidad del trauma de la comunidad judía y extiendo mi más sentido pésame a todos ustedes. Si bien algunos en nuestra área ven esto como un evento que ocurrió al otro lado del mundo, yo sé, tanto como puedo, cuán profundamente personal fue este ataque para ustedes.

Tuve el sagrado privilegio de acompañar a mi amiga, la difunta Fritzie Fritzshall, que sirvió tan bien como presidenta del Museo del Holocausto en Illinois, a dar testimonio del Holocausto en una peregrinación de la memoria a Auschwitz hace algunos años. No pude quitarle su dolor, pero pude acompañarla, como espero hacerlo con ustedes hoy y en los próximos días.

En esa visita, aprendí de su testimonio y de su valiente atestiguación que debemos contar la historia del Holocausto para que nunca se repita. Hay un profundo dolor y trauma que acompaña este recuento, pero sabemos lo que sucede cuando no se le hace oposición públicamente al antisemitismo. Cuando se le permite propagarse desenfrenadamente, el antisemitismo infecta a nuestras comunidades y naciones con miedo y odio. Nunca debe permitirse que el odio a los judíos se normalice.

Desde el ataque del 7 de octubre, países alrededor del mundo han informado un marcado aumento de incidentes antisemitas. Según la Liga Antidifamación, los crímenes de odio antisemitas en Estados Unidos han aumentado casi un 400%, año tras año. Algunos campus universitarios, lugares considerados durante mucho tiempo bastiones del diálogo y el aprendizaje, incluso han visto aumentos notables en la retórica antisemita y el discurso de odio. Muchos estudiantes y profesores universitarios judíos están pensando abandonar el campus u ocultar signos obvios de que son judíos. Debemos preocuparnos cuando una generación de judíos está siendo formada en medio de un miedo profundo a incluso reconocer su identidad en público. Los católicos y todas las personas de buena voluntad no pueden estar simplemente preocupadas silenciosamente por esta realidad. No, debemos hablar en contra de dicha intolerancia y odio.

Como cristiano católico, tengo el deber denunciar el antisemitismo. Como nos recuerda el papa Francisco, uno no puede ser un buen católico y antisemita. Los católicos deben responder al antisemitismo rápida y decisivamente, especialmente después del día más mortífero en la historia judía desde el fin de la Shoah. Exhorto a mis hermanos y hermanas católicos y a todas las personas de buena voluntad a hablar en contra de los actos y discursos antisemitas cuando se enfrenten a ellos. Es literalmente un asunto de vida o muerte.

Me uno al papa Francisco para afirmar el derecho fundamental de los judíos a un estado judío en su patria histórica. Las aspiraciones nacionales del pueblo palestino también son legítimas y deben buscarse. Sin embargo, tampoco puedo ignorar el profundo sufrimiento humano de los civiles, especialmente los niños, incluso recién nacidos, tanto en Israel como en Gaza. Estas bajas no son solo números que aparecen en la pantalla de la televisión todas las noches. Estas víctimas incluyen amigos, hermanas y hermanos, hijos e hijas, compañeros humanos amados y a quienes se le dio la vida a través del don del único Dios. A instancias del papa Francisco, los católicos continúan orando y ayunando por el cese de la violencia en Gaza e Israel, y otras partes de nuestro mundo devastado por la guerra. También comparto el llamado del Santo Padre de que todos debemos estar del lado de la paz.

Asimismo, esta semana, estuvo de visita con los rabinos europeos y afirmó: “preocupa la difusión de manifestaciones antisemitas, que condeno firmemente”. Continuó: “En este tiempo de destrucción nosotros creyentes estamos llamados, por todos y antes que todos, a construir la fraternidad y a abrir caminos de reconciliación, en nombre del Omnipotente que, como dice [el] profeta [Jeremías], tiene ‘pensamiento de paz, y no de desgracia’ (Jer 29,11). No las armas, no el terrorismo, no la guerra, sino la compasión, la justicia y el diálogo son los medios adecuados para edificar la paz”.

Es difícil concebir la paz en tiempos tan oscuros. Sin embargo, la paz es la promesa de Dios a su familia. Todos somos hijos de Dios. Nunca veremos la paz sin un diálogo auténtico basado en la dignidad inherente de todos los seres humanos. Hasta que ocurra dicho reconocimiento, el ciclo de violencia continuará. Oro fervientemente por este mutuo reconocimiento, basado en la imagen de Dios estampada por lo divino en todas nuestras hermanas y hermanos.

Apoyando esa oración, comprometámonos a hacer nuestra parte aquí en Chicago para encontrarnos unos a otros como hermanos y hermanas, hechos a imagen de Dios. A través de este encuentro, podemos comenzar a ver nuevas posibilidades para defender nuestra dignidad compartida y así reducir el miedo que alimenta los fuegos del antisemitismo, la islamofobia, y todas las otras formas de odio basado en la religión. A través de este encuentro, podemos comenzar a derribar las barreras que nos separan unos de otros debido a la afiliación política, el color de la piel y la afiliación religiosa. A través de este encuentro, podemos ayudar a lograr una manera nueva de relacionarse en un mundo desesperadamente necesitado de sanación.

Nuevamente les agradezco su hospitalidad esta mañana y la invitación a dirigirme a ustedes durante su tiempo sagrado de oración. Sepan que estoy con ustedes.

Tengo entendido que hoy celebraron el Bat Mitzvá de una joven llamada Stella. Felicitaciones Stella. Estoy aquí para ti y todos los jóvenes de tu edad, para hacerles saber que ninguno de ustedes debería alguna vez tener miedo o vergüenza de ser judío. Pueden contar conmigo para estar con ustedes.

Que el Dios bueno y misericordioso que los ha llamado aquí esta mañana les traiga alivio en su tristeza y consuelo en su momento de dolor. La paz esté con todos ustedes.

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