Área de Chicago

Centro Scalabrini: “Todos vinimos de algún lugar”

Por Michelle Martin
jueves, septiembre 28, 2023

Luis Romero y Ana M. Zurita hacen ejercicio con un video cuando el instructor no está presente, en Scalabrini Immigrant and Refugee Services. Foto: Karen Callaway/Católico

Ayudar a los inmigrantes no es nada nuevo para los sacerdotes scalabrinianos que sirven en la parroquia Nuestra Señora de Monte Carmelo en Melrose Park. Ayudar a los migrantes es el carisma principal de la congregación, que está activa en 35 países en los cinco continentes.

Pero el centro, operado desde 2007 en los campus parroquiales de Melrose Park, ofrece algo que la mayoría de las parroquias no pueden: un lugar único para servicios que los inmigrantes, tanto recién llegados como los más establecidos, puedan necesitar.

El propio centro da la bienvenida a los invitados y ayuda a determinar lo que necesitan y cómo el centro puede ayudar, dijo la directora ejecutiva interina Michelle Noordhof, una laica scalabriniana.

Luego los voluntarios o el personal pueden referir a las personas a proveedores de servicios en el sitio, incluyendo Ascension Health, Servicios de Inmigración de Caridades Católicas, Family Focus, Consejería sobre Abuso de Sustancias HAS, Proyecto Resurrección, consejería sobre violencia domestica Sarah’s Inn  y Solutions for Care, que ayuda a las personas con discapacidades a solicitar asistencia.

También alberga una despensa de alimentos y un programa para personas mayores que ofrece actividades y almuerzos de lunes a viernes, y voluntarios que pueden ayudar con tareas más sencillas, como llenar formularios escolares.

“Vienen a nosotros porque confían en nosotros”, dijo Noordhof.

El centro, operado bajo los auspicios de una organización sin fines de lucro separada, Scalabrini Immigrant and Refugee Services Inc. sirve a más de 10,000 personas cada año, dijo el padre scalabriniano Leandro Fossa, párroco de Nuestra Señora de Monte Carmelo.

“Vienen y la primera cosa que evaluamos es su situación legal, si necesitan comida, si necesitan dinero para el alquiler”, dijo. “Vienen porque somos iglesia. Se sienten seguros. Sienten que los dirigimos hacia las personas correctas. Hay muchas personas que se aprovechan de los inmigrantes”.

Fossa dijo que la congregación llegó a la parroquia en 1905 con la misión de ayudar a la comunidad inmigrante italiana. El área comenzó a recibir más inmigrantes latinos en la década de los ochenta.

Aproximadamente en el año 2000, quedó claro que la parroquia necesitaba ofrecer más ayuda, y el centro abrió bajo los auspicios de la parroquia en 2007. Recientemente se convirtió en su propia organización sin fines de lucro.

Los servicios ofrecidos en el centro están todos disponibles en otros sitios, y Fossa dijo que los inmigrantes que viven en la ciudad pueden tener más facilidad para acceder a ellos que aquellos que viven en los suburbios alrededor de Melrose Park.

Aun así, el centro está ayudando a algunos de los migrantes que han llegado recientemente a Chicago, ayudando con quienes se están quedando en el Distrito 15 del Departamento de Policía de Chicago y  con aproximadamente 180 migrantes en un albergue temporal en Chicago.

“Una vez que nos conocen, los conectamos con personas en la parroquia”, mencionó Fossa, agregando que algunos terminan convirtiéndose en feligreses.

Los scalabrinianos tienen experiencia trabajando con inmigrantes y migrantes en todo el mundo, señaló.

“Tenemos albergues en las fronteras alrededor del mundo”, dijo. “Trabajamos con navegantes, tenemos misiones en parroquias, y en parroquias de algunos lugares tenemos centros donde pueden construir una vida”.

Nuestra Señora de Monte Carmelo tiene servicios programados regularmente en español, inglés, portugués e italiano, dijo Fossa.

La mayoría de los migrantes nuevos hablan español, y para muchos, su primer punto de entrada para los servicios es venir a la adoración.

“Vienen a misa, entonces ves la realidad”, dijo Fossa. “Quieren ser alimentados espiritualmente, pero también tienen hambre físicamente. A veces no conocen el idioma, no tienen transporte”.

Fossa dijo que los migrantes que ha visto en años recientes tienen más probabilidades de tener una buena educación que los inmigrantes en décadas anteriores, y que ellos sentían que no tenían más opción que dejar sus países de origen por el bien de sus familias.

“Mucha de esta gente tenía trabajos profesionales”, dijo Fossa. “Estas personas están educadas. Debido a la pobreza en su país, no tenían otra opción. Fueron a la escuela, tenían sueños, pero luego descubrieron que su país no podía sustentar a su familia…Todos vinimos de algún lugar. Invitaría a los católicos a no olvidar eso. Ahora estos migrantes están viviendo la misma historia”.

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