Gran consternación causó en los católicos de Chicago enterarnos del fallecimiento del reverendísimo John Manz, obispo auxiliar emérito de la Arquidiócesis de Chicago y antiguo párroco de la parroquia Sta. Inés de Bohemia el 14 de julio a los 77 años. Los católicos hispanos supimos que en el obispo John Manz teníamos un aliado. Muchos que lo conocían por primera vez lo escuchaban hablar y pensaban que era mexicano, tal vez norteño. Lo cierto es que su corazón estuvo desde muy joven con las luchas y los sufrimientos del pueblo migrante. El obispo comenzó a aprender español trabajando en la cocina con hermanas religiosas de México y con cuadrillas de jardinería en el verano. Más tarde, estudió español en el Seminario Universitario Niles y aprendió a hablar con fluidez. En el proceso, llegó a apreciar y reverenciar al pueblo hispano y su cultura. Su experiencia en el campo lo llevó a trabajar en apoyo a los trabajadores agrícolas mexicanos. “Siempre me he sentido muy acogido por los hispanos. He podido formar amistades con ellos y entender sus situaciones, que muchas veces los medios de comunicación no ven” dijo el obispo Manz a Católico en 2021. “Mi participación con ellos me ha hecho un mejor sacerdote y una mejor persona”. En aquella ocasión, nuestra colaboradora Ely Segura charló con el obispo con motivo de los cincuenta años de ordenación sacerdotal. “Mi primera parroquia (Providencia de Dios) fue en el barrio de Pilsen, en la calle 18, ya no está. Estuve siete años allí” recordó el obispo Manz en la citada entrevista. “En aquel entonces era un área pobre. Me llegué a encariñar mucho con esa parroquia. Llegué allí de 25 años, era 1971, época en la que comenzaba a hablarse sobre los derechos de los hispanos, de los chicanos. Me acuerdo de haber participado en marchas y protestas a favor de sus derechos”. Carrera eclesial El reverendísimo John Manz nació el 14 de noviembre de 1945 en Chicago, hijo de Jeanne y Joseph Manz. Creció en Chicago y en Morton Grove, y pasó los veranos en la granja de su abuela. Asistió al Seminario Preparatorio Quigley en Chicago, al Seminario Universitario Niles en Niles y a la Universidad de Santa María del Lago/Seminario Mundelein en Mundelein. Fue ordenado al sacerdocio el 12 de mayo de 1971 por el cardenal John Cody, y celebró su primera misa solemne el 16 de mayo del mismo año en la parroquia St. Martha en Morton Grove. Una monja que le había dicho al travieso joven John que ella “se revolcaría en su tumba si él alguna vez se convertía en sacerdote”, asistió a su primera misa. Después de la ordenación al sacerdocio, sirvió como párroco asistente en la parroquia Providencia de Dios en la calle 18, como vicario parroquial en la parroquia St. Roman en la avenida Washtenaw y más tarde como párroco de Sta. Inés de Bohemia donde sirvió durante 13 años, todas en Chicago. El 23 de enero de 1996, Manz fue nombrado obispo auxiliar por el papa Juan Pablo II. Fue consagrado el 5 de marzo de 1996 por el cardenal Joseph Bernardin, teniendo al obispo Wilton Gregory y al obispo Plácido Rodríguez como coconsagrantes. En los años siguientes a la ordenación episcopal, el obispo Manz sirvió en el Comité de Servicios de Migración y Refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), como presidente y luego como miembro del Comité de la Iglesia en América Latina, como presidente del Subcomité de Cuidado Pastoral de Migrantes y Refugiados y Viajeros, como presidente del comité administrativo y como miembro del Secretariado de Diversidad Cultural en la Iglesia. El obispo Manz se jubiló en 2021. Un obispo para el pueblo El cardenal Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago, dijo que “desde sus días como seminarista universitario, el obispo John Manz captó el significado del auténtico ministerio: ‘No es una abstracción, comienza conociendo a las personas. Todos tenemos nuestros prejuicios o estereotipos, pero la única manera de romperlos es conociendo a la persona. Soy un gran creyente de una humanidad común’. Oremos para que todos los que se preparan para el ministerio se tomen en serio esas palabras y de esa manera mantengan fresca la memoria de este gran sacerdote y párroco”. El obispo auxiliar Kevin Birmingham era seminarista cuando fue asignado a Sta. Inés de Bohemia durante un verano mientras que Manz, el párroco, rápidamente se convirtió en su mentor. “Cuando fue ordenado obispo, aportó sus profundas capacidades pastorales a la Iglesia en general aquí en Chicago y a lo largo de Estados Unidos”, dijo Birmingham. “Cuando yo fui ordenado obispo, fue coconsagrante y lo seguí como vicario de la Vicaría IV. Continuó guiándome con llamadas telefónicas semanales, siempre afirmando la necesidad de estar presente para todas las personas y tratar a todos como un hijo querido de Dios. Espero nunca olvidar esta lección y testimonio”. El muy reverendo Esequiel Sánchez, rector del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines, consideró a Manz su párroco de la infancia, reclutador de vocaciones, jefe, mentor y amigo. “No creo que sería sacerdote hoy en día si no fuera por la vida y ministerio del obispo John Manz”, dijo el padre Esequiel. “Él fue un verdadero obispo (padre espiritual) para tantos en la comunidad latina y más allá”. “El obispo Manz modeló lo que significa para un párroco ser uno con su pueblo”, dijo el Rev. Sergio Rivas Tamayo, párroco de la parroquia Good Shepherd and Epiphany. “Él amó lo que ellos aman, sufrió con sus sufrimientos, y se entregó por completo para que pudieran conocer a Dios un poco mejor. Fue uno de los modelos más extraordinarios de inculturación que se han visto en nuestra Iglesia Local. Es una gran pérdida para la Arquidiócesis de Chicago y en particular para los católicos latinos”. “Este es un hombre que iba y visitaba a los migrantes en sus pueblos y se sentaba en sus casas”, dijo el Rev. Joseph Mulcrone, compañero de clases y sacerdote arquidiocesano retirado. “Él quería conectarse con la gente, sin importar quienes fueran. Cuando era párroco, en el verano, hacía misas de cuadra en la comunidad”. Elena Segura, coordinadora senior para inmigración —ministerio nacional, dijo que Manz es el padrino de la Pastoral Migratoria, el modelo de ministerio de inmigrante a inmigrante basado en las parroquias que se desarrolló en Chicago. “Él encarnó la enseñanza social católica con solo ser un obispo para el pueblo, para la gente”, dijo Segura. Nelly Lorenzo y el personal del Instituto de Liderazgo Pastoral, una institución que brinda formación pastoral para la comunidad hispana en la Arquidiócesis de Chicago, dijo por su parte: “El obispo Manz creó un espacio de confianza para todos los que se acercaban a él sobre temas importantes. Tenía la capacidad de escuchar, comprender y simpatizar con quienes estaban a su lado. Se convirtió en uno de la gente. Tenía un corazón hispano: la comunidad lamenta su partida, pero sabemos que seguirá entre nosotros con su humor y sus afirmaciones que llamaban a nunca rendirse”. Al obispo Manz le sobreviven su hermana Linda Manz, de Richmond, Va., sus sobrinas Cara (Drew) Haynie de Fort Lauderdale, Fla., Diane (Rob) Smith de Richmond, Va., Angela Heffner de Richmond, Va., y Christina (Carl) Hultgren de Richmond, Va., sobrinas nietas y sobrinos nietos, y muchos familiares y amigos cercanos. El velorio se llevó a cabo el 25 de julio, incluyendo rosario y vigilia. El 26 de julio tuvo lugar la misa funeral, con el cardenal Cupich como oficiante principal. El entierro se llevó a cabo en el Cementerio St. Mary’s en Galena.