Con una misa de sanación y esperanza, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines ofreció el 20 de agosto acompañamiento a las familias que han perdido un hijo. “Para los papás que han perdido un bebé esta es una experiencia que los aísla, que los hace sentirse solos” dijo el padre Esequiel Sánchez en el programa de radio de Chicago Católico. “Ellos dicen ‘nadie puede conocer mi dolor’, bueno, eso sí es verdad, pero es más doloroso cuando estás solo” agregó el padre Sánchez “y en nuestra familia hispana, tristemente, no se habla de esto, simplemente decimos ‘sana, sana, colita de rana’ y ya. Pero tenemos que dar espacio para que esta herida sane”. Los conductores del programa radiofónico, el padre Claudio Díaz Jr. y Alejandro Castillo preguntaron al padre Esequiel qué llevó al Santuario a organizar esta actividad. “El génesis de la idea surgió poco después de la revocación de la Roe v. Wade y dio la oportunidad para hacer la reflexión más en los niveles locales” respondió el padre Sánchez. “Nosotros queríamos dar respuesta a eso porque había mucha confusión dentro de la comunidad hispana frente a la enseñanza de la iglesia sobre provida”. “Pero más importante” continuó, “nosotros llegamos a la conclusión de que, perder un bebé, no importa cómo se pierda, es una experiencia inefable, es una experiencia que tiene consecuencias para toda la vida de una persona, no solo para la mamá, también para el papá y toda la familia. Aun en la experiencia cuando se pierde al bebé naturalmente, por enfermedad o por violencia, todos sufren en la pérdida de un bebé”. Esta misa fue la respuesta a dicha realidad, dijo el padre, “porque también aquí en el Santuario, mucha gente viene padeciendo mucho dolor, pidiendo auxilio de la Virgen, piden perdón y muchas cosas. Pero lo que he notado es que de las familias que han perdido seres queridos, muchos de ellos son jóvenes. Entonces decidimos ofrecer una misa que esperamos en Dios sea anual. Porque el dolor es considerable, es importante darle voz y espacio a esta experiencia”. La actividad comenzó con música y danzas tradicionales, para pasar al rezo del rosario en inglés, español, polaco, italiano, hindi y tagalo. Después se procedió a la misa, para culminar la jornada con mariachis. El celebrante principal de la misa fue el Rev. Manuel Dorantes, asesor estratégico del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano y párroco de la parroquia Santa María del Lago y Nuestra Señora de Lourdes y los concelebrantes fueron el padre Esequiel Sánchez, rector del Santuario, y el reverendo Jesús Puentes. “La Virgen de Guadalupe es una experiencia maternal, la virgen nos lleva a su hijo” dijo el padre Sánchez. “Y justo cuando estamos en momentos de luto, o arrepentimiento, sentimos una distancia con Dios, dudas, confusiones vienen emociones fuertes, buscar echar la culpa, cosas que no nos sirven. En realidad la Virgen nos acompaña hacia su hijo, que es la respuesta de todas esas preguntas”. Somos hijos de la luz “Es valiente de parte de ustedes el hacerse presentes el día de hoy, con ese dolor, con ese sufrimiento en su corazón” dijo el padre Manuel Dorantes en su homilía. El padre Dorantes habló de la importancia de saber dar acompañamiento a las personas que han perdido a un ser querido, de lo difícil que es decir las palabras correctas y dijo que muchas veces la gente no sabe acompañar. “A veces la iglesia tampoco sabe acompañar, hacemos el funeral y ya está, y la persona se queda con su dolor después”. El padre pidió, como un método para ayudar a acompañar mejor a la gente, aplicar la prueba de Sócrates, que antes de que alguien le contara un rumor o chisme le hacía tres preguntas: ¿Es verdad lo que vas a decirme? Es decir, si a la persona le consta que es auténtico, ¿Es bueno? Es decir, si tiene una finalidad bondadosa, y por último ¿Es útil?, si ayudará en algo. “La Virgen ha venido a este continente para anunciarnos el don de la vida, y este país no es la excepción, tristemente, en la proclamación diaria de la cultura de la muerte” dijo el padre Dorantes, quien recordó su estadía por cuatro años en el barrio de Brighton Park, en Chicago. “Cuántos jóvenes vi, cuántos jóvenes me tocó recoger de las calles” dijo, “asesinados por la violencia de nuestras calles, junto con sus madres, viendo como corrían, saliendo de la fábrica, le habían anunciado que habían matado a su hijo. El hijo tendido en la calle, cómo esta cultura en la ciudad de Chicago ha permitido y ha normalizado la muerte”. Habló también de la violencia al sur de la frontera: “Cuántos de nuestros hermanos en México, en Centroamérica, en Sudamérica viven el látigo de la muerte por cuestiones de narcotráfico. Tenemos miedo de regresar a nuestra patria, porque de alguna manera parece que el enemigo, satanás, esa serpiente está teniendo una vez más la fuerza de la muerte en toda nuestra sociedad”. Ante esto, el padre Dorantes dio una respuesta: “Delante de la muerte, nosotros los que creemos en Jesús estamos llamados a no tener miedo, a recordar estas dulces palabras de esta señora del cielo que le dijo a Juan Diego, ‘No tengas miedo, no estoy yo aquí, que soy tu madre?’ La mamá nos junta, la mamá trae esa unidad. Nosotros, no somos hijos del miedo, no somos hijos de esa oscuridad, somos hijos de la luz herederos e hijos de esta señora que se enfrenta al dolor, al sufrimiento y proclama la vida”. En la misa se dio a los asistentes una rosa para que la entregaran a la Virgen en un gesto simbólico. “Con esto estamos diciendo: entrega tu pequeño a ella, ella se lo va a llevar a Jesús” dijo el padre Esequiel Sánchez.