Área de Chicago

La labor del obispo Manz ha dejado huella en la arquidiócesis y más allá

Por Ely Segura
viernes, abril 30, 2021

El arzobispo Cupich felicita al obispo Manz después de una misa por el 20 aniversario de su ordenación episcopal en marzo de 2016. Foto: Karen Callaway/Católico

La labor del obispo John Manz ha dejado huella en la lucha por la justicia y la dignidad de los inmigrantes hispanos. Su nombre queda grabado no sólo en numerosos pergaminos y placas de reconocimiento –incluso el edificio de la sede central de ministerio juvenil hispano Iskali, en Maywood, Illinois, es nombrado en honor a él–, sino, sobre todo, en los corazones de las personas que ha acompañado en este medio siglo.

Católico recogió algunos testimonios de gente que ha trabajado con él de cerca:

“Estamos muy orgullosos del obispo John Manz, quien desde el día de su ordenación en 1971 ha servido principalmente en parroquias en la comunidad latina. El obispo se ha ganado el corazón de los latinos, y muchos lo conocen como “Padre Juan”. Él nos ha inspirado con su defensa de la justicia y la dignidad mientras nuestra nación responde a los inmigrantes en este país. Pero él está también familiarizado con los desafíos que los inmigrantes enfrentan en otras partes del mundo por medio de sus viajes que durante más de una década hizo como miembro del Subcomité de Cuidado Pastoral de Migrantes, Refugiados y Viajeros de la USCCB. Que sus múltiples contribuciones den fruto por muchos años”. Cardenal Blase Cupich, arzobispo de la Arquidiócesis de Chicago

 

“Desde el inicio de nuestro ministerio, no sólo de Pastoral Migratoria (2008), sino también de la Campaña Católica de la Reforma Migratoria (2005), el obispo Manz ha sido un líder que nos acompañó en las subidas y bajadas. Yo le llamo el ´Padrino de la Pastoral Migratoria´. Él tuvo un papel importante cuando después del fallo de la reforma migratoria en 2007, la iglesia estaba por ´tirar la toalla´. Él lanzó la voz pronunciando que la Iglesia está comprometida a seguir acompañando a los 12 millones de inmigrantes, y seguir trabajando para el liderazgo de éstos. Doy gracias a Dios no sólo por su compañía, sino también por este fuerte compromiso que él ha asumido en este camino por la reforma migratoria que lleva ya 16 años”. Elena Segura, directora asociada de la Oficina de Dignidad Humana y Solidaridad de la Arquidiócesis de Chicago.

 

“El obispo Manz era mi párroco en la parroquia Santa Inés cuando yo era joven y, junto con el padre Mike Enright, me invitó a contemplar la entrada al seminario y a discernir si tenía vocación al sacerdocio. Siempre he estado inspirado por su sacerdocio, su fe, su humildad, su sentido del humor y su amor al pueblo. Después de 25 años de sacerdote, puedo decir que me quedo muy corto en vivir la integridad del sacerdocio del padre Manz que hoy celebra estos 50 años. Es un buen pastor y padre de la comunidad. Él es un modelo de fe y hombre de Dios para mí y todos quienes hemos sido formados por su ministerio y testimonio del amor a Cristo”. Rev. Esequiel Sánchez, rector del Santuario de Ntra. Sra. De Guadalupe, en Des Plaines, IL.

 

“Conozco al padre Manz desde que él estaba en el seminario, antes de ordenarse. Recuerdo que una vez me fue a visitar al hospital y me dijo: ´Hermana, levántese de ahí que hierba mala nunca muere´ (risas). Así de cercano ha sido. Desde entonces, él ha estaba muy interesado en trabajar con los hispanos e hizo su esfuerzo para aprender español y conocer a las distintas comunidades. Él siempre estaba interesado en lo que acontecía con la gente, y acompañó mucho a los seminaristas hispanos en su vocación y a los demás obispos hispanos que llegaban. Cuando uno dice ´obispo Manz´ todo el mundo sabe quién es, porque no se identificó sólo con una parte de nuestra comunidad, sino con todos: cubanos, peruanos, mexicanos, puertorriqueños”. Hna. Domina Zapata, religiosa de la Congregación Hermanas Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio, y colaboradora del Instituto de Liderazgo Pastoral.

 

“El P. Manz y yo nos conocemos desde antes de que él fuera obispo. Es una persona chistosa en tantas maneras. Es un señor serio cuando lo tiene que ser, pero realmente le gusta la vida, aprovechar las oportunidades que van pasando en su vida. Ha sido un ejemplo para tantos, especialmente para nosotros los sacerdotes que no somos hispanos, y ha animado a tantos a entrar al seminario y pensar en la vocación. Él es uno de los que ha ayudado a avanzar no sólo en la conciencia de la propia vocación, sino en el liderazgo de la Iglesia”. Rev. Don Nevins, Pastor de la Parroquia Sta. Inés de Bohemia, y miembro de Sacerdotes por la Justicia para Inmigrantes.

 

“El obispo Manz colaboró para el Instituto como docente desde antes de ser sacerdote, cuando era diácono. Siempre ha sido una luz para nosotros. Él tiene un corazón hispano, yo siempre lo digo. Es una persona que ha estado muy atenta a lo que hacemos. No hay algo que le hayamos pedido a lo que él se haya negado. Ha estado siempre por las necesidades del Instituto porque lo ve como un ente que sirve a la comunidad hispana y ésta ha sido siempre de importancia para él. Él es parte de la identidad de esta institución por el aprecio mutuo que nos tenemos”. Nelly Lorenzo, directora del Instituto de Liderazgo Pastoral.

 

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