Área de Chicago

De vuelta en la sociedad, André Rodríguez tiene la misión de escuchar y orientar a los jóvenes

Por Ely Segura
lunes, marzo 8, 2021

André Rodríguez afuera de la parroquia St. Paul, en Pilsen, donde basa su ministerio con los jóvenes del área. Foto: Karen Callaway/Católico

Tras haber cumplido diez años de prisión, André Rodríguez, de 43 años, decidió que su reinserción en la sociedad consistiría en gran medida en evitar que muchos jóvenes tomen decisiones erróneas sobre el curso de sus vidas. Hoy su resolución es una realidad. Desde enero de 2019 dirige el ministerio Shine, cobijado por la parroquia San Pablo en el barrio de Pilsen.

Su proyecto comenzó a materializarse mientras trabajaba en el programa de mentoría de la organización New Life Centers, en La Villita, escuchando y orientando a jóvenes que habían desertado la escuela, que estaban en pandillas o en procesos judiciales. Para lograr llegar a más jóvenes, pidió ser asignado a Pilsen, el vecindario en donde había crecido y en donde conocía a más personas.

André Rodríguez llega a San Pablo porque un amigo suyo que conocía al Rev. Michael Enright (conocido como padre Mike) le ayudó a tener una cita con éste, a fin de que le cediera el uso del gimnasio de la escuela para ofrecer a los jóvenes un espacio de confianza, en donde entre pizzas, juegos de baloncesto, películas, se entablaran charlas sencillas que podrían trascender en su cotidianidad.

“La primera cosa que tienes que hacer es ganar su confianza para que ellos, los jóvenes, te puedan hablar y te puedan escuchar. Es empezar a conocerlos, así podemos establecer una charla. Solemos hablar de las metas que tienen para la vida y las problemáticas que se las obstaculizan”, explica André Rodríguez con parsimonia.

André relata que esas relaciones que establece con los jóvenes se van construyendo, además, a partir del apoyo en tareas sencillas que van desde el acompañamiento para tramitar un ID del estado o la licencia de conducir, o incluso ofrecerles un ride a la corte en alguna cita que tengan, hasta el asesoramiento en la elaboración del currículo vitae, la preparación para una entrevista de trabajo o la búsqueda de un lugar para vivir.

Gracias al apoyo del padre Mike, quien convencido de la relevancia del trabajo de André decidió contratarlo como parte del personal parroquial, surge este nuevo ministerio bajo el nombre de Shine, que acoge de 12 a 25 jóvenes entre los 14 y 23 años cada semana. Las reuniones se realizan los miércoles de 6:30 p.m. a 9:00 p.m. “Lo habitual es empezar con los juegos deportivos. Algunos no juegan, pero igual van motivados por la comida (o por la invitación de un amigo). Ordenamos pizza, hamburguesas, tacos y rezamos antes de comer. Para muchos de estos jóvenes ese es un momento insólito, puesto que no habían hecho eso antes. A veces, es la única o primera experiencia que ellos tienen de Dios y de la Iglesia”, añade André.

Y es alrededor de una mesa, como la primera comunidad cristiana, cuando estos chicos hablan sobre sus vidas, sobre lo que les pasa en la semana. Como coordinador, lo que André hace en estos momentos de pandemia en los que no se pueden reunir como de costumbre es mantener una comunicación frecuente con los participantes, ya sea por correo electrónico, por teléfono, o visitas a sus casas cuando es necesario.

Rodríguez comparte que, aunque el ministerio está abierto para todos lo que quieran asistir, muchos no lo hacen porque lo asocian a la Iglesia o porque son conscientes de los prejuicios que la gente puede tener respecto a ellos. La mejor motivación que tienen es la invitación que reciben entre amigos.

“Cuando ellos me conocen y saben que he vivido una experiencia similar a la suya, entonces se pueden identificar y se pueden abrir. Sé que muchos vienen de hogares en que las cosas no están bien, siento la confianza de preguntarles dónde están sus padres; algunos vienen de familias muy pobres, otros han empezado a consumir drogas… Pero todos son diferentes, algunos te tienen confianza muy rápido, otros se tardan mucho más en compartir estar cosas”, señala André.

“A veces me siento cansado y frustrado. Yo sé que se necesita más. A veces me siento triste porque de cada joven que ayudo hay tres o cuatro que no han comprendido que se destruyen a sí mismos. No saben lo que les espera si siguen así” dice André, quien además trabaja como asesor de Real Estate. “Quiero que ellos sepan que su pasado no determina su futuro. Yo también he estado en prisión y sé que puedes hacer las cosas bien”.

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